Por encima de todo
Sin Filtros; por Brenda Ramos
«México es un país libre, no somos colonia de nadie.» Con esta declaración firme, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo dejó claro, en la conmemoración del 108 aniversario de la Constitución de 1917, que la soberanía nacional no está sujeta a negociación.
Ayer, la mandataria elevó el tono contra los traidores a la patria, reafirmando que la independencia de México es un compromiso inquebrantable. «México tiene sentido patriótico, viene de nuestra historia y del sentimiento cívico de amor a la patria. Me corresponde defenderlo por encima de todo; la soberanía no es negociable.» Firmeza que es una respuesta directa a quienes buscan debilitar el proyecto de nación desde dentro.
Situación derivada de este fin de semana, cuando quedó en evidencia la traición del Partido Verde, una omisión orquestada que mostró su verdadero rostro. Pero esta no es una traición aislada, sino parte de una estrategia mayor que incluye la creación de nuevos partidos políticos con el mismo fin: debilitar a la 4T desde adentro. Los mismos actores que operan con el Verde están detrás de estas estructuras paralelas para infiltrar y desgastar el movimiento.
Entre los principales promotores de esta maniobra destacan Edgar Francisco Garza Ancira y Gabriela Jiménez Godoy, impulsores de «Que Siga la Democracia». Ancira es esposo de Jiménez Godoy, vicecoordinadora de Morena en San Lázaro, y ambos mantienen una estrecha relación con el calderonismo. La evidencia es clara: su boda tuvo como invitados de honor a Felipe Calderón y Margarita Zavala. Ahora intentan convertir su organización en partido político, siguiendo la misma táctica de infiltración que el expresidente antes utilizó con Lily Téllez y Maki Ortiz a quienes mandó como caballo de Troya a MORENA y que pasaron al PAN y luego al Partido Verde simultáneamente.
Otro caso es el de «Ciudadanía YA», encabezado por Reynaldo Reyes Rosas, exmagistrado que renunció antes de aceptar la reforma judicial de la 4T. Reyes Rosas, señalado en una conferencia matutina por liberar al fiscal acusado de encubrir el feminicidio de Ariadna López, ahora busca convertir su rechazo a la reforma en una estructura política, con jueces y magistrados en retiro como base de su proyecto. Aunque se presenta como una iniciativa ciudadana, su objetivo es claro: frenar la transformación del Poder Judicial y restaurar los privilegios de la clase conservadora de FOX, CALDERON, PEÑA NIETO y compañía.
Frente a estas amenazas, la Cuarta Transformación no puede permitirse ingenuidades. La infiltración ya no es un riesgo, es una realidad tangible. Los mismos que callaron ante la crisis arancelaria, y que operan desde el Partido Verde aunado a los que ahora levantan estructuras políticas paralelas tienen un objetivo claro: debilitar a la presidenta y fracturar el movimiento desde dentro.
Por eso, Morena Tamaulipas debe actuar con determinación y expulsar a quienes sigan promoviendo al Partido Verde. Ya quedó claro que no son aliados, sino peones de intereses ajenos a la 4T. Antes podían justificarse diciendo que el Verde era parte de la coalición o que «iban en siglado». Hoy esas excusas se cayeron. La ruptura del Verde con Claudia Sheinbaum es evidente: quien siga operando para ese partido lo hace en contra de la Cuarta Transformación, no con ella.
Así mismo, los estatutos de Morena son claros: el artículo 53, inciso g, establece que ingresar a otro partido o aceptar ser postulado por él conlleva la expulsión. No hace falta una declaración abierta de traición, basta con que promuevan estructuras ajenas para que se justifique su separación del movimiento.
Además, quienes no estén afiliados ya no deben recibir ningún tipo de consideración como si aún pertenecieran a la Cuarta Transformación. No se puede permitir que sigan operando con los beneficios de una estructura que no defienden. La norma interna establece, en su artículo 5, inciso d, que la militancia debe respaldar los postulados y decisiones del partido en medios y redes sociales, no trabajar para otros intereses disfrazados de aliados.
La presidenta lo dijo con claridad: México no es colonia de nadie. Tampoco Morena puede ser refugio de quienes operan para otro proyecto disfrazado de aliado. La soberanía se defiende por encima de todo, y eso empieza por cerrar filas contra la traición interna.