Panteón Forense de Altamira: el cementerio del olvido

Por José Juan Tomas.
Altamira, Tamps.- El Panteón Forense de Altamira se levanta como un recordatorio doloroso del abandono institucional y social que padecen las víctimas sin nombre. En este lugar, ubicado dentro del cementerio de la colonia Benito Juárez, descansan los restos de cientos de personas que murieron sin ser identificadas, sin justicia y, sobre todo, sin memoria.
Cada fosa marcada con una placa metálica y un número de expediente encierra una historia inconclusa: vidas truncadas por la violencia, por accidentes o por la indiferencia. Son cuerpos que, con el paso del tiempo, se han convertido en cifras dentro de un archivo, mientras sus familias —si las hay— siguen buscándolos sin saber que yacen en este terreno del olvido.
La Fiscalía General de Justicia del Estado de Tamaulipas, responsable de la administración del lugar, enfrenta una crisis que refleja la magnitud del problema: falta de recursos, personal insuficiente y carencia de infraestructura para realizar los estudios genéticos que permitan identificar los restos. La saturación del panteón forense no solo evidencia un colapso institucional, sino también una profunda indiferencia social.
Pocas personas saben que detrás de esas cruces y placas metálicas existe un universo de historias truncas, de madres que siguen buscando, de carpetas que duermen el sueño burocrático. El silencio que reina en este sitio no es de paz, sino de olvido.
El panteón forense de Altamira simboliza una deuda pendiente del Estado y de la sociedad con quienes perdieron no solo la vida, sino también el derecho a tener un nombre. Aquí, el silencio grita justicia y dignidad. Cada tumba es una súplica muda para que, algún día, alguien los recuerde y los reclame.
				


