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Perspectiva al arranque

Se dibuja al inicio de las campañas un destino probable en la elección intermedia federal de junio próximo. Una baja importante en el número de curules que hoy controla MORENA, le llevaría a perder la mayoría absoluta, pero conservando la mayoría simple.

Seguiría siendo el partido más poderoso en la cámara baja, en el entendido de que el senado seguirá tal cual lo vemos ahora, pues fue electo en 2018 para seis años y concluye hasta 2024.

¿Qué va a pasar en San Lázaro?… Nada nuevo, el tradicional pago de facturas por el desgaste natural que sufren todos los partidos en el ejercicio del mando.

Es tendencia general en las democracias del mundo. El organismo político que en cada momento funja como partido oficial tiende a disminuir su cuota de poder en las elecciones medieras.

Lo que puede variar es el tamaño del castigo. En algunos casos la derrota del oficialismo es tan severa que se convierte en minoría, quedando en riesgo la gobernabilidad.

En las democracias parlamentarias (Inglaterra, caso exquisito) dicha pérdida de mayoría suele ir acompañada con la caída de los gobiernos.

En sistemas presidencialistas como el mexicano (el francés, el norteamericano) el poder ejecutivo permanece en las mismas manos, aunque acotado por contrapesos mayores.

En México, la esperanza de quienes hoy hacen alianzas contra MORENA se reduce a incrementar su presencia en la cámara de diputados para impedir que el poder ejecutivo se siga despachando con la cuchara grande en materia de reformas. En particular, las constitucionales.

Sea cual fuere el resultado, tendremos MORENA en Palacio Nacional y en la cámara de senadores hasta 2024, con una presencia si no mayor, al menos suficiente en San Lázaro. Será tema de otro comentario la puja por gubernaturas, presidencias municipales y congresos locales.

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