La corrupción de Cabeza de Vaca

Crónicas del Sur
Por José Juan Tomas
El eco de la soberbia sigue resonando en Tamaulipas. Francisco García Cabeza de Vaca, el exgobernador que mantuvo bajo su puño al Congreso y a buena parte de las instituciones estatales, ahora pretende lavarse la cara desde la comodidad del extranjero, presentándose como víctima de persecución política. La vieja receta del político acorralado.
El presidente del Congreso del Estado, Humberto Prieto Herrera, le lanzó un reto claro y contundente: debatir “cara a cara”. Una invitación que, en el fondo, va más allá de un simple intercambio de ideas; se trata de una exigencia de rendición de cuentas, de mirar de frente al pueblo de Tamaulipas y responder por los excesos, los abusos y las sombras de corrupción que marcaron su sexenio.
Durante años, el poder legislativo fue su juguete. Diputados sometidos, decisiones dictadas desde el Palacio de Gobierno y un sistema que respondía más al interés personal que al bienestar público. Hoy, esos mismos actores políticos que fueron silenciados, levantan la voz. Y lo hacen con razones de sobra.
Resulta grotesco ver a Cabeza de Vaca pontificar desde redes sociales, lanzando dardos contra quienes hoy intentan reconstruir lo que él dejó hecho pedazos. Habla de democracia, pero gobernó con autoritarismo; se dice perseguido, pero persiguió a quienes se le oponían.
El reto de Prieto Herrera desnuda la verdadera cobardía del exgobernador: su incapacidad de enfrentar la justicia y al pueblo que dice defender. Porque el debate no se libra en Twitter, sino en el terreno de los hechos, y en ese campo, Cabeza de Vaca tiene mucho que explicar.
Tamaulipas no olvida. Y tarde o temprano, la corrupción —por más blindajes y discursos— termina alcanzando a quienes creyeron que el poder era eterno.



