Durante años, Matamoros se hundió entre caídos. No hablamos solo de tuberías rotas y drenajes colapsados, sino de gobiernos que dejaron a la ciudad ahogarse en aguas negras. Los caídos son el síntoma de una enfermedad más profunda: el abandono del gobierno.
Al frente pasaron Leticia Salazar, Mario López «La Borrega», Erik Silva, Alfonso Sánchez, y Jesús de la Garza; todos con promesas vacías y resultados pobres. Ninguno logró superar la rehabilitación de 100 caídos; algunos ni siquiera alcanzaron la mitad. El saldo: calles destruidas, colonias sumidas en la aguas negras y familias padeciendo las consecuencias.
Beto Granados rompió ese patrón en solo 10 meses. Mientras solo hablaron, él actuó. Con 123 caídos rehabilitados en menos de un año, es el alcalde que más caídos ha rehabilitado en Matamoros en los últimos 17 años, superando el trabajo completo de todos sus antecesores. Lo hizo sin reflectores, sin simulaciones y enfrentando un problema que nadie antes quiso tocar.
Sus adversarios lo atacan por joven, como si la edad fuera un defecto. Lo subestiman por no ser parte del viejo sistema, por no deberle favores a los de siempre. Pero esa juventud que tanto les incomoda, es precisamente la fuerza que está sacando a Matamoros del abandono.
El mensaje es claro: cuando hay voluntad; hay resultados. Beto Granados no solo está reparando drenajes, está limpiando décadas de olvido y demostrando un liderazgo eficaz con el que está transformando a Matamoros.
