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¿Se vienen màs fake news?

Sin Filtros; por Brenda Ramos

Sobre la foto que circuló ayer de Francisco García Cabeza de Vaca, exgobernador de Tamaulipas, sentado en una mesa con Javier Lozano, Federico Döring y Guadalupe Acosta Naranjo, llamó nuestra atención el tipo de perfiles con los que se reunió. Todos tienen en común ser expertos en guerra sucia, construcción de campañas de desprestigio contra opositores, golpes mediáticos, fake news, narrativas cuestionables, bots y demás herramientas de demolición política. No fue una sobremesa casual, sino una reunión para afinar su agenda anti-Morena. Y lo que deja claro esa imagen es que se vienen nuevas narrativas y golpes mediáticos diseñados desde el exilio.

Cabeza de Vaca sabe que en México no puede moverse. Tiene cuentas pendientes con la justicia y no le queda más opción que operar a distancia. Su exilio no lo silenció, lo empujó a cambiar de táctica, de mover operadores en Tamaulipas a mover narrativas desde fuera, usando voceros que saben cómo moldear la percepción pública. Su campo de batalla ya no son las oficinas de gobierno ni las campañas locales, sino los medios de comunicación afines a èl, las redes sociales y la guerra sucia digital.

Por eso la foto importa. Lozano, Döring y Acosta Naranjo no son casualidad, son perfiles curtidos en la confrontación mediática. Javier Lozano ha pasado los últimos meses convertido en un francotirador televisivo y tuitero contra la 4T, siempre con frases filosas y ataques diseñados para marcar agenda. Federico Döring, en la Ciudad de México, ha tejido narrativas en torno a presunta corrupción y desgastes de la administración morenista, repitiendo golpes que buscan desgastar a Claudia Sheinbaum. Guadalupe Acosta Naranjo, por su parte, desde el ala crítica del obradorismo, se ha dedicado a deslegitimar la continuidad de Morena, repitiendo que el país necesita una “resistencia democrática”.

Y a esa mesa se sienta Cabeza de Vaca, que en los últimos meses ha jugado su propia partida, reaparece en Estados Unidos, se deja ver en escenarios estratégicos como Wyoming —oficialmente de vacaciones con su familia incluida por supuesto su hija Sofía, pero en paralelo en el radar de eventos como el Wyoming Blockchain Symposium, donde se mueven figuras republicanas como Cynthia Lummis o Eric Trump—, y después corona con la foto de la sobremesa política. El patrón no es improvisado, es el manejo quirúrgico del calendario, primero la exposición en un terreno ligado al trumpismo y la derecha norteamericana, luego el refuerzo mediático con perfiles mexicanos de oposición.

El nombre de Sofía García Gómez, su hija, completa la ecuación. Regidora en Reynosa, joven, con aspiraciones políticas, su sola presencia en el viaje familiar envía el mensaje de que es la carta para el tablero local. Reynosa no es cualquier plaza, es la ciudad más importante de Tamaulipas, estratégica por votos, dinero y frontera. Y dentro del proyecto opositor de las “100 Ciudades”, que busca recuperar enclaves urbanos para frenar a Morena, Sofía es la ficha natural del cabecismo.

La narrativa se va armando como piezas de ajedrez, el exgobernador en el exilio reforzando lazos en Estados Unidos, sus aliados mexicanos afinando golpes mediáticos, y su heredera política lista para ser lanzada en Reynosa, golpeando a sus rivales, ejemplo claro el iputado Humberto Prieto a quien quieren quitar del camino a periodicasos de los afines a cabeza, para asegurarle a Sofìa la ciudad.

Por eso la lectura no puede ser ingenua. La foto, en apariencia una simple sobremesa, se entiende mejor en contexto, no fue reunión de amigos, sino un acto de coordinación narrativa. Desde el exilio, Cabeza de Vaca se suma a veteranos de guerra mediática para lanzar una agenda anti-Morena. Una agenda que no busca tanto convencer como desgastar, no ganar en votos inmediatos sino imponer golpes de opinión y abrir espacios a futuras candidaturas.

La pregunta que queda es si este esfuerzo puede trascender de lo simbólico a lo efectivo y aunque la foto no hable, en realidad dice mucho, que el cabecismo no está muerto, que Reynosa sigue en su mira, y que la oposición mexicana está intentando manipular la narrativa para que se entienda que sincroniza con los tiempos del trumpismo en Estados Unidos.Siempre ha sido bueno para vender humo.

Lo que se viene, entonces, no son campañas tradicionales. Lo que se viene es una guerra de narrativas. Y la foto de ayer es apenas la primera postal de una estrategia que se cocina en silencio, con voceros mediáticos al frente y con Reynosa como objetivo central.

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