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¿Ismael, Chucho o Cesar por el PAN?
POR:MAURICIO FERNÁNDEZ DÍAZ

Amenaza a la alianza PAN-PRI-PRD imposición de Cabeza de Vaca

Ciudad Victoria.- Conforme se acerca el momento de formalizar la alianza PAN-PRI-PRD en Tamaulipas, crecen las divisiones al interior del bloque oficialista para designar al candidato que buscará la gubernatura en 2022.

Acción Nacional busca por todos los medios imponer al abanderado, conducir de propia mano el proceso interno y presentarle a sus socios, al final, a su representante. Esa no es la idea de alianza en el PRI estatal.

Edgar Melhem acepta, desde luego, que el PAN nomine al elegido, pero no a cualquiera ni por capricho de los panistas. El dirigente tricolor quiere que se analicen perfiles, que se evalúe la capacidad real de la persona para ganar la elección. Asegura que solo así tendrán buenas posibilidades en las urnas. Sinceramente, no le falta razón.

Melhem, incluso, se adelanta a las proyecciones y sostiene que ese candidato idóneo y confiable se llama Chucho Nader Nasrralah, el alcalde de Tampico. El priista aventura que el tampiqueño es el mejor calificado en las encuestas; es un panista con trayectoria y ha obtenido reconocimientos por su trajo como jefe de la ciudad. No debería haber ningún problema para nominarlo en 2022. Y, sin embargo, lo hay.

En realidad, Acción Nacional apoya claramente a otro aspirante, el ingeniero César Verástegui, secretario general de Gobierno. Le ha permitido crear una “asociación ciudadana” y lo deja placearse y promover su causa por todo el estado. Con ello consiente que se rompa la equidad de la contienda interna. La otra opción de su agrado no es otro que el hermano del gobernador, Ismael García Cabeza de Vaca. A este último lo acaban de anunciar recientemente y ya se anticipa que la burocracia se incline a su favor. Estos dos son los más cercanos a las simpatías del PAN, no Chucho Nader, a pesar de lo que diga el PRI.

La decisión dependerá más bien del dueño del PAN estatal, el gobernador Francisco García Cabeza de Vaca. En temas de candidaturas y promociones políticas, no hay quien resista su voluntad: prácticamente es un Gabino Barreda por aquello de que “no entiende razones”. Su injerencia pesa incluso en el CEN de Acción Nacional, donde se dice que tiene comprada a la dirigencia para poder actuar a sus anchas en Tamaulipas. El reynosense no guarda las formas y pone y quita a aspirantes donde le plazca, incluso en otros partidos. Ya tiene de su lado al PRD y sus dirigentes, quienes muestran una obediencia ciega y sin reparos al gobernador. Pero el PRI, aunque reducido a escombros por sus recientes fracasos, no es el PRD, ni Edgar Melhem es Armado Valenzuela, el líder perredista. Es aquí donde se rompen las costuras de la alianza y disminuyen sus posibilidades de competir por la gubernatura.

Cuando el PRI piensa en Chucho Nader como candidato lo que pondera es su poder convocatoria en Tampico y la zona conurbada. En efecto, aunque Altamira y Ciudad Madero estén en manos de Morena, la imagen del tampiqueño es respetada en aquellos municipios. El empresario de origen libanés ha sabido ganar y reelegirse por una amplia votación, y los cambios impulsados en su localidad también favorecen a sus vecinos debido a la completa integración económica, social e histórica que los une. Esa integración es también política en el sentido de compartir valores cívicos y culturales, que no partidista. Por lo tanto, de ser Chucho el candidato bien podría recibir el apoyo de sus vecinos, incluso de González y Aldama, con quienes también hay valores en común.

Esa imagen de modernidad, orden y paz (pues hasta los problemas de inseguridad han disminuido) interesan, por ejemplo, a los habitantes de Nuevo Laredo, un municipio próspero que Acción Nacional perdió en 2021. Esta ciudad sirve de claro ejemplo de las malas decisiones panistas y sus funestas consecuencias. Cabeza de Vaca no permitió a Enrique Rivas nombrar a su sucesor en la alcaldía nuevolarendense y postuló a la priista Yalheel Abdalá; naturalmente, la militancia local la rechazó, y el fracaso fue estrepitoso en términos políticos debido a la importancia estratégica, económica y social de esta plaza.

Entonces, perfiles como el del ingeniero Verástegui y de Ismael García Cabeza de Vaca desentonan con el de la dinámica de Nuevo Laredo, que podría preferir a un carácter más empresarial como el de Nader.

Pero, de nada sirven todas las consideraciones sensatas y bien razonadas ante la impulsividad del “Gabino Barreda” Cabeza de Vaca, quien solo juega a ‘cara a cruz’ con las opciones del ingeniero y su hermano. En días recientes corre la especie de que personajes influyentes tratarían de convencer al gobernador de tomar la decisión en favor del alcalde de Tampico. Al día de hoy se desconoce si esta recomendación ha hallado alguna afinidad en la mente del gobernador. En realidad, no se puede asegurar todavía quién es el candidato de la alianza PAN-PRI-PRD.

En tanto, una cuerda de asesores fracasados ha engañado al ingeniero y a Ismael con el cuento de que una estructura colosal se movilizará el día de la elección a su favor. Con montajes fotográficos y conferencias arregladas han construido un espejismo que los mantiene distraídos y alejados de la realidad. Parecen dos gigantes de la política, dos campeones pesados; pero solo parecen.

El tiempo se agota, y la alianza se encuentra dividida y casi irreconciliable en dos bandos bien definidos: por un lado, Edgar Melhem y una franja de militantes panistas que confían en un perfil exitoso para llegar a le elección; por el otro, Cabeza de Vaca y su delirio de grandeza que no acepta analizar capacidades e imagen pública para elegir al mejor.

El gobernador no puede fallarse a sí mismo en esta etapa; es un lujo demasiado elevado para su tranquilidad. Porque ya se conoce la vieja lección: lo que mal empieza, mal acaba.

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