Política

Con Urbanidad

Por-Vicente Hernández

Hablar del teatro ambulante o teatro por “tandas” al norte de Tamaulipas desde los primeros años del siglo veinte, es hablar del cómico Roberto Zenteno y en especial de los hermanos Teresa y Carlos Landeros, quienes formaron una compañía de teatro que en 1931 presento en el Teatro Juárez de Cuidad Victoria un espectáculo de zarzuelas, comedias y dramas, diez años más tarde, la Carpa-Teatro Landeros propiedad de la actriz Teresa Landeros y su esposo Roberto Zenteno, ofrecen una temporada de espectáculos en la Plaza Morelos de ciudad Victoria, presentando un cuadro de artistas venidos unos de la capital de la República, y otros de Monterrey, en 1949 los Landeros hicieron una larga temporada en Matamoros, y ya de vuelta en ciudad Victoria el cuatro de abril 1952, instalaron la “Carpa Gloria” llamada así en honor a su hija, la carpa rectangular instalada en la calle Morelos y 13 era de lona, telones de boca, sillas de tijera y gradas de madera, que facilitaban su traslado de ciudad en ciudad, por estas características se les conoció como “teatros itinerantes”, y a su elenco de actores bautizados como “cómicos de la legua”.


Las carpas en México fueron en sus mejores años los foros del teatro popular, en el que los artistas junto con el pueblo se divertían, y hacia mofa lo mismo del presidente de la república, que, de sus Generales y funcionarios públicos, así como de la clase pudiente sobre todo en la época porfiriana.


Existieron en el DF. algunas carpas famosas como la “Apolo”, “Margo”, “Tivoli” de donde salieron verdaderos maestros de la sátira política como “El Panzón Soto”, “Chaflán”, Manuel Medel, “Cantinflas, “Clavillazo”, “Borolas”, “Palillo”, Celia Viveros, “Resortes” por mencionar solo unos pocos, igual que María Victoria, José “Ojón” Jasso, Carmen Salinas, que hicieron “tablas” literalmente en estos escenarios.


En Tampico hizo varias temporadas la “Carpa Landeros” de la cual trascribo estos recuerdos: ¡¡Ceja Monche!! le gritaba la gente al cantante, quien enseguida y en forma coqueta levantaba la ceja, al tiempo que se ponía de perfil, e imprimía mayor sentimiento a su interpretación vocal, en tanto el público aplaudía entre emocionado y frenético, corrían los primeros años de la década de los sesenta, el escenario era del teatro “Carpa Landeros” que años después cambio a Teatro “Jorge Negrete” y el cantante Ramón de Anza.


Cuando conocí este singular teatro o carpa, se encontraba instalado en un terreno que se ubica en la esquina que forman las calles de Álvaro Obregón y General San Martin, (en ese entonces baldío) ocupaba el galerón un espacio de un poco más de 600 metros cuadrados aproximadamente, cercado su alrededor con tablas desmontables, y en su interior docenas de sillas de madera plegables, el piso de tierra –bien barrido y regado– el techo lo cubrían unas grandes lonas, y quizás de allí se originó el nombre de teatro-carpa, aunque en tiempos de mucho calor, el teatro funcionaba al aire libre, el foro o escenario media entre 20 o 25 metros, por cuatro o cinco de fondo aproximadamente, según recuerdo su telón era de tela de cortina descolorido, que se levantaba diariamente para dejar ver al lado derecho un viejo piano, o pianola, así como una gastada batería que junto a sus ejecutantes constituían la orquesta o acompañamiento musical, y colgado en el centro del tablado un enorme micrófono de los que todavía se pueden ver en algunas radiodifusoras.
Entre las 5 o 6 de la tarde empezaban los boleteros gritones: ¡¡se acaba una tanda y sigue la otra!! ¡dos pesos tres tandas y cinco pesos permanencia voluntaria! y empezaba la función con el desfile de artistas, –tres por tanda– trabajaban cantantes, cómicos, magos, malabaristas, imitadores, declamadores y bailarinas, quienes siguiendo la tradición de los “cómicos de la legua” o de los juglares cervantinos, hacían llorar, reír, o entretenían a los que casi a diario ocupábamos desde temprano una silla para aplaudir al artista de nuestra preferencia, a veces, pese al mal tiempo o al insoportable calor de las tardes veraniegas.
“Susy Moreno” fue sin duda el cantante que más alegría ponía en sus actuaciones, era bajito, regordete, de tez blanca, blusa y pantalones entallados y colores chillones, y cantaba con su afeminada voz canciones de moda, a las que Imprimía picardía y doble sentido, pero sin llegar a lo vulgar, Fito Cervantes, agente aduanal de oficio, cantaba y declamaba, José Mercado, cantante y compositor estreno en esta carpa sus éxitos “La gripa”, “El sarampión”, “Las paperas”, “Tu fatal engaño”. Gloria Berrones, quien una temporada cantaba tangos, otra cuplés y otra rancheras. Javier González “Polvorón” quien trataba de imitar el estilo de Emilio Tuero, o Fernando Fernández. Gloria “La Nena Landeros” -hija del gran carpero Carlos Landeros- bailaba y cantaba. La “Mixteca” cantante vernácula, “Mr. Robertin” mago y declamador, Lalo Pimentel cantante sesentón que entre otras cosas presumía una carta manuscrita, donde –aseguraba– el mismísimo Agustín Lara lo nombro su intérprete exclusivo.


El cómico de planta era “El Gordo Mauro” con su clásico saludo ¡¡Que passso batos!! Quien montaba sus rutinas cómicas con la participación del elenco, en diferentes temporadas alternaba otro cómico regiomontano llamado “Mirto” -el hueso que habla– también fueron montadas numerosas comedias musicales como “Mi bella dama” “Sombras” entre otras.


Con el trascurso de los años la carpa se ubicó en varios lugares, lo mismo en la plaza Galeana en ciudad Madero, que en el cine “Terraza Alameda”, y por este teatro ambulante desfilaron también artistas de renombre como: Joaquín García “Borolas”, Lalo González “El Piporro”, Carmen Salinas, Eleazar García “Chelelo”, “El Chirrión” y otros famosos que quisieron echarle el “palomazo” y no les importo trabajar en condiciones a las que no estaban acostumbrados.


El trato continuo artista-espectador creo lazos de amistad y veneración, en torno al galán-cantante Ramon de Anza por el cual suspiraban señoras y jovencitas, por su voz y estilo parecido al de Javier Solís cuando interpretaba “Carabela”, “Payaso”, “Sombras” o de Jorge Valente “La Virgen de la Soledad” y “Fea”, igual los varones suspirábamos por Carmelita González, “Estrellita” o la “Nena Landeros” el presente texto es un modesto homenaje a este teatro itinerante que tiene sus antecedentes en los barrios del D.F. como la famosa carpa “Margo” de donde salió María Victoria, u otros famosos carperos como “Resortes”, “Cantinflas”, Delia Magaña, “Chaflán”, Manuel Medel y “Clavillazo.


La carpa “México” donde por muchos años impartió clases de Sketch político Jesús Martínez “Palillo”, la carpa del payaso “Cara Limpia”, las carpas de Monterrey: “El Blanquita” del cómico “Fufurufo” y la carpa “Colon” de Tony Pares, donde en una ocasión presencie la actuación del entonces muy famoso ventrílocuo Carlos Monroy y sus muñecos: “Don Neto” y “Titino” ante la presencia de un escaso público que no llegaba a diez personas.

Se acabaron las carpas, las caravanas de don Paco Miller, las caravanas “Corona” que domingo a domingo, llenaban el auditorio municipal de Tampico, así como la vieja plaza de toros “Gaona” donde la constelación de estrellas era de primera: Virginia López, Viruta y Capulina, Los Churumbeles de España, “Borolas”, “Vitola”, “Tin Tan” y Marcelo, todo esto por cuatro o cinco pesos la entrada, hoy día para poder oír berrear a un “artista” el boleto más barato nos sale en 500 pesos o más, y no se diga si se trata de un cantante de Reggaetón o Narcocantante, nos quieren cobrar como si se tratara de escuchar un concierto de la Orquesta Sinfónica de la ciudad de México dirigida por Alondra de la Parra en palacio de Bellas Artes. Ahora que solo el recuerdo queda, podríamos decir con nostalgia: “Que tandas aquellas señor don Simón”.

 

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