MARGARITA, ANAYA Y MORENO
La definición política del PAN es su indefinición. El 2016 los ilusionó, el 2017 los regresó a la realidad. Acción Nacional no es alternativa política para el 2018. Acción Nacional, por donde se le quiera ver, es una extensión política de Los Pinos-PRI.
Hace mucho que el PAN dejó de ser un partido de oposición, es un partido coaligado o, en el peor de los casos, de cohabitación. Los panistas opositores han muerto, como Manuel Clouthier; el pragmatismo de Carlos Casillo Peraza, las concertacesiones, impera.
Desde hace mucho el PRI y el PAN dejaron de ser adversarios, en una vuelta de tuerca más del sistema político mexicano, priistas y panistas son ahora cómplices. El doble juego de Ricardo Anaya no lo disminuye porque el PAN se ha convertido en una institución de familias, de militancia comprada, de clientelismo, de nómina.
Sin rubor, Anaya puede ser dirigente, precandidato a la Presidencia y peón de Los Pinos. Sin rubor, Margarita pretende prolongar la guerra inútil contra el narco de su consorte, Felipe Calderón, y tratar de cobrar viejas facturas al presidente Enrique Peña Nieto. Sin rubor, el expriista empanizado, Rafael Moreno Valle, se puede vender como el aliancista que acabe con la última tentación de Andrés Manuel López Obrador por llegar a la Presidencia de la República. Para los mexicanos, los panistas de elite ya no son opción.
Se equivoca Margarita cuando habla de trampas y piso parejo: “Yo lo único que pido es que no haya trucos ni trampas… No se pide más que lo que el propio partido pide al gobierno de Coahuila: imparcialidad en quienes conducen las elecciones; que no se utilicen recursos públicos y que haya condiciones parejas”.
Las trampas ya son condición para ejercer el panismo y desde hace lustros no hay piso parejo que valga. La “derrotas” de Josefina Vázquez Mota son el ejemplo mayor. En 2016 el PAN se creyó “recuperado”, obtusa visión que, meses después, se refleja en la mala gobernanza de Francisco Garcia Cabeza de Vaca y Miguel Angel Yunes. en Tamaulipas y Veracruz respectivamente.
El PAN no entendió que no ganaron sus candidatos, ganó la alternancia, el voto de castigo.
Las aguas panistas, este 2017, se tranquilizaron llegando a estancarse. El 2018 los encuentra desnudos de propuestas porque su continuismo de corrupción e impunidad los delata. Ni Margarita ni Ricardo Anaya ni el ausente de la mesa de aspirantes, Rafael, son la opción para los ciudadanos. Los partidos políticos sufren una debacle, por eso el invento de un Frente Amplio Opositor, opositor no a Los Pinos-PRI sino a Morena de Andrés Manuel López Obrador.