ReynosaZona Norte Tamaulipas

El espejismo de una «Reynosa imparable”

*Narrativa oficial que se estrella con el hartazgo ciudadano; arremeten contra Maki Ortiz por decir que, gracias a su hijo, la ciudad está mejor que nunca.

Por Julio Manuel Loya Guzmán.
Reynosa, Tamaulipas.– La narrativa oficial de un “Reynosa imparable” se vino abajo en redes sociales, luego de que circulara una publicación en la que la senadora Maki Ortiz celebró el gobierno de su hijo, el alcalde Carlos Peña Ortiz, afirmando que la ciudad avanza con “más calles, más agua y proyectos de alta gama”.

El mensaje de respaldo político de la congresista fue replicado en la página de Facebook Reynosa al Día TAMPS, lo que terminó por exhibir el hartazgo ciudadano. En pocas horas, la publicación acumuló más de mil 200 comentarios en contra, convirtiéndose en una muestra del rechazo popular hacia la administración municipal y hacia el intento de maquillar la realidad con discursos triunfalistas.

Entre los mensajes, los ciudadanos fueron contundentes:

*“Imparable la delincuencia y los tránsitos llevándose los carros; por donde quiera hay baches y del agua mejor ni hablar”, escribió Mari Cruz.

*“¿Más agua? Qué cinismo. El agua jamás había estado tan escasa y sucia como en los periodos de Makito. Es una burla para la sociedad”, publicó Héctor Ruiz Maldonado.

*“Desde que tengo uso de razón, es el peor presidente que he visto en la historia de Reynosa… lo más triste es ver el descaro que tienen de decir que Reynosa va progresando”, señaló Daniel González.

*“Imparable en su mundo, porque en el nuestro aún no. Lo que hay de nuevo es el recibo de agua más caro, y agua tenemos solo de lluvia”, ironizó Lucía Soto.

La realidad que describen los ciudadanos contrasta con el discurso oficial: calles destrozadas, baches por doquier, socavones, inseguridad persistente, violencia, colonias enteras sin alumbrado y sin agua potable; y en aquellas donde llega el vital líquido, este se recibe en poca cantidad y en malas condiciones. A ello se suma el abandono generalizado de los servicios públicos.

Tras cuatro años de gobierno de Carlos Peña Ortiz, y con dos más por delante, el “balance de alta gama” se reduce a tres obras visibles: la remodelación parcial de calles en el centro, el Museo del Ferrocarril y la inconclusa Presa Rompepicos.

En contraste, las acciones palpables de obra pública  en varias zonas de Reynosa son realizadas por el Gobierno del Estado, encabezado por Américo Villarreal Anaya, que ha tenido que salir al quite ante la falta de acciones municipales.

Pero el problema no es solo la falta de resultados, sino también la actitud del alcalde frente a las críticas ciudadanas, a las que Peña Ortiz ha respondido con descalificaciones y groserías.

El edil ya llamó “pendejos” a ciudadanos que, durante las lluvias, se atreven a circular en sus vehículos por calles inundadas, y recientemente insultó a usuarios de redes sociales al calificarlos como “gente corriente” y “vendida” por difundir memes de su reciente Grito de Independencia.

Su intolerancia ha llegado al extremo de ordenar agresiones físicas y campañas de difamación contra periodistas, así como de acusar de vendidos, “chayoteros” y mentirosos a medios de comunicación, influencers y usuarios de redes sociales que publican o critican los errores de su administración. Inclusive sus embates han alcanzado a diputados, funcionarios e integrantes de la iniciativa privada, sin distinción de género.

Hoy, la distancia entre el discurso oficial y la percepción ciudadana parece irreconciliable. La “Reynosa imparable” que defienden la senadora Ortiz y su hijo, el alcalde, no existe en la experiencia cotidiana de miles de familias que sienten la ciudad paralizada, insegura y abandonada.

Para concluir, cabe destacar que la incredulidad ciudadana llegó incluso al reciente Primer Informe de Gobierno, del segundo periodo de Peña Ortiz, al que calificaron de “fantasioso”. “Las obras las ha de haber hecho en Mission, Texas, porque aquí no vemos nada”, se leía en otras publicaciones donde la voz del pueblo deja en claro que la narrativa oficial no convence ni resiste la prueba de la realidad.

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