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Prieto pone en su lugar al Makito

Sin Filtros; por Brenda Ramos

Humberto Prieto Herrera, presidente de la Junta de Gobierno del Congreso Local, respondió a las recientes declaraciones del alcalde de Reynosa, Carlos Peña Ortiz. Mientras el Makito se dedicaba a criticar a MORENA por el bloqueo a la toma de protesta de dos legisladores del PAN, Prieto se ocupó de poner los puntos sobre las íes. “Nosotros nunca vamos a ser cómplices de la impunidad”, afirmó, desestimando las acusaciones del alcalde, quien parece haber olvidado, convenientemente, varios aspectos de su propia administración y de la realidad política en Reynosa, ocupándose de opinar sin informarse primero.

El pasado martes, Carlos Peña Ortiz arremetió contra MORENA, su propio partido, acusándolo de antidemocrático por bloquear la toma de protesta de dos legisladores del PAN. Gerardo Peña e Ismael García Cabeza de Vaca fueron los nombres involucrados: uno enfrentando un procedimiento legal y el otro, con una excusa de salud que le impidió asistir. Prieto fue claro y firme: aquí no hay persecución política, solo cumplimiento de la ley. Mientras Prieto aclaraba la situación, con sus anteriores comentarios, Peña Ortiz se mostraba más interesado en armar polémica y defender a dos personajes que representan el pasado más cuestionable del PAN en Tamaulipas.

Humberto Prieto por su parte, en lugar de perderse en una discusión sin sentido fue directo al grano: “Nosotros nunca vamos a ser cómplices de la impunidad, si a algunos personajes políticos o ciudadanos no les importa la ley, aquí no va a pasar eso”. Además, recordó que en esta 66 Legislatura no se permitirá que se repitan las situaciones de la 64, cuando se encubrieron a posibles delincuentes. Las palabras de Prieto dejaron claro que su objetivo es romper con el pasado de impunidad y falta de transparencia que caracterizó a las legislaturas previas. Mientras algunos como Carlos, se dedican a desinformar, Prieto y su bancada aseguran que buscarán trabajar de manera honesta y apegada a la ley.

Por otro lado, Carlos Peña Ortiz parece tener memoria selectiva al olvidarse de sus responsabilidades como alcalde y de los problemas reales de Reynosa, pero no se olvida defender a aquellos panistas con los que trabajó codo a codo junto a su madre cuando disfrutaban las mieles del PAN.

 Desde que asumió su primer mandato, su liderazgo ha sido más que cuestionable, al punto que es de conocimiento público que quien realmente mueve los hilos en Reynosa es su madre, Maki Ortiz. Ella es quien, desde las sombras, se mantiene al frente de las decisiones clave, mientras Carlos juega al político, metiéndose en disputas que no le corresponden y preocupándose más por los problemas de Cabecistas que por los ciudadanos de Reynosa.

El intento de Peña Ortiz de atacar a MORENA y defender a los legisladores del PAN no hace más que confirmar lo que todos ya sabían: el corazón de Carlos Peña sigue siendo azul. Que haya salido tan rápido a criticar a su propio partido y defender a personajes investigados sugiere un trasfondo más oscuro: un pacto, un compromiso no revelado, un “borrón y cuenta nueva” que ya sabemos a quién iba dirigido. Al final, su afinidad con el PAN es más que evidente, y sus acciones recientes no hacen más que fortalecer esa percepción.

La verdad es que Reynosa tiene un alcalde que parece haber olvidado lo que significa gobernar. Mientras su madre maneja los hilos desde las sombras, Carlos Peña se dedica a defender a los viejos aliados del PAN y a subirse al ring en peleas que no benefician en nada a los ciudadanos. La política, para Peña Ortiz, se ha convertido en un juego personal donde lo único que parece importar es mantenerse en la boca de todos, sin importar las consecuencias para la ciudad.

Mientras tanto, Humberto Prieto ha dejado claro que no todos juegan con las mismas cartas. Mientras algunos se aferran a pactos y alianzas que solo benefician a unos cuantos, otros se dedicarán a gobernar con seriedad. En este nuevo contexto, Reynosa sigue a la deriva, esperando que, de una vez por todas, alguien se decida a tomar el timón y cambiar el rumbo de una ciudad que ya no puede seguir esperando.

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