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EL LÍDER VIP Y SU CASTA PETROLERA

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Las 258 cláusulas del contrato colectivo firmado cada dos años entre Pemex y el sindicato petrolero constituyen una radiografía, parcial pero reveladora, de los enormes ingresos que obtiene la organización encabezada por Carlos Romero Deschamps.

Sólo por cinco conceptos, el sindicato de trabajadores petroleros ha obtenido 2 mil 210 millones de pesos, de acuerdo con los últimos cinco contratos colectivos de trabajo, obtenidos por emeequis a través de la Ley de Acceso a la Información.

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POR ZORAYDA GALLEGOS
@zogallegos
ILUSTRACIÓN: MARCOS GONZÁLEZ

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Miles de millones de pesos entregados por los siguientes conceptos:
1) apoyo económico al Comité Ejecutivo, 2) apoyo para gastos de viaje del Comité Ejecutivo, 3) gastos para los festejos del desfile del 1 de mayo, 4) gastos para los festejos del aniversario de la expropiación, y 5)gastos para la revisión del Contrato Colectivo de Trabajo.

No son prestaciones para todos los trabajadores, sino recursos cuyo destino sólo conoce la dirigencia nacional y un centenar de fieles, los más cercanos al líder, los integrantes de la auténtica casta petrolera.

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En las 29 cuartillas que componen la propuesta de reforma energética presentada por el presidente Enrique Peña ni una palabra, ni una mención, ni un amago.

Nada hubo en la iniciativa de reforma que aludiera al sindicato petrolero, nada sobre la extendida corrupción atribuida al senador y dirigente Carlos Romero Deschamps; nada sobre el uso y destino de los miles de millones de pesos entregados a esa organización sindical, nada sobre la ávida casta sindical que consume dinero de Petróleos Mexicanos (Pemex) a ritmos desbocados.

“Mimado”, calificó a Romero Deschamps la revista inglesa The Economist, y “oneroso” al sindicato que dirige, luego de que ese tema no apareció en la propuesta oficial de reforma energética.

Dijo más el semanario en el reportaje “Pemex, irreparable”: el principal problema de la empresa es su administración y estructura, y una sofocante burocracia interna por el exceso de trabajadores que no pueden ser despedidos.

The Washington Post bordó sobre el asunto y criticó la vida extravagante de Romero Deschamps, así como la corrupción de la dirigencia y la estructura sindicales. Y The Wall Street Journal definió al sindicato petrolero como un grupo controlado por “jefes multimillonarios” que han jugado un papel clave en la política mexicana, “financiando campañas para el PRI”.

Pero en las 29 cuartillas, nada. Nada que lastime a la dirigencia sindical petrolera.

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Los contratos colectivos de trabajo firmados bianualmente entre el director general de Pemex y el secretario general del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) han permanecido en secreto durante años.

No es extraño que así sea porque la dirigencia nacional del gremio petrolero ha encabezado una férrea batida legal en contra de cualquier intento de transparentar los recursos públicos que recibe, y ante cualquier petición para conocer las cifras exactas.

Un esfuerzo jurídico de esa magnitud se explica sólo por un hecho: las cientos de hojas en las que están redactadas las 258 cláusulas que integran el contrato colectivo constituyen una radiografía, parcial pero reveladora, de la dimensión de los beneficios económicos e ingresos que obtiene el sindicato encabezado por Carlos Romero Deschamps.

Y son recursos enormes: la cúpula del sindicato petrolero ha obtenido 2 mil 210 millones de pesos por sólo cinco conceptos en un periodo de 10 años, de acuerdo con los últimos cinco contratos colectivos de trabajo, obtenidos por emeequis a través de la Ley de Acceso a la Información.

No son prestaciones para todos los trabajadores, sino miles de millones de pesos cuyo destino sólo conoce la dirigencia nacional.

Esos más de 2 mil 210 millones de pesos corresponden a lo recibido en 10 años exclusivamente por las siguientes cinco cláusulas:

a) Apoyo económico al Comité Ejecutivo: $457 millones.

b) Apoyo para gastos de viaje del Comité Ejecutivo: $267 millones.

c) Gastos para los festejos del desfile del 1 de mayo: $157 millones.

d) Gastos para los festejos del aniversario de la expropiación petrolera: $179 millones.

e) Gastos para la revisión del Contrato Colectivo de Trabajo: $1,148 millones.

No se incluyen en los contratos todos los recursos transferidos a las cuentas bancarias de la organización sindical, pero detallan, uno a uno, lo que Pemex entrega cada año a Romero Deschamps y su grupo más cercano.

Muestran las excesivas prestaciones de las que gozan los miles de trabajadores sindicalizados, pero sobre todo el reducido grupo del Comité Ejecutivo General, el círculo de fieles más cercanos a Romero Deschamps, lo que puede llamarse con precisión con tres palabras: la casta petrolera.

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Enrique Peña Nieto enumeró los beneficios económicos que en su opinión la reforma en materia energética traerá a México. Y recibió un buen número de aplausos. Sentado en la primera fila de las sillas colocadas en el salón Adolfo López Mateos de Los Pinos, junto al diputado Manlio Fabio Beltrones y al senador Emilio Gamboa, el senador Carlos Romero Deschamps escuchaba atento las palabras de Peña Nieto.

Lucía tranquilo. Parecía satisfecho con la iniciativa. Tenía razones para estarlo. En ninguna de las propuestas presidenciales se habló de acotar el poder del sindicato de trabajadores petroleros.

La iniciativa de decreto por la que se reforman los artículos 27 y 28 de la Constitución no tocan en ninguna de sus 29 páginas al sindicato. No se habla de rendición de cuentas y apenas se dedican dos líneas al tema de la transparencia.

“Transparencia: garantizar a los mexicanos el adecuado acceso a la información sobre la administración del patrimonio energético nacional”, se menciona como uno de los seis ejes estratégicos de la iniciativa, pero no se vuelve a retomar el tema.

Habrá respirado tranquilo Romero Deschamps porque, además de que la reforma energética no representa problemas para él, los diputados del PRI maniobraban para evitar que las organizaciones sindicales estén obligadas a rendir cuentas de los recursos públicos que manejan.

Más allá de lo que se discuta en el Congreso, el sindicato petrolero ha ganado terreno y experiencia: ha interpuesto a la fecha 47 juicios de amparo para no hacer públicos los recursos que recibe de la empresa. La mayoría los ha ganado.

Y aunque existen decenas de cláusulas que obligan a Pemex a dar prestaciones de todo tipo a los 101 mil sindicalizados de los casi 150 mil trabajadores que integran la plantilla laboral, los mayores beneficios no son más que para un grupo muy reducido, el más cercano al líder petrolero.

No son muchos: los 68 integrantes del Comité Ejecutivo General, 90 integrantes de las comisiones mixtas, 158 integrantes de las comisiones nacionales y 12 comisionados que trabajan directamente a las órdenes de Romero Deschamps. Éste es el grupo compacto.

Se suma una cantidad aproximada de 950 funcionarios sindicales repartidos en las 36 secciones en que se divide la organización. Y ellos sólo le rinden cuentas a Romero Deschamps.

El académico y politólogo Sergio Aguayo compara esta burocracia sindical con la casta yucateca, un grupo oligárquico integrado por comerciantes, industriales y terratenientes que a principios del siglo XX dominó la economía en la península, además de controlar la actividad política y social.

“Son una casta que controla las finanzas del sindicato y se ha enriquecido a niveles que apenas estamos empezando a conocer porque una vez desaparecida Elba Esther Gordillo del mapa político, le toca el turno a otros”, afirma el investigador.

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El reinado de Carlos Romero Deschamps parece no tener fin: el 20 de octubre de 2012 se reeligió al frente del sindicato que dirige desde 1996, lo que le garantiza su permanencia hasta 2018. Entonces sumará casi un cuarto de siglo viviendo en la cúpula de poder del gremio petrolero.

Los beneficios de esta su larga carrera de dirigente se han complementado con otra faceta del poder en México: la de legislador. A sus 70 años de edad, ya ha sido cinco veces legislador federal.

Ha sido diputado en tres ocasiones distintas y ésta es la segunda vez que ocupa un puesto como senador de la República.

La primera vez que obtuvo un cargo de elección fue en 1979, cuando tenía 35 años de edad. Pasaron varios años antes de que regresara a disfrutar del gozo de legislar, pero una vez que lo hizo no paró.

Así que si en 1991 fue diputado federal, tres años más tarde ya estaba escombrando su escritorio y guardando sus cosas en cajas para irse al Senado de la República, en donde concluyó sus tareas en el año 2000.

Nuevamente a hacer cajas y guardar los recuerdos, pues ese mismo 2000 regresó a la Cámara de Diputados, donde cobró otros tres años más su dieta de legislador. Terminó el encargo en 2003 y al fin tomó un respiro en su carrera como legislador.

Fueron nueve años en los que se dedicó a dirigir el sindicato petrolero hasta que en 2012 fue invitado por el PRI a ser senador otra vez. Y ahí está, sin demasiado trajín.

En lo que va de esta legislatura, la labor de Romero Deschamps se ha reducido solamente a estampar su firma de adhesión a ocho iniciativas presentadas por sus compañeros senadores del PRI, pero no ha presentado ninguna de su autoría.

Entre las propuestas que ha firmado se encuentra, por ejemplo, la que presentó junto con su compañero senador Jesús Castillas para obligar a las gasolineras a ofrecer a sus clientes el servicio sanitario de forma gratuita y que éstos se encuentren en condiciones higiénicas. Nada más.

Este hombre acumula, en teoría, una gran experiencia legislativa. Lleva 15 años conociendo los pasillos de ambas cámaras y al concluir su periodo en 2018 será un veterano con 21 años legislativos a sus espaldas.

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A Carlos Romero Deschamps le gusta aprovechar los “puentes” de los días festivos para viajar y disfrutar con su familia, como aquel 1 de mayo de 2008, cuando tomó un vuelo, acompañado de su esposa, sus dos hijos y su yerno, con destino a Las Vegas, Nevada.

Al llegar al aeropuerto abordó una limusina que lo trasladó a The Venetian, un lujoso hotel cinco diamantes, en donde se albergan un casino que ofrece más de 122 juegos de azar y un extenso centro comercial techado, llamado Grand Canal Shoppes, que puede recorrerse en góndolas.

En vez de conmemorar con sus compañeros trabajadores el Día del Trabajo en el Zócalo, Romero Deschamps prefirió tomarse un merecido descanso en un hotel cuyas habitaciones tienen un precio de 500 dólares por noche.

Lo llamativo es que a pesar de que, al menos desde 2004, el sindicato petrolero no celebra el 1 de mayo, cada año recibe de Pemex recursos para ese fin.

No es poco dinero y cada año va en aumento:

En 2004, Pemex entregó al sindicato 22.3 millones de pesos. En 2005 consiguió un “jaloncito”, un poco más de recursos gracias a la negociación del contrato colectivo: 23.4 millones.

Para 2008, cuando Romero Deschamps viajó a Las Vegas para pasar allá el puente vacacional, Pemex transfirió al sindicato 26.3 millones para los gastos del “desfile del 1 de mayo”.

Y así cada año. En el último registro que se tiene, el de 2012, la dirigencia sindical obtuvo poco menos de 10 millones de pesos para celebrar un desfile al que los petroleros si acaso ven por televisión. Pero la fecha ha ofrecido dividendos: en conjunto el sindicato ha recibido 157 millones de pesos.

Habrá que decir que el 1 de mayo no es la única fecha conmemorativa para la que el Comité Ejecutivo del sindicato petrolero negocia partidas sustanciales de dinero.

El 18 de marzo, fecha en que se celebra la expropiación petrolera decretada por el general Lázaro Cárdenas, es un buen día también para celebrar y recibir recursos adicionales.

Como en otras categorías, en ésta los recursos van en aumento. En 2004 recibió 12 millones y medio de pesos. Cinco años después obtenía 16.4 millones de pesos, y éste y el próximo año ya se pactaron las nuevas cantidades: 20.2 millones de pesos.

Esta es una de las razones por las cuales el investigador Sergio Aguayo piensa en Romero Deschamps y ve al mayor símbolo del líder sindical corrupto en México. El número uno en el rango de los dirigentes con ostentación inexplicable.

“Romero Deschamps es uno de los ejemplos más grotescos y escandalosos, junto con Elba Esther Gordillo, de la ostentación asociada con los privilegios que recibe por mantener controlado al gremio petrolero”.

Al igual que Elba Esther Gordillo tenía debilidad por los zapatos y bolsos caros, el líder petrolero se desvive por los relojes carísimos, los autos de lujo, los yates y por consentir a su hija para que viaje holgadamente por el mundo con sus cachorros de perro buldog.

“En la política mexicana he escuchado decir lo siguiente: ‘A las mujeres corruptas se les nota por los zapatos y los bolsos; cuando empiezan a estrenar constantemente zapatos y bolsos, ese es uno de los indicadores de la corrupción, porque ningún salario honorable resiste un cañonazo de unos zapatos de 5 mil o un bolso de 30 mil pesos’”.

El investigador aprecia más paralelismos: “Elba Esther era ostentosa, presumida y vanidosa, y Carlos Romero Deschamps también lo es; él tiene una debilidad por los relojes carísimos, igual que Joaquín Gamboa Pascoe, el líder de la CTM, y por los autos de lujo”.

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A las 258 cláusulas del Contrato Colectivo de Trabajo que se firma bianualmente, se le suman anexos y acuerdos mediante los cuales el sindicato obtiene crecientes recursos.

Es el caso de un convenio pactado desde 2003 mediante el cual Pemex le entrega al sindicato una “ayuda económica” mensual. Así, sin más. Sin destino ni nada. Sólo “apoyo económico al Comité Ejecutivo”. En 2005 era de 5.6 millones mensuales, cantidad que subió a 6.3 millones en 2007. Poco tiempo después, en 2009, el apoyo mensual ya era de 7.6 millones.

Luego, se suspendió la práctica de incluirlos en el Contrato Colectivo de Trabajo, así que el monto actual del apoyo se desconoce.

Sin embargo, en sólo cinco años la dirigencia del gremio petrolero recibió 457 millones de pesos.

No es, como se verá, el único apoyo que Pemex entrega al sindicato. A medida que se revisan las cláusulas, el dinero destinado a la dirigencia va surgiendo por aquí y por allá. Unos millones de pesos para un propósito, otros tantos millones para otro concepto.

Un ejemplo es el de la cláusula 250 del contrato colectivo 2013-2015, cuya última línea señala discretamente: “El patrón cubrirá al Comité Ejecutivo General la cantidad de $2’842,268.20 mensuales, para gastos de viaje de sus integrantes”.

Así, en apenas unas cuantas palabras, el dinero se va amontonando. Si se juntan las cantidades, se tendrá que en 10 años el apoyo habrá sumado ya 267 millones de pesos a esa danza interminable de dinero.

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Los beneficios para los miembros del Comité Ejecutivo General del sindicato no se limitan a los salarios, prestaciones, préstamos, viáticos, ayuda para transporte, alimentación y gastos foráneos que reciben por estar asignados a alguna comisión.

Desde el 2004, Pemex está obligada a entregarles un local que cuente con servicios de luz, agua y teléfono, para que instalen sus oficinas y desarrollen sus actividades sindicales y sociales.

La paraestatal también le ha acondicionado al sindicato locales que sirven de tiendas cooperativas. En los casos donde no ha podido proporcionar un lugar adecuado, Pemex ha tenido que rentar uno y los ha apoyado con el pago máximo de 3000 kilowatts hora/mes, además de facilitar el transporte de sus mercancías.

Sin embargo, los trabajadores poco conocen de cómo se administran estos bienes. Fernando Candia Araiza, coordinador general de la Zona Centro del Frente Nacional Petrolero, que agrupa alrededor de 20 mil trabajadores petroleros disidentes, asegura que Romero Deschamps se niega a rendir cuentas de los millonarios recursos que percibe el sindicato por la renta de inmuebles propiedad del gremio, alquilados como oficinas públicas.

Los empleados opositores mantienen desde hace cuatro meses un plantón frente a la PGR para pedir celeridad en las denuncias que han presentado contra el líder. Han solicitado una auditoría de cada uno de los comités ejecutivos locales para conocer el destino de las cuotas sindicales y han exigido una auditoría de las ganancias por transporte, lavado de autos y renta de locales e instalaciones de la organización sindical.

El trabajador de la sección 35, localizada de Tula, Hidalgo, afirma que el líder petrolero no sólo ha lucrado con el membrete sindical, sino que se ha enriquecido ilícitamente con los convenios que el sindicato firma con Pemex.

“La PGR tiene todas las denuncias, independientemente de si se presentaron el sexenio pasado o el antepasado; ellos deben tener el registro de todas las denuncias, es muchísimo dinero con el cual ha lucrado. Por eso ostenta una vida de jeque árabe”, recalca.

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Romero Deschamps ha visto pasar a cuatro presidentes de la República, 12 secretarios de Energía y ocho directores de Pemex. A todos les ha pedido por igual, pero a él nadie le ha exigido cuentas. Ni el escándalo del Pemexgate logró acotar su poder.

Por el contrario, cada año, consigue prestaciones de todo tipo. Por ejemplo, las incluidas de las cláusulas 166 a la 170.

Pemex está obligado a instalar y dar mantenimiento a campos deportivos dentro de los centros de trabajo, incluidos aquellos que sean propiedad del sindicato, y a proporcionar al Comité Ejecutivo hasta 120 equipos deportivos, y a cada sección o delegación, los equipos según con el número de trabajadores de planta que las integren.

El “patrón” también debe proveer “uniformes e implementos indispensables, de primera calidad” (deben llevar el escudo del sindicato) para practicar ajedrez, atletismo, karate, levantamiento de pesas, luchas, natación, tenis, futbol, ciclismo, box, boliche, gimnasia y beisbol, entre otras disciplinas.

La paraestatal también debe proporcionar instrumentos y uniformes para una banda de guerra y un cuerpo de música por sección. Debe cubrir 100 por ciento del sueldo del director de las mismas y destinarles mensualmente para su sostenimiento.

En 2009, con el argumento de que el sindicato debe fomentar las actividades deportivas, Pemex le otorgó 1 millón 560 mil pesos mensuales.

Cinco años antes, habían logrado pactar con el entonces titular de Pemex, Raúl Muñoz Leos, que les entregaran 80 millones para el mantenimiento de instalaciones deportivos, así como otros 120 millones para el mismo fin durante el primer trimestre de 2005.

Todos estos caprichos cumplidos a Romero Deschamps provienen de una relación perversa, explica Aguayo Quezada, donde hubo un entendimiento informal entre los grandes sindicatos y el Estado mexicano.

“Uno de ellos es que se concedía impunidad y opacidad a los líderes sindicales. El caso de Romero Deschamps no es excepcional; lo encontramos en todos los grandes sindicatos nacionales, y se da porque nuestros gobiernos creen que es una manera de mantener la paz social en esos sindicatos, mantenerlos controlados”, detalla.

Desde que se dio este acuerdo “informal” entre sindicatos y gobierno, ningún presidente ha querido cambiar porque le resulta funcional. Es parte de la estructura autoritaria, corporativa, que caracteriza todavía a la política mexicana, comenta Aguayo.

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En una de las ocasiones que regresó de Las Vegas, Romero Deschamps fue fotografiado en el Aeropuerto de la Ciudad de México luciendo un fino reloj: una pieza de oro de 18 kilates marca Audemars Piguet, con valor de entre 40 mil y 200 mil dólares.

El tamaulipeco siempre ha mostrado fascinación por los relojes. El primero que tuvo, moldeado en oro, lo compró en 1978 y le costó 16 mil pesos, según contó en una entrevista que le hicieron en abril de este año, ocasión que aprovecharon para cuestionarlo por los escándalos en los que sus hijos se han visto involucrados.

“Yo le quiero decir que cuando era transitorio, allá por 1963, vi a un ingeniero que traía un reloj de oro, yo hacía agujeros con el pico y la pala y cuando vi ese reloj y me gustó, me dije ‘algún día me lo voy a poder comprar’… y el que yo me hubiera podido comprar ese reloj no quiere decir que sea millonario.

“Cualquier persona que trabaja, que ahorra y progresa tiene derecho a comprarse un reloj de acero, de oro o no usar”, justifica.

Pero no todos sus relojes se los ha costeado él. En 2008, un grupo de trabajadores disidentes mostró evidencias de cómo las cuotas sindicales de los trabajadores de Pemex sirven para comprarle costosos regalos a su líder nacional.

Los empleados dieron a conocer una copia de una solicitud de pago que hizo el Comité Ejecutivo local de esa entidad firmaba por Jorge Wade González, secretario general de esa sección sindical, para costear un reloj Rolex Oyster Perpetual de 66 mil pesos.

“Jorge Wade tomó el dinero de los trabajadores sin su consentimiento para comprarle un Rolex a Romero Deschamps”, denuncia Luciano López, trabajador jubilado de Pemex.

El regalo fue comprado en la tienda Peyrelongue Chronos, de Polanco, en la Ciudad de México, de acuerdo con copias de dos facturas que forman parte del expediente que los disidentes entregaron a la Procuraduría.

Los recursos con los que presuntamente se financiaron estos obsequios tienen origen en la cláusula 245, que establece la obligación del patrón de realizar las deducciones que solicite el sindicato de los salarios de los trabajadores sindicalizados por concepto de cuotas sindicales.

Además, en algunos casos, la paraestatal puede otorgar préstamos “a cuenta de cuotas sindicales”, que serán deducidos de las cuotas que les correspondan.

Poco se sabe de las cantidades que se recaudan por este concepto porque el gremio que dirige el tamaulipeco se niega a transparentar el dinero que recibe de Pemex, pero a mediados de 2008 emeequis logró obtener un reporte, donde se revelaban cifras hasta entonces desconocidas. Y no se ha vuelto a conocer más información.

En 2005 las transferencias de cuotas sindicales fue de 308 millones de pesos; en 2006, subieron a 354 millones; mientras que de enero a julio de 2007, la cifra era de 213 millones.

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Según explicó Peña Nieto, Lázaro Cárdenas impulsó una reforma al artículo 27 para prohibir las concesiones y se otorgó al Estado el derecho exclusivo de explotar el petróleo. Sin embargo, el general aclaró que la exclusión de particulares del régimen de concesiones no implicaba que la nación abandonara la posibilidad de admitir la colaboración de la iniciativa privada.

Con esta premisa, el gobierno federal y el PRI promueven en prensa, radio y tele, su propuesta energética, la que, argumentan, retoma el espíritu cardenista.

Sin embargo, para la oposición y especialistas en el tema tiene un gran defecto: no toca al sindicato

A diferencia de las iniciativas del PAN y PRD, que proponen acotar el poder del sindicato a través del Consejo de Administración de Pemex, la del PRI no menciona nada al respecto; sólo se limita a las reformas a los artículos 27 y 28 constitucional.

La iniciativa de Acción Nacional, por ejemplo, propone una nueva configuración del Consejo de Administración de Pemex, el cual quedaría conformado por cinco consejeros independientes, cuatro del gobierno y un presidente, que sería el secretario de Energía.

De esta forma, el sindicato petrolero, que actualmente tiene cinco representantes en dicho consejo, quedaría fuera.

Igualmente, la del PRD plantea una nueva composición del Consejo con nueve integrantes que tendrán voz y voto, dejando fuera al sindicato.

Entrevistado en el Senado sobre estas propuestas, Carlos Romero Deschamps pidió esperar a que se dé la discusión sobre el tema de la reforma energética para saber si es sano o no sacar al sindicato del Consejo de Administración de Petróleos Mexicanos.

–¿Qué opina de las iniciativas que proponen sacar al sindicato del Consejo de Administración de Pemex? –le preguntaron reporteros.
–Vamos a discutirlas aquí, vamos a discutir aquí las propuestas y saldrán definiciones favorables.
–¿Se están violentando los derechos de los trabajadores con las iniciativas?
–No, no, no… Podrán proponer muchas cosas, lo importante es lo que se legisle. Y, seguramente, será en beneficio de Petróleos Mexicanos y también de los trabajadores.
–¿Es saludable que el sindicato salga del Consejo de Administración de Pemex? –se le insistió.
–Vamos a esperar que se discutan las iniciativas.

Por lo pronto, varios medios internacionales ya han criticado la propuesta energética del presidente Peña Nieto porque no plantea un alto a la corrupción en la empresa.

En un editorial The Washington Post sugirió que lo mejor era privatizar Pemex y criticó la vida extravagante que llevan Romero Deschamps y la burocracia en la paraestatal.

“La burocracia de Pemex es impenetrable, el líder del sindicato goza de un estilo de vida extravagante, y de acuerdo con el resultado de una encuesta reciente, 80 por ciento de los mexicanos asocia a la paraestatal con la corrupción”, destacó el diario estadunidense.

Otro texto publicado en The Wall Street Journal destaca que el sindicato ha sido controlado por jefes multimillonarios y que ha jugado un papel clave en la política mexicana, “financiando campañas principalmente para el PRI, al cual pertenece Peña Nieto y que ha gobernado México durante 71 de los últimos 83 años”.

Dicen que eso va a cambiar. Veremos.

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