El espectro de la deslegitimación
La Comuna
José Ángel Solorio Martínez
Con el triunfo de Carmen Lilia Cantú Rosas, en Nuevo Laredo, Tamaulipas, se amaciza MORENA en nueve de los diez Ayuntamientos más potentes de la entidad. El territorio canturrosista, se suma a Reynosa, Matamoros, San Fernando, Victoria, Mante, Altamira, Tampico y Madero que se constituyen en el bloque morenista más extenso y sólido en la historia de esa, relativamente nueva, agrupación en el estado.
Nunca la izquierda, había poseído tanto dominio en el escenario sociopolítico de la comarca. Se apropia de más del 70 por ciento del electorado con esa decena de alcaldías. Casi casi, como el PRI en sus mejores épocas. Con una diferencia: el tricolor, obtuvo esa hegemonía en más de 7 décadas; el lopezobradorismo en menos de 20 años.
Sólo Río Bravo –de los municipios con mayor fuerza demográfica–, escapó a esa ola victoriosa quedando en manos de la coalición PAN-PRI.
El PAN, nunca logró construir un control tan sólido, como lo hizo el institucional o lo está haciendo MORENA.
Existe un elemento fundamental que distingue el panismo de principios de siglo, del ex invencible PRI y del partido guindo: los azules –comandados por los hermanos Cabeza de Vaca– perfilaron un proyecto económico, no político.
Se podrá decir lo que sea del tricolor; y se mencionarán mil debilidades de MORENA, pero ambos, imprimieron a sus diferentes narrativas programáticas la política como prioridad. (Otra cosa, es que algunos segmentos partidistas se hayan desviado a una praxis lucrativa).
Lo de Nuevo Laredo, no sólo imprime una dinámica demoledora al morenismo; al mismo tiempo, la estirpe nuevolaredense, mueve la correlación de fuerzas al interior de la IV T tamaulipeca. Si Olga Sosa y José Ramón Gómez Leal, creían que caminaban solos a la contienda por la candidatura a la gubernatura próxima, están equivocados: llegaron los Cantú Rosas.
Con una ventaja: tienen una especie de comodín, para apostar en la arena de la equidad de género. Si, por esa incertidumbre que priva en la política, se decide mujer, participaría Carmen Lilia; si se aprueba que sea hombre, participaría su hermano Carlos.
¿Es muy prematuro para hablar de la sucesión de Américo Villarreal Anaya?
De ninguna manera.
Tanto Olga como JR, andan en precampaña.
La tampiqueña, se reúne con diferentes grupos sociales; en tanto, el reynosense, aprovechando los residuos que dejó en la súper delegación de Bienestar federal, hace proselitismo abiertamente en comunidades rurales y urbanas.
La evidente disminución de las oposiciones en la región, convertirán en una guerra de alta intensidad la pelea interna por la candidatura de MORENA-TAM. Sin candidatos competitivos, el PRIAN tiene rostro de derrota y el Movimiento Ciudadano, no muestra interés en desplazar al PAN del segundo puesto en las preferencias electorales.
De otra forma: para MORENA, será más complicado sacar un candidato con legitimidad no cuestionada, que ganar los comicios constitucionales. Un elemento que hace prever un escenario turbulento es el empecinamiento de Maky Ortiz, de ser candidata a todo transe.
Y se sabe: su especialidad, es ensuciar, desacreditar, procesos eleccionarios.
Ya lo hizo con Américo Villarreal Anaya; ya lo hizo con su vástago.
Se colige: lo hará con quien gane los comicios internos.
MORENA tiene que prepararse.
Por una circunstancia: la Makyiavélica, no tiene nada qué hacer contra Carmen Lilia o contra Olga.