El celular y otras cosas
Maremágnum
Mario Vargas Suárez
Llamo mi atención una noticia de la semana pasada donde anuncia que el joven Jack Cooksey que recién compró su iPhone 6, con valor comercial en nuestro país de 15 mil 599 pesos y que accidentalmente se le cayó al piso.
Desde meses atrás la empresa Apple había anunciado que a partir del viernes 19 de septiembre comenzaría a vender los iPhone 6 y 6 Plus en países como Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, etc.
La noticia del accidente se generó en Australia y corrió a velocidad inusitada por todo el mundo, puesto que el muchacho fue la primer persona de aquél país en comprar el iPhone 6.
El incidente ocurrió cuando Jack era entrevistado por un canal de TV local para el programa «Today» y por las prisas al abrir el paquete se le cayó el teléfono al suelo.
El chico de unos 18 años de edad -se aprecia en el video- iba vestido con una chamarra de piel negra, jeans y tenis, permitió que la reportera rompiera el empaque de celofán, quien de inmediato entregó la caja blanca al propietario. Por desgracia, sin cuidado la abrió, provocando la caída.
El mismo joven levantó el costoso smarphone con un rostro desencajado y a toda prisa lo encendió, percatándose que el costoso aparato trabajaba, su rostro dibujó una sonrisa, declarando casi a gritos que no había pasado nada, que estaba funcionando.
Según el diario ‘The Guardian’, en otros lugares del mundo hay quienes están empezado a replicar la caída con fines de investigación. Aunque el sitio PhoneBuff determinó que el aparato no puede salir ileso luego de dejarlo caer desde la altura del hombre al suelo, sobre todo si la pantalla choca contra el piso.
Hasta aquí la nota que provocó lamentaciones y expresiones de asombro, tristeza y envida para los seguidores de estos medios de comunicación de última generación, pero que, lamentablemente, chocan con algunas costumbres. Buenas por cierto.
Precisamente del tema de la comunicación vía celular, fue el tema del domingo pasado en el mensaje del Obispo de la diócesis de Cd. Victoria, Antonio González Sánchez, en la catedral de Nuestra Señora del Refugio, de tal suerte que parte de su retórica fue difundida por diversos medios de comunicación tamaulipeca.
González Sánchez dijo desde el púlpito catedralicio: “El celular acerca a los lejanos y aleja a los cercanos. Para hablar con Dios no se necesita celular. Los católicos debemos entender que la misa es un diálogo, donde escuchamos a Dios pero también le hacemos las peticiones”.
Con esta expresión, los feligreses entendieron que el Obispo les estaba llamando la atención por el uso del celular dentro de la iglesia, donde reclamó la atención devota, pidiendo que hicieran lo posible para no llevar el celular a la misa.
El obispo de la diócesis de Victoria expresó: “En algunas partes se pide que el teléfono celular se ponga en vibrador. ¡Pero sigue siendo lo mismo! Ya que como quiera la persona se va a distraer en contestar”.
El obispo Antonio González Sánchez dijo que es una falta de respeto contestar una llamada o un mensaje durante la celebración de la misa, “A Dios lo hacen a un lado y se pones a platicar con la persona que marcó”, dijo.
Sugirió además, que se trate de convivir y dialogar más con las personas que están alrededor, porque “Me ha tocado ver que en los restaurantes, cada quién está con su celular y a la persona que está a tu lado, ni una conversación entablan”.
El discurso del señor Obispo de Victoria, Antonio González Sánchez, bien podría aplicarse a las escuelas, desde la primaria hasta la universidad, donde los alumnos usan y abusan del teléfono celular… También algunos profesores.
La pésima costumbre -como lo señala Don Antonio- de contestar una llamada o un mensaje cuando el alumno está en el aula, mientras el profesor imparte la clase, intentando hacer que el conocimiento tenga como destinatario al escolar.
En algunas universidades del mundo está prohibido a maestros y estudiantes que introduzcan celulares a las instalaciones, sobre todo por razones de seguridad y de educación.
Comentarios: mario.vargas@starmedia.com