AnálisisColumnasOpinión con sentidoPolítica

Tlatelolco 1968 un acuerdo y los recuerdos de un joven izquierdista

Por: Vicente Hernández

“En Tlatelolco se apagaron muchas voces, pero ninguna conciencia.” «Carlos Monsiváis»

Este miércoles 2 de octubre se cumplen 56 años de la matanza de Tlatelolco, y aun a esa distancia de tiempo, todavía revolotean en mi disco duro cerebral aquellos aciagos días del 68, cuando todo eran marchas de protesta, cuando volanteaba y boteaba en los camiones de pasaje del entonces Distrito Federal, siendo yo un apasionado joven de izquierda con 19 años próximos a cumplir ese mismo mes, pero activista militante del Partido Comunista Mexicano PCM (en esa época en la clandestinidad) y miembro activo de las Juventudes Comunistas. El día 2 de octubre me retire temprano de las periferias del Zócalo, donde el ambiente se sentía muy tenso entre los grupos de estudiantes, y se hablaba de una convocatoria del Consejo Nacional de Huelga por la tarde en la plaza de las tres culturas, pero mejor opte por irme a mi casa en la colonia Bondojito.

Cuando el día tres me di cuenta de la magnitud de la sangrienta represión, que cerca de ocho mil estudiantes habían sufrido a manos de elementos del ejército mexicano, del estado Mayor Presidencial, de miembros del Batallón de Fusileros Paracaidistas, así como elementos de las distintas corporaciones militares vestidos de civil que se infiltraron entre los estudiantes, no podía contener la rabia, el coraje y la impotencia, avivados por los comentarios de la gente, y por lo que leía en los periódicos que mis dos jóvenes vecinos correligionarios corrieron a enseñarme.

A esa edad, mi mente estaba llena de idealismos y frescos los recuerdos de la guerrilla que empezara el maestro Genaro Vázquez Rojas, y continuara Lucio Cabañas, porque fue casi al termino de mi último año de primaria en la escuela “Jaime Torres Bodet” ubicada en la colonia “La Joya” contigua a donde yo vivía, siendo mi maestro Isidro Salgado quien me hablo de estos malogrados caudillos, al tiempo que trataba de simplificarme la lectura de mi primer libro de contenido socialista, o de ciencias sociales “El Capital: Critica de la economía política” del filósofo alemán Carl Marx, intercambiando lecturas como la revista ¿Por qué? que dirigía Mario Meléndez, mientras en la revista “Siempre” leía los artículos de Rico Galán, Nemesio García Naranjo, Fernando Solana, José Natividad Rosales este último uno de mis preferidos.

De tal forma que aquel día decidí no asistir a la plaza de las tres culturas, además que mi partido no estaba muy comprometido con la causa, aun cuando algunos miembros del Consejo Nacional de Huelga pertenecían a las Juventudes Comunistas, pero mi atracción por el movimiento estudiantil nació después de conocer a Eduardo Valle Espinoza “El Búho”, del cual me gustaba escuchar sus platicas sobre movimientos sociales, filosofía y comunismo (años después fue uno de mis maestros de educación política, cuando milite en el Partido Mexicano de los Trabajadores PMT) y después de cada charla, hacia más míos los pensamientos libertarios de Gandhi, de Ernesto “Che” Guevara o de Simón Bolívar.

La decisión de no asistir a Tlatelolco no se si lamentarlo, o celebrarlo, porque bien pude ser testigo de la historia, o un muerto mas en la lista de esa masacre, que no distinguió a culpables de inocentes, pero lleno de cadáveres las fosas clandestinas oficiales, y lleno de vergüenza y de dolor a todo un país. Son muchos los escritores, actores, intelectuales y artistas que se han ocupado del tema en libros, obras de teatro, platicas, ensayos y canciones, tratando de mantener vivo el suceso para recordarle a la clase gobernante, que el dos de octubre no se olvida así pasen otros 56 años.

Pero el numero de muertos en Tlatelolco, entre los que escribieron la historia real y la oficial por obvias razones no coinciden, ya que la cifra declarada por el entonces presidente de le republica Gustavo Diaz Ordaz, y el Secretario de Gobernación Luis Echeverria Álvarez fue de treinta y tres muertos, aunque en documentos encontrados años después en el Archivo General de la Nación, la Dirección Federal de Seguridad tiene un registro de 31 personas fallecidas, y de acuerdo a estos reveladores documentos, 22 murieron por disparos de trayectoria horizontal, y solo cuatro con trayectoria descendiente, o sea, por disparos desde lo alto de los edificios, cinco mas fueron atravesados por las bayonetas de los militares, y de esos 25 hombres y 6 mujeres asesinados, la mitad eran jóvenes de entre 13 y 20 años de edad, aunque dijeron que solo 12 de ellos eran estudiantes.

Con el paso del tiempo, estas cifras han ido creciendo, y hoy día en la explanada de la plaza de las tres culturas hay un pequeño monumento que tiene al pie de grabado 35 nombres de las personas que murieron ese día. Sin embargo, (tiempo después) según testimonio del Servicio Médico Forense, nos dice que a estas instalaciones llegaron más de cuarenta cadáveres, pero además reporta que hubo mas en otros sitios; como delegaciones de policía y los campos militares.

La cifra exacta de los estudiantes masacrados en el sitio quizás nunca la sabremos, pero lo que hace 56 años fue una masacre de 35 personas, hoy día ya no puede impactarnos tanto, debido a que cada día se asesinan un promedio de 85 a 95 personas, estén implicadas en actividades delictivas, o no, así como tampoco impacta, que el miércoles la presidenta Claudia Sheinbaum firmara un decreto en cual declara formalmente responsable de la masacre al ex presidente Gustavo Diaz Ordaz, ahora si que como dice el refrán “A toro pasado, todos son cuernos” además la presidenta con ese acuerdo, nos quiso dar la noticia de ocho columnas, de algo que ya conocíamos desde hace muchos años: “Acuerdo por el que se reconoce, que la matanza estudiantil del 2 de octubre de 1968 constituyo un crimen de lesa humanidad” cuando el expresidente Gustavo Diaz Ordaz en su quinto informe de gobierno asumió la responsabilidad total por las decisiones del gobierno federal respecto a los hechos sangrientos ocurridos el ya multicitado 2 de octubre.

Y bueno esta es una buena intención de la señora presidenta, esperemos que, dentro de otros 50 años, y si la perpetuidad lo permite, el presidente o presidenta del gobierno morenista, en un hipotético acto oficial, también reconozca que los 43 estudiantes de Ayotzinapa fue un crimen de lesa humanidad (según el estatuto de Roma) y declare culpable por omisión al régimen lopezobradurista. -Pero como dijo el ciego…veremos.

Notas relacionadas

Deja una respuesta

Botón volver arriba