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“No queremos discursos, nos falta comida”, claman

Juchitán, Oax.

A dos días del terremoto de magnitud 8.2, que dejó 71 muertos en Oaxaca, los damnificados de esta localidad reclaman ayuda y manifiestan temor de que haya más sacudidas. Su desesperación ya es enorme por comer algo o ser atendidos por un médico.

Los vecinos que aún mantienen sus casas en pie les brindan alimentos y hospedaje. Ayudan en lo que pueden. Los afectados deploran que los víveres todavía no lleguen, que se hayan quedado en discursos y que ni siquiera recibieran el buenos días de su alcalde.

En redes sociales se difunden los centros de acopio, porque no son una, dos o tres personas las que perdieron sus casas y todas sus pertenencias, sino miles en Juchitán, Asunción Ixtaltepec, Unión Hidalgo, Xadani, Santiago Niltepec, San Mateo del Mar y otras comunidades.

En Unión Hidalgo hay más de 200 casas derrumbadas y esas familias viven en sus patios o en la calle. Algunas han recibido el apoyo de voluntarios o de amigos, porque “aquí no ha llegado la ayuda del gobierno de Oaxaca y tampoco se activó el plan DN-III.

A nosotros nos visitó el de protección civil, tomó nota del estado crítico de la casa y se fue; al presidente no lo hemos visto, no se ha dignado a visitarnos, somos su gente que hoy vivimos en desgracia, dijo Margarita Luis Martínez.

En Juchitán, a pesar de la llegada del gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat, y del presidente Enrique Peña Nieto, cientos de familias zapotecas afectadas no han visto las promesas.

La familia Castillo Medina vive desde hace dos días en la cancha Che Gómez, junto con otras 50 familias de Juchitán que perdieron sus casas. Sólo recibieron un bote de agua del DIF municipal y una despensa del Ejército.

Necesitamos de comer, no tenemos dinero, no hay agua y tampoco alimentos, los niños requieren leche, pañales, colchonetas, pero nadie nos ayuda, expresa Margarita Santiago.

En Asunción Ixtaltepec, Sonia Manuel López también perdió su vivienda. Su mamá, de casi 90 años, quedó atrapada y por fortuna sobrevivió. Lamenta que su alcalde, Óscar Toral, a dos días de lo ocurrido, no los haya visitado para ofrecer ayuda.

Mi vecina me dio asilo, hemos dormido en el patio y comido con lo poco que tenemos; estamos abandonados, Juchitán no es toda la desgracia, refiere.

Eutiht Dolores Manuel, Margarita Valdivieso Sarabia e Isabel López Pérez también claman apoyos. Sus casas están derrumbadas. Si no fuera por sus vecinas y parientes no tendrían dónde comer.

Exigimos a nuestro presidente municipal, Óscar Toral, que nos apoye; no queremos discursos, queremos comida, perdimos nuestro único patrimonio, gritan.

El Hospital General de Juchitán, el más grande de la región, fue cerrado por los daños. La noche del 7 de septiembre se habilitó una pista de baile que está a la intemperie. Ahí se atiende a cientos de heridos, la mayoría por golpes.

Luis Aquino Santiago, médico neonatólogo, reconoció que la gente ha brindado cobijo y alimentos a sus vecinos, pero no existe organización en las autoridades y éstas desconocen cómo ayudar de forma eficiente.

Los afectados declaran que los alimentos son escasos. Las grandes cadenas de supermercados están cerradas, algunas tiendas han elevado el costo de sus productos y ya comienzan a darse casos de vandalismo y saqueo.

 

Diana Manzo.

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