El Moyo : cínico y reciclado
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Fuentes fidedignas. Por: Isaías Álvarez
En Nuevo Laredo, la desvergüenza tiene nombre y apodo: Félix Fernando García Aguiar, alias El Moyo. No bastó con saquear el Congreso de Tamaulipas en tiempos de Cabeza de Vaca, ahora regresa como regidor panista, ladrando cual perro callejero y exigiendo soluciones para los problemas que él mismo ayudó a crear.
Porque si algo tiene la política, es que los más corruptos suelen ser los que más gritan. Y El Moyo sabe bien de eso. Durante su paso por el Congreso, tuvo en sus manos millones de pesos que hasta hoy siguen sin aclararse. Ahí están las cuentas pendientes, los números que no cuadran, los recursos que se esfumaron sin que la Auditoría Superior del Estado haya recibido explicaciones. Y ahora que la justicia empieza a mirar hacia atrás, El Moyo debería estar más preocupado por responder, en lugar de andar jugando a la oposición responsable.
Y se preguntará por qué hablamos de un personaje tan irrelevante, resulta que el exdiputado se armó su propio equipo de títeres en el cabildo. Ahí están los regidores Gamaliel Infante y Alma Rosa Castaño, repitiendo como loros el guion que les dictan: criticar todo lo que haga el gobierno municipal, hacer ruido en redes y tratar de vender la idea de que el PAN sigue vivo.
Pero la lista de cómplices no acaba ahí. A este circo de la doble moral también se suman Yahleel Abdala Carmona, la eterna candidata derrotada; Ramón Garza Barrios, el priista convertido en panista que pasó de operador político a fracasado de tiempo completo y Enrique Robas, digo Rivas. Entre todos, se han propuesto atacar al gobierno municipal como si con eso beneficiaran en algo a Nuevo Laredo.
El problema es que la gente en esta ciudad no olvida. Saben bien quiénes saquearon las arcas del municipio y quiénes fueron los responsables del abandono en que dejaron la ciudad. Y lo que El Moyo y su grupo parecen no entender es que la política no es un juego de gritos y sombrerazos: tarde o temprano, los números hablan.
Y en el caso de El Moyo, cuando los números hablen, será para recordarle que el que la hace, la paga. Porque si la Auditoría se toma en serio su trabajo, este regidor de moral reciclada podría tener que responder no solo en los medios, sino ante la justicia. Y ahí sí, veremos si sigue ladrando o si, como buen coyote político, prefiere correr antes de que le cobren la factura.