Salinas Pliego y su ejército rumbo al 2030

Por Brenda Ramos e Isaias Alvarez
Cuarta Parte | La estrategia de Maki y Cabeza de Vaca: enlodar, dividir y purificar.
El ejército de Ricardo Salinas Pliego no solo se mueve en cenas, destapes y alianzas políticas. También libra su batalla en otro frente, el mediático. Ahí es donde se tejen las narrativas que buscan ensuciar a unos y limpiar a otros, dividir y al mismo tiempo presentarse como la única opción “purificada” para quedarse con la gubernatura de Tamaulipas y así impulsar a Salinas a la presidencia.
El mensaje envenenado del Verde
El 12 de septiembre, en el programa Círculo Magenta, se dibujó con claridad esa estrategia. Mientras simulaban criticar al Partido Verde por su oportunismo y su historial de negocios, los conductores lanzaron una idea que quedó flotando, el Verde está en camino de convertirse en la segunda fuerza de México. No fue un elogio abierto, pero sí una inyección sutil en la audiencia, casi imperceptible, del mensaje que convenía posicionar.
En ese mismo espacio apareció la pieza más delicada: Tamaulipas y el tema del huachicol. Ahí, donde la narrativa oficial ha señalado complicidades y redes de corrupción, los analistas deslizaron lo contrario, que MakiOrtiz, senadora del Verde, está “limpia”.
La inmaculada
Pero la operación de “purificación” no empezó en Círculo Magenta. Días antes, la propia Maki Ortiz ya movía sus fichas en medios afines. El 9 de septiembre, desde sus redes sociales, compartió un reportaje de su prima, la periodista Mónica Garza, con un mensaje que parecía inofensivo:
“Explicación sencilla y clara para entender el delito del huachicol y el daño que hace a nuestro país por Mónica Garza”.
El reportaje, transmitido en ADN 40, detallaba cómo la Marina había descubierto una red de contrabando de combustible que involucraba a un vicealmirante, un contraalmirante y “figuras políticas relevantes”.
Lo importante no fue el contenido en sí —que ya estaba en la agenda nacional— sino el encuadre, Maki usando a su familiar y periodista de confianza para presentarse como voz crítica contra el huachicol. Era un movimiento preventivo, un blindaje mediático, para “lavarse la cara” y convencer de que ella está limpia.
Cabeza de Vaca le limpia el camino a Maki
Mientras Maki Ortiz ejecuta una operación de “purificación política” —con medios afines que la retratan como una mujer limpia, ajena al huachicol y comprometida con causas nobles—, su viejo socio de bancada, Francisco García Cabeza de Vaca, juega la otra cara de la estrategia, arrojando lodo a todos los adversarios para quitárselos del camino.
El 15 de septiembre, en entrevista con Carmen Aristegui, Cabeza de Vaca insistió en que desde su gobierno fue él quien inició las investigaciones sobre el huachicol fiscal, y dejó entrever que colabora con agencias estadounidenses. Habló de “confesiones” y “documentos” en Estados Unidos, de grabaciones que supuestamente lo respaldan, pero nunca entregó un solo nombre, ni una prueba concreta. A la hora de la verdad, se refugió en ambigüedades: “no voy a titubear”, repitió una y otra vez, como si la frase sustituyera la evidencia.
Su narrativa, más que sólida, parece un bluff. No es la primera vez que Cabeza de Vaca recurre a esa táctica. Durante la campaña presidencial de 2024, intentó subirse al equipo de Xóchitl Gálvez con la idea de convertirse en operador estratégico desde Estados Unidos. La realidad lo alcanzó rápido, apenas publicó una fotografía de una reunión con la entonces candidata en una gira por aquel país, tuvo que borrarla casi de inmediato. El manotazo fue claro, no tenía espacio real en el equipo, ni peso suficiente para aparecer en la contienda.
Ese antecedente es clave. Si no pudo sostenerse ni siquiera en la campaña de Xóchitl, resulta difícil creer que hoy sea el gran interlocutor con las agencias estadounidenses que, según él, trabajan codo a codo con sus revelaciones.
El golpe del congreso
Continuando con el análisis de la entrevista de Cabeza con Aristegui, no pasó desapercibido que descalificó la Comisión Especial creada en el Congreso de Tamaulipas para revisar su gestión, acusándola de ser “una cortina de humo”. Pero lo cierto es que esa comisión no se quedó en el aire. Hoy, 16 de septiembre, dictaminó reabrir las cuentas públicas de 2017 y 2018, ordenando a la Auditoría Superior del Estado una revisión extraordinaria. Fue un golpe directo; lo que alguna vez se dio por cerrado, ahora vuelve a abrirse bajo la sospecha de irregularidades.
Por si fuera poco, también hoy, en la llamada “mañanera legislativa”, el presidente del Congreso, Humberto Prieto, respaldó los operativos contra el huachicol en los puentes internacionales de Matamoros y Reynosa. Dijo que era tiempo de poner orden, de asegurar que los recursos robados regresen al erario y se usen en salud, infraestructura y programas sociales. “Si tienen que llegar a los puentes internacionales, que lleguen”, sentenció.
Pero además de enlodar y blofear, Cabeza ha echado a andar una nueva narrativa más que es el de dividir, acusando de que personajes cercanos al gobernador de Tamaulipas desean su caída, pues siente que al dividir y sembrar discordia podrá escapar de la rendición de cuentas.
¿Purificación o la antesala del derrumbe?
¿Y entonces, quién está realmente limpio?
¿Pueden sostenerse la narrativa de la “santa inmaculada” cuando su entorno político opera con tácticas que incluyen borrados de imagen, blindajes mediáticos y alianzas que se mueven en la penumbra?
¿Quiénes fueron y tienen la capacidad real de llevar denuncias tan graves fuera del país hasta el punto de hablar de “confesiones” y “documentos” en Estados Unidos? Revisemos los viajes de los aliados de ese grupo.
¿Existen esos expedientes, o son instrumentos de presión política?
Cabeza de Vaca habló incluso de narcoterrorismo en su intento por subir la apuesta; ¿qué pasaría si, en lugar de limpiar su camino, aparecieran pruebas que conectaran a ese mismo equipo con las irregularidades que él denuncia?
Si hoy se reabren cuentas públicas y se avanzan operativos, ¿estamos ante el inicio de una investigación que llegará a sus cabecillas —o ante el clamor de una guerra de narrativas que solo busca posicionar candidatos?
¿Quién tiene el valor (y la evidencia) de ir hasta el fondo? ¿Y qué ocurrirá el día en que la presunta limpieza se convierta, de pronto, en la evidencia que los incrimina?
Lo que viene no será menor. En el próximo capítulo desgranaremos las piezas probatorias, las interconexiones y —si existen— las pruebas que podrían confirmar si estamos frente a una purificación auténtica o ante un diseño para blanquear a los implicados, es decir si hay o no pruebas de que Maki y Cabeza de Vaca tienen nexos con el huachicol.