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San Luis reclama sus posiciones

Fuentes fidedignas. Por Isaías Álvarez

El medio de comunicación de San Luis Potosí, El Ecuánime, le dio con todo a la exalcaldesa de Reynosa, Maki Ortiz, dando a conocer que es acusada de desviar 112 millones de pesos y señalada por tener carpetas de investigación que en Tamaulipas que siguen abiertas y que a pesar de eso, fue premiada el año pasado con un escaño potosino. No por arraigo, ni por militancia, ni por amor a San Luis Potosí, muy posiblemente ni conocía aquellas tierras, ni conoce. Llegó por la vía rápida: la plurinominal que le tendió Ricardo Gallardo, con el visto bueno de su esposa, Ruth González y del Partido Verde.

Por lo que vemos, San Luis ya se cansó de la farsa. La prensa local empieza a exhibir lo que en Tamaulipas conocemos de sobra: los señalamientos de corrupción, la dinastía hereditaria con Carlos Peña Ortiz, los expedientes judiciales que aún huelen a fraude. Allá no compran el cuento de la “mujer fuerte” ni del “blindaje verde”. La ven como lo que es: practicante del paracaidismo político que llegó con fuero ajeno y residencia dudosa.

El enojo es con justa razón. Maki, en junio de 2024, todavía andaba en campaña en Tamaulipas, con su lema, “la 4t se pinta de verde”. La cronología la delató,  perdió aquí, brincó allá, y los dueños del partido verde en SLP la acomodaron en la lista como suplente de Ruth Gonzalez Silva ¿Qué beneficio obtenían en San Luis Potosi para meter a doña Maki por allá?

Hoy los potosinos se preguntan: ¿qué ganan con adoptar problemas ajenos? ¿Por qué deben cargar con una senadora que ni vive ni siente, ni siquiera pisa esa tierra? Y la respuesta es tan cruda como obvia, el Verde necesitaba blindarla.

Pero la jugada empieza a salir cara. San Luis no la reconoce como suya y la distancia entre el “Pollo” Gallardo y Ortiz Domínguez podría convertirse en ruptura. Si algo sabe hacer Maki, es traicionar acuerdos; lo hizo con el PAN, lo hizo con Morena, y lo puede volver a hacer con el Verde, si no es que ya lo hizo.

Mientras tanto, en Reynosa se destapan candidatos verdes a varios añitos antes de la elección. Un síntoma de hambre o de miedo. Se sienten inseguros, saben que sin Morena no ganan, y que lo poco que sumaron fueron cuadros reciclados y sin brillo.

Para Morena, paradójicamente, este éxodo fue un alivio, no tuvieron que expulsar a nadie, los que estorbaban se fueron solitos. Y ahora, con Maki instalada en un San Luis que la rechaza, la historia se escribe sola, el Verde no solo importó una senadora con cuentas pendientes, también importó un problema que le puede explotar en la cara.

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