Jueces de relevo para el viejo pacto

Fuentes fidedignas. Por: Isaías Álvarez
En Reynosa hay quienes se creen discretos, pero dejan huellas del tamaño de un elefante. Y si no, que lo diga Geovanni Barrios Moreno, secretario de Seguridad Pública del Ayuntamiento y ahora flamante aspirante a juez del sistema de justicia oral. El mismo que ayer despotricaba contra Carlos Peña, y hoy se cuelga de su sombra como si nunca hubiera dicho nada. El mismo que se indigna cuando le recuerdan su pasado, pero se postula para juzgar el de los demás.
¿Y todavía preguntan por qué la gente desconfía del Poder Judicial? Como los jueces que protegían al clan Cabeza-Makito están a punto de perder la toga — no hay manto que tape eternamente la corrupción—, la estrategia es reciclar operadores. Ya no en el cabildo, ahora en los tribunales. Porque si ya no tienen el poder desde el Ejecutivo, al menos quieren controlarlo desde el estrado.
El perfil de Geovanni, eso sí, no sorprende. Ha sido igual o peor que su antecesor, el edecán de redes, Mario Soria. La Policía Vial que comanda no sirve para proteger, sino para recaudar. A diario, los agentes se pasan de listos con los más humildes con total impunidad; y mientras eso pasa, él sonríe en eventos públicos como si estuviera transformando la ciudad.
Pero lo más alarmante no es su pasado, sino su ambición. Quiere pasar del silbato a la toga, del torniquete al Código Penal. Quiere ser juez oral, ese personaje que debería escuchar con imparcialidad, analizar pruebas, garantizar derechos, dar transparencia y dictar sentencias que afecten la libertad de las personas. ¿De verdad puede alguien con historial negativo, intolerancia y lealtades políticas cambiantes cumplir con ese perfil?
Porque a Geovanni no solo lo condena su actuar, también lo exhibe su hemeroteca. Años atrás, atacaba públicamente a Carlos Peña, con publicaciones duras, burlas e ironías. Lo señalaba por corrupción, por incapacidad, por cinismo. Pero hoy, que huele a oportunidad, lo alaba con la misma boca, como si Reynosa sufriera amnesia colectiva.
Y cuando alguien se atrevió a recordarle su pasado, se quejó amargamente en redes sociales de que le estaban “revisando su muro”. Y no solo eso: tras esas publicaciones críticas, cayeron decenas de intentos de hackeo, bloqueos sospechosos y ataques digitales dirigidos a medios y perfiles que osaron cuestionarlo. ¿Eso nos espera si llega al Poder Judicial?
Porque si así abusa desde una secretaría municipal, con el respaldo de agentes de tránsito voraces, imagínese usted el nivel de prepotencia que exhibirá al dictar sentencia, con toga oficial y poder judicial detrás. ¿Quién va a frenarlo cuando empiece a usar la ley como garrote? ¿Quién le va a decir que no, si ya demostró que no tolera ni una sola crítica?
Geovanni no busca ser juez para impartir justicia. Busca blindaje, venganza, poder y sobre todo, apoyar a sus padrinos: los Makitos y los Cabeza de Vaca. Lo disfrazan de perfil técnico, pero su historia lo delata como peón del cabecismo. Un operador más que hoy pretende entrar por la puerta judicial para seguir moviendo la maquinaria de la impunidad.
Parece que, cada juez nuevo no nace del mérito, sino del acomodo. Y cada sentencia futura, podría ser la factura de un viejo favor.