Desactivó los aranceles

Sin Filtros; por Brenda Ramos
Mientras algunos esperaban una confrontación o una réplica airada, Claudia Sheinbaum mantuvo en todo momento “la cabeza fría”: no se distrajo, no se desvió, no se enganchó. Entendió que la prioridad era evitar un golpe económico y actuó en consecuencia. El resultado: los aranceles quedaron fuera de la ecuación, al menos por ahora.
También, esta crisis sirvió para tumbar las caretas de muchos y muchas. Quedó claro quién respalda a México y quién prefiere alinearse con los intereses de la Casa Blanca. Algunos lo hicieron abiertamente, justificando la narrativa de Washington, otros, más calculadores, guardaron silencio, pero su omisión habló por ellos. Porque en política, como en cualquier juego de poder, el que calla, otorga.
Un caso evidente es el de la senadora plurinominal de San Luis, quien dice representar a Tamaulipas pero reside cómodamente en el Cimarron Country Club de Mission, Texas. Mientras el domingo gobernadores y figuras de la 4T cerraban filas en apoyo a Sheinbaum, ella optó por el silencio. Su ausencia en el momento clave dejó claro dónde están realmente sus lealtades.,
Y como era de esperarse, no fue la única. Cuando la presidenta Sheinbaum anunció las buenas noticias, entonces sí comenzaron a aparecer los respaldos. De pronto, como si hubieran recibido una señal, la bancada de senadores del Partido Verde, Juanita Guerra, Gilberto Hernández, Manuel Velasco Coello, Ruth González Silva –quien, convenientemente, dejó su senaduría plurinominal a Maki Ortiz– entre otros, se apresuraron a pronunciarse en bloque. El silencio se rompió, pero solo cuando el riesgo había pasado.
En Tamaulipas, en cambio, ni el Partido Verde ni su líder, Manuel Muñoz Cano, dedicaron una sola palabra de aliento a la presidenta. Porque en las buenas ahí están, listos para la foto, pero cuando vienen los momentos difíciles, se esconden en sus madrigueras. Y su omisión lo dice todo: sus verdaderos patrones están en la Casa Blanca, y prefieren no incomodarlos.
Y si de lealtades alineadas con los Gringos se trata, Reynosa es el ejemplo perfecto. Maki Ortiz y su hijo, Carlos Peña, no están para defender a los reynosenses porque ni siquiera viven ahí. Su residencia, su estilo de vida y sus intereses están del otro lado de la frontera. Por eso no les importa que, cobrarles cuotas desproporcionadas a los vendedores ambulantes signifique quitarle el sustento a cientos de familias. Lo que realmente les interesa es exprimir cada peso posible antes de que su imperio se desmorone. En Reynosa la orden es clara: recaudar a costa de quien sea, sin importar el hambre ni la necesidad.
Pero mientras el Ayuntamiento se mantiene indiferente, el Congreso del Estado sí abrió las puertas al diálogo. A diferencia del alcalde, que sigue sin dar la cara, el diputado presidente de la Junta de Gobierno, Humberto Prieto Herrera, junto con los legisladores Magaly Deandar, Eva Reyes y Marco Gallegos, recibió a los comerciantes ambulantes y escuchó de primera mano sus quejas. Pero Prieto no solo escucha: es un líder que mantiene la unidad y que, en momentos de crisis, responde con acciones y no con evasivas. Su compromiso no es solo con un sector, sino con toda la ciudadanía, por eso dejó claro que no se quedarán de brazos cruzados. Desde el Congreso se vigilará que cualquier acuerdo no afecte la economía de las familias reynosenses.
Y si alguien duda de que este atropello es deliberado, basta con escuchar a quienes lo están viviendo. Luz Blázquez Hernández, representante de los vendedores ambulantes, lo dijo claro: el cobro diario ha llegado a niveles impagables, con tarifas que van desde los 120 hasta los 500 pesos, según el humor del inspector de turno. No hay reglas ni criterios justos, solo una extorsión disfrazada de cobro oficial.
Mientras tanto, los sindicatos aliados del municipio lograron acuerdos de última hora para que a ellos solo les cobren 60 pesos diarios, dejando en evidencia que el Ayuntamiento sí puede ajustar las cuotas, pero solo cuando le conviene. Pero para los ambulantes y comerciantes independientes, no hay contemplaciones: si no pagan, los amenazan, los hostigan y les decomisan la mercancía.
Por eso, este jueves, más de 500 vendedores se manifestarán en la plaza principal, exigiendo justicia y un trato digno. No es solo una protesta contra los cobros abusivos, es una denuncia contra la discrecionalidad y el abuso de poder de un gobierno que cierra los ojos ante el hambre de su gente, pero es generoso con sus cercanos.
Pero el problema de Reynosa no es solo el cobro de piso, sino también la violencia que ayer cobró más vidas en un nuevo episodio de fuego cruzado. Lo peor, es que, mientras la gente muere, el alcalde Carlos Peña Ortiz prefiere desviar la atención con un concierto de Julión Álvarez, como si un espectáculo pudiera ocultar la crisis que vive la ciudad, en donde sus administraciones cobran sin piedad a los vendedores, pero la inseguridad sigue sin control. Porque, en Reynosa, la gente paga con su trabajo y con su vida, mientras el gobierno municipal solo responde con cortinas de humo.