Política

La Comuna

Los triunfos de Américo y Gattás

José Ángel Solorio Martínez

Quienes arriesgan mucho, pierden mucho o ganan mucho. Es ese, bipolar escenario que vivieron el gobernador electo, Américo Villarreal Anaya y el alcalde victorense Lalo Gattás, al encabezar en un inquietante y proceloso ambiente los festejos de la Independencia de México, el 16 de septiembre desde palacio municipal.

Ambos, apostaron y ganaron mucho.

Pudo haber pasado un desaguisado.

En un clima de alta tensión política todo, era posible.

Todo ocurrió en santa paz.

Sobre ese ambiente, de sana convivencia entre los grupos de ciudadanos panista y morenistas –sin dejar de lado, los temores de ambos bandos–, se levantó el triunfo de unos festivos Villarreal Anaya y Gattás en la toma del control sociopolítico de la capital.

Si alguien, pregunta la fecha de la caída del PAN –y de su control hegemónico del Ayuntamiento por 6 años (Oscar Almaraz, dejó al PRI para vestirse de azul desde temprana hora) y del aniquilamiento del albiceleste en el gobierno estatal–, se debe contestar: el 16 de septiembre del 2022.

MORENA, logró lo que parecía complicado, difícil.

Con un gobernador y la Fiscalía, encima del alcalde Lalo; con un PAN, sin miramientos para ahogar a la ciudad desde el Congreso local –hay que recordar, el veto al fondo de capitalidad por el panismo congresal– y una red electoral de compra de votos, el desafío fue monumental para el lopezobradorismo.

La acción de los morenistas, Américo y Gattás, aniquiló a un PAN victorense que se desprendió y distanció de la ciudadanía capitalina. Las administraciones de Xico González y Pilar Gómez, cancelaron la posibilidad de que el panismo victorense se ensanchara; desde sus respectivas designaciones, que violentaron la vida interna del PAN y las decisiones de los ciudadanos en las urnas.

La monumental respuesta del pueblo al llamado de los dirigentes morenistas, señaló la agonía de un panismo que toma un nivel de arraigo popular similar al del PRI e incluso a una presencia más reducida.

Gattás, con el evento, le imprimió gobernabilidad a la ciudad; Américo, achicó la expresión del gobernador saliente, que aún no supera el descalabro político.

Jugaron vencidas, y triunfaron los representantes de MORENA en la capital y en el estado. No fue sencillo obtener el resultado; el Ejecutivo estatal saliente, insiste en trascender su sexenio. El masivo evento, es un indicio de los muchos, que reflejan la erosión de los consensos de una administración que constitucionalmente será historia el 1 de octubre.

Villarreal Anaya y Lalo, deben sentirse satisfechos: el pueblo, los vislumbra como los elementos que pueden concretar la necesaria oxigenación de la vida pública tamaulipeca.

Parte de los 730 mil votos de MORENA en la entidad, se volcaron a festejar el 16 de septiembre; y también, a arropar a unos gobiernos que han imaginado por décadas en Ciudad Victoria y en Tamaulipas.

El 16 de septiembre, quedó en orfandad de liderazgos el panismo tamaulipeco.

¿Quién podría enfrentar desde la oposición a Gattás?

Se ve el paisaje, como tabla rasa.

Xico y Pilar, andarán ocupados huyendo de la Unidad de Inteligencia Financiera local y gastándose sus ganancias mal habidas. Oscar Almaraz, se refugiará en el fuero de su curul contando los dólares obtenidos con sus traiciones al PRI.

¿Quiénes tendrían capacidad de oponerse al gobernador, Villarreal Anaya?

El dirigente azul Chachorro Cantú, no se ve que pueda dar preocupaciones al gobernador guindo; en el paisaje sociopolítico que se configurará el 1 de octubre, a lo mucho, podría generar sonrisas y palmaditas de conmiseración en su espalda.

¿El Congreso local, en donde el panismo perdió la mayoría frenará a Villarreal Anaya?

No se dará el caso: varios panistas se convertirán en apego a sus futuros personales, en aliados de MORENA.

El duelo de proyectos y de multitudes, se acabó.

Pensemos en grande: viene el 2024.

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