TIJUANA ROMPE RECORD DE VIOLENCIA; MIL ASESINATOS EN EL AÑO…Y CONTANDO
La población está atrapada en medio de una guerra entre al menos dos cárteles
Es la urbe más mortífera del país, con cuatro homicidios al día
Surgen en fosas más indicios de las matanzas
A mil llegó la cifra de asesinatos dolosos cometidos en Tijuana este año, la más alta en la historia de esta localidad fronteriza, lo cual la ubica como la urbe con mayor número de crímenes en el país.
La violencia se debe en gran parte a las disputas entre cárteles, principalmente los de Tijuana y Jalisco Nueva Generación, por el control de la ciudad.
En el primer trimestre ya se habían superado las cifras de 2008, que había sido el año más violento en la historia reciente de Tijuana.
Si bien los enfrentamientos entre criminales no han sido de la magnitud de los de hace algunos años, cuando ocurrieron balaceras frente a escuelas o se cometían secuestros a pleno día, los asesinatos o el hallazgo de cadáveres promedian cuatro por día.
Recientemente se descubrió un terreno donde se encontraron huesos humanos, a raíz de la declaración de un sujeto detenido hace meses, según información de la Procuraduría General de la República (PGR).
Durante el primer semestre de 2017, presuntos grupos delincuenciales dejaron mantas colgadas en varios puntos de la ciudad, a veces acompañadas de hieleras con restos humanos. En los mensajes amenazan a policías o miembros de grupos rivales e incluso llaman a no involucrar a inocentes.
A pesar de que el gobierno ha dicho que sólo se trata de luchas entre grupos criminales, en al menos cuatro enfrentamientos han perecido menores de edad.
En julio causó conmoción el asesinato de Alma Angélica Ciani González, médica y hermana de Odín Ciani, reportero de la cadena deportiva ESPN, en la colonia Libertad. Según las autoridades locales, se habría tratado de una confusión, pues el ataque no iba dirigido a ella.
Mientras el número de homicidios va en aumento, los gobiernos municipal y estatal, encabezados por los panistas Juan Manuel Gastélum y Francisco Vega de Lamadrid, respectivamente, han sido incapaces de aplicar medidas que detengan la violencia, lo que han criticado tanto la sociedad civil como organismos empresariales.
Marco Antonio Sotomayor, secretario de seguridad pública municipal, declaró en mayo que estaba insatisfecho con los resultados, pero sostuvo que se habían realizado importantes avances
en decomisos de armas y drogas.
En tanto, Daniel de la Rosa Anaya, secretario de Seguridad Pública estatal, dijo que hace falta adecuar el nuevo sistema de justicia penal, pues se está dejando libres a criminales.
De continuar con la tendencia de cuatro homicidios por día, Tijuana cerraría el año con mil 532 asesinatos, lo que triplicaría el número de homicidios perpetrados en 2008, cuando hubo 362.
El rastro de El Pozolero
En las fosas clandestinas descubiertas recientemente en Tijuana se han encontrado 3 mil 500 piezas óseas de víctimas del crimen organizado, informó José Fernando Ortigoza Mugarte, secretario de la organización Unidos por los Desaparecidos de Baja California.
Son restos de personas ejecutadas en la guerra de cárteles entre 2008 y 2009, y que no se sumaron a las estadísticas oficiales de homicidios dolosos.
Los huesos fueron hallados en un terreno conocido como La Gallera, en el poblado de Maclovio Rojas, donde operaba Santiago Meza López, El Pozolero de El Teo, quien se encargaba de disolver cuerpos humanos con ácido y cal para el presunto criminal Teodoro García Simental, El Teo.
El predio de 80 metros cuadrados se localiza en la calle Sioa, en una zona suburbana situada en las inmediaciones de la carretera libre Tijuana-Tecate. Las excavaciones se realizan desde el 15 de agosto y su primera fase concluirá el día 22.
Antropólogos forenses y peritos de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada de la Procuraduría General de la República excavan en la mitad del predio para extraer piezas que se analizan en la Ciudad de México. Los estudios de ADN determinarán el número de cadáveres en esa fosa.
El Teo fue miembro del cártel de Tijuana, al que pertenecieron su padre y dos de sus hermanos, presos al igual que él por delitos contra la salud; después fue desplazado con el arribo de Fernando Sánchez Arellano, El Ingeniero, y se unió al cártel de Sinaloa.