El Verde bajo el pie de Maki

Fuentes fidedignas. Por Isaías Álvarez
Ayer, en la columna “El músculo imaginario del Verde”, hablamos del triste espectáculo que ofreció el Partido Verde Ecologista de México durante la supuesta “renovación” de su dirigencia estatal. Hoy toca mirar el fondo de la escena, porque detrás de los aplausos de focas y los discursos reciclados se esconde una verdad que pocos se atreven a decir: Manuel Muñoz Cano no dirige al Verde; lo administra por encargo de Maki Ortiz Domínguez.
El evento del domingo fue la prueba más clara de que el PVEM se ha convertido en una franquicia personal al servicio del proyecto Peña Ortiz. Los verdaderos cuadros verdes, los que dieron estructura y votos en los municipios, le hicieron el vacío al reelecto dirigente. Un claro ejemplo fue la ausencia de Eugenio Hernández Flores, quien abonó en gran manera a obtener los votos del año pasado. Ni los líderes fundadores ni los operadores históricos se presentaron. Solo asistió Casandra de los Santos Flores, diputada que —por mera coincidencia, claro— forma parte de la nómina municipal de Reynosa, donde manda la misma familia que ahora controla al Verde.
Lo que vive el PVEM en Tamaulipas no es una renovación, sino una ocupación política. Muñoz Cano se ha convertido en el principal obstáculo del partido rumbo a 2027: un dirigente más preocupado por proteger los intereses de Maki Ortiz que por construir un proyecto verde de verdad. Su dirigencia excluyente, ególatra y narcisista ha fracturado al partido, despojando de voz y espacio a quienes no se arrodillan ante la senadora plurinominal.
Hoy, el Verde está bajo el pie de Maki. No hay autonomía ni estrategia, solo obediencia ciega. Y la militancia lo sabe, todas las decisiones relevantes del partido —desde las candidaturas hasta los recursos— se consultan primero en Reynosa, no en Ciudad Victoria. Así se ha ido desdibujando el poco capital político que le quedaba al Verde, reduciéndose a una estructura de papel sostenida por nóminas, convenios y lealtades compradas; por eso la cantidad tan minúscula de presentes en el evento. Junta mas un perro atropellado.
La reelección de Muñoz Cano no es un triunfo político, sino un acto de sumisión. Y como todo acto de sumisión, viene acompañado de recompensas. No son pocos los que aseguran que su campaña interna fue financiada con recursos públicos del Ayuntamiento de Reynosa, lo que haría de esta historia no solo una farsa política, sino también un probable caso de desvío de recursos con fines electorales.
A estas alturas, la comparación es inevitable. ¿En qué se parecen Maki Ortiz Domínguez y Francisco García Cabeza de Vaca? En que ambos han aprendido a controlar a sus partidos por control remoto. Cabeza manipula al Cachorro Cantú en el PAN, y Maki mueve los hilos del misógino Manuel Muñoz Cano en el Verde.
Dos viejos estilos del poder: él con el látigo del miedo, ella con la promesa del dinero. Pero ambos con la misma meta, conservar influencia a cualquier costo. El Partido Verde en Tamaulipas ya no representa una alternativa ni un proyecto ecológico —si es que alguna vez lo fue—, sino una extensión utilitaria de intereses personales. Y mientras Manuel siga agachando la cabeza ante su jefa política, el Verde seguirá siendo lo que es hoy. Se lo dejo de tarea.



