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‘Mi esposo me contagió y fui echada del trabajo’

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Escrito por Ricardo Brussolo vih-sida
VIACTORIA, Tamaulipas.- Hilda tuvo la boda de sus sueños, unió su vida al hombre que amaba y juntos procrearon dos hijas. Era la familia soñada, hasta que una prueba rutinaria en el trabajo le dio un diagnóstico que cambió su vida: era portadora del Virus de Inmunodeficiencia Humana(VIH-SIDA).

De acuerdo a la estadística de la Secretaría de Salud, en Tamaulipas hay 600 mujeres que reciben tratamiento contra el VIH, más del 90 por ciento de ellas son amas de casa, como Hilda Esquivel.

Enfermera de profesión, su vida cambió hace 20 años, cuando trabajaba en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), y a todos los empleados les fue solicitada una prueba de VIH.

“El examen me lo hice por cuestión de trabajo, nos lo pidieron, y yo no pensé que hubiera problemas, siendo una mujer casada. Me llamaron a medicina del trabajo, el médico me dijo ‘fíjate Hilda que en tus exámenes saliste mal, y a partir de este momento tu ya no puedes laborar aquí, te tienes que ir porque saliste positivo: tienes SIDA. Fue un shock fatal, nadie lo puede entender más que las que lo pasamos”.

El hospital le negó apoyo, se le pidió que firmara la renuncia y a cambio recibiría una pequeña pensión para ayudarse.

“En ese momento me sacaron, no me dejaron volver. Yo pedí que no me quitaran el trabajo, pero ellos hicieron un dictamen, y me trataron como la peor prostituta, sin ser, nada más para quitarme el trabajo. Todo el hospital se enteró, se creó un gran estigma en la institución, creo que fui la última en enterarme”.

“Tengo 20 años con el diagnóstico, me tocó en los peores momentos de discriminación, de estigma, de no medicamentos, y toda esta cuestión que crucificaban a las personas con SIDA, porque así lo decían, no era VIH, era SIDA. No había un conocimiento total del problema, de cómo se transmitía, había mucha muerte social”.

Hilda pensó que había contraído el virus en algún accidente laboral, al tratar a algún paciente enfermo. Años después se enteró que la transmisión fue sexual, a través de su esposo.

“Recuerdo que yo llegué a casa aterrada con el diagnostico, y él me dijo ‘no hay problema, de algo nos tenemos que morir’, yo pensé él es mi ídolo, para mi era un súper hombre que me apoyaba y dice que no hay problema, hasta después me enteré que él ya tenía 10 años con VIH y yo no sabía, se lo calló”.

El esposo de Hilda enfermó de meningitis, luego tuvo un derrame cerebral, algo extraño le ocurría, algo que le confesó a su esposa.

“No hubo una relación monógama, no hubo fidelidad. Yo sabía que él andaba con otras mujeres, una de ellas sí supe que era positiva, pero la realidad es que él tenía una doble vida, era bisexual, tenía también parejas hombres. Las mujeres nos hemos puesto una venda en los ojos para negar que eso pasa, y claro que sí pasa. La sexualidad es algo muy abierto”.

“Él me lo dijo, me confesó que tenía SIDA y no me lo había dicho por temor. Duró dos años en el hospital, yo estuve apoyándolo hasta el final, seguí con él pero más como amigos, no como marido y mujer, por humanidad”.

Tras el fallecimiento de su pareja, sin empleo, y en la total depresión, Hilda decidió que no quería que su vida acabara.

“Encontré un motivo por el cual seguir, yo encontré ese motivo en mis hijas, y en el objetivo de ser activista, de ayudar a otras mujeres, porque a mi me dejó muerta en vida, tuve que resurgir de las cenizas y volver a tener autoestima. Esta caída tan fuerte me hizo resurgir, ha sido muy doloroso, tienes que tomar fuerza para seguir”, cuenta a punto del llanto.

Hoy, a sus 48 años de edad, es la titular nacional de la comunidad de mujeres que viven con VIH, asociación civil. Sus dos hijas ya son mujeres de 25 años, e incluso tiene nietas, se dice más viva que nunca.

“Anteriormente el SIDA era una sentencia de muerte, era lo que todo mundo pensaba, y veías a personas hoy y mañana ya no estaban. Morían por depresión, no por el SIDA. Esto me fortaleció para tener una mejor calidad de vida, para llevar el mensaje a otras para que vean que podemos salir adelante, que tenemos el derecho y la decisión de poder hacer cambios grandes”.

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