El misterioso caso de Scott, el astronauta que ha rejuvenecido tras un año en el espacio
Desde que Albert Einstein enunciase la teoría de la relatividad en las primeras décadas del siglo pasado, la posibilidad de viajar al futuro “ralentizando” el tiempo ha sido una constante en ciertas obras de ciencia-ficción, desde ‘El planeta de los simios’ hasta ‘Interstellar’. A grandes rasgos, la apropiación popular de esta noción indica que, al desplazarse a una velocidad casi igual a la de la luz, un cuerpo experimenta el tiempo de manera a mucho más lenta, lo que ralentizaría el proceso de envejecimiento.
Esta misma semana, muchos habrán recordado este tropo de la ficción científica gracias a un artículo publicado en ‘Nature’ que desvela una especial particularidad del caso de los gemelos Kelly (Scott y Mark), que participaron hace un año en un ambicioso experimento cuyo objetivo es entender las diferencias que experimentan cuerpos con “genomas casi idénticos” en el espacio o en la Tierra: mientras Scott pasó 340 días en órbita, su hermano Mark (astronauta retirado) le esperaba en casa.
La pasada semana, la NASA publicó los primeros resultados del estudio en un taller de investigadores en Galveston (Texas) y son sorprendentes. Especialmente en lo que concierne a los hallazgos de Susan Bailey, bióloga de la radiación de la Universidad Estatal de Colorado, cuya área de estudio se centra en los telómeros y la telomerasa, relacionadas con el envejecimiento y la reparación del ADN.
Como ha señalado la ciencia durante los últimos años, la longitud de los telómeros (tapones en los extremos de los cromosomas que previenen la destrucción de la célula) se acortan a medida que pasan los años y se producen nuevas divisiones celulares, hasta el punto de que la célula deja de dividirse o muere. Una metáfora habitual para hablar de los telómeros es referirse a ellos como el extremo de plástico que cubre un cordón y que evita que se deshilache.
Según el hallazgo de la científica, los telómeros se comportaron de manera completamente opuesta en los dos hermanos. “En una escala de un año, Bailey descubrió que los telómeros de Scott al final de los cromosomas en sus glóbulos blancos se incrementó mientras estaba en el espacio”, explica el artículo publicado por la NASA. Como explicó la autora, “es exactamente lo contrario a lo que pensábamos encontrar”. Pero la explicación no tiene por qué estar relacionada con ningún secreto espacial, aunque sí puede ayudarnos a entender mejor el funcionamiento de nuestro cuerpo.
¿La llave de la eterna juventud?
Hay dos posibilidades: o bien que este curioso efecto se deba a factores relacionados de manera específica con la vida en el espacio, o que se trate de los hábitos de vida que forzosamente debe adoptar un astronauta al abandonar la Tierra. En cuanto a lo primero, Bailey sugiere que el alargamiento de los telómeros puede estar relacionado con “un mayor ejercicio físico y una reducción en el consumo de calorías durante la misión”.
Sin embargo, cuando Scott volvió a nuestro planeta, sus telómeros volvieron a acortarse de nuevo hasta el tamaño que tenían antes de salir, lo cual sugiere que puede haber otros factores en juego. No solo eso, sino que durante los meses posteriores, la actividad de la telomerasa se incrementó tanto en uno como en otro gemelo, lo que puede estar ligado a “un evento familiar significativo y estresante que ocurrió durante esa época”. La otra hipótesis que manejan los investigadores es que este sorprendente comportamiento de los telómeros esté relacionado con la radiación espacial, el área científica en la que Bailey está especializada. Con el objetivo de entender qué es lo que pudo haber ocurrido, otro laboratorio diferente está realizando un nuevo estudio con otros 10 astronautas cuyos resultados serán publicados durante el año 2018.
El de los telómeros y la telomerasa no es el único cambio que se ha detectado en los cuerpos de los dos gemelos. También decreció en Scott la metilación del ADN, el principal mecanismo epigenético que puede afectar la expresión de los genes, mientras que aumentó en Mark. Como ocurría con el anterior caso, los niveles se volvieron a igualar una vez Scott volvió a la Tierra. Hay, igualmente, una posible explicación ambiental para esta diferencia: es posible, señala el artículo publicado en ‘Nature’, que se deba al estrés causado por alimentarse básicamente de comida congelada e intentar conciliar el sueño en el espacio.
Además, otros estudios de las condiciones de ambos hermanos han mostrado diferencias en otros campos. Cognitivamente, Scott mostraba una menor velocidad de pensamiento que antes de partir, aunque esta diferencia no era sustancial. Además, sus huesos se formaban de manera más lenta y sufrió más inflamaciones después de volver a su planeta.
¿Para qué sirven los telómeros?
Estos “tapones” del ADN fueron descubiertos durante los años 30 por los científicos Hermann Joseph Muller y Barbara McClintock, un hallazgo merecedor del Premio Nobel de Medicina de 1946. Sin embargo, durante décadas, nadie fue realmente consciente de la importancia del descubrimiento. Hoy en día, la comunidad científica coincide en una misma opinión: si conseguimos revertir el proceso de acortamiento de los telómeros (o, incluso, si llegáramos a alargarlos), el envejecimiento biológico podría detenerse.
El año 2009, el Premio Nobel de Medicina también cayó en manos de tres investigadores del Instituto Karolinska de Estocolmo, especializados en los telómeros y la enzima telomerasa, Elizabeth H. Blackburn, Carol W. Greider y Jack W. Szostak. Fueron los dos primeros los que descubrieron la enzima. En nuestro país, una de las investigadoras clave en este ámbito es María Blasco, directora de Oncología Molecular del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), que explicó a ‘Efe’ que “no hay vida sin telomerasa, porque se encarga de mantener a la célula joven”.
La misión ‘Un año en el espacio’, como se la conoce popularmente, busca identificar los principales cambios en el organismo humano causados por una larga estancia fuera de este planeta, con el objetivo de enviar en un futuro a astronautas a Marte u otros viajes de larga duración. Por ejemplo, señala el artículo de ‘Nature’, desarrollar análisis genéticos para conocer de antemano las posibilidades de que alguno de los viajeros pueda sufrir cáncer. Tan solo que los resultados del experimento de los gemelos permanecerán, en su mayor parte, ocultos; la cantidad de información recabada es tan sensible que los Kelly deciden en última instancia si se hace pública o no.