Por Redacción SC.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) se encuentra en una encrucijada crítica, enfrentando la posibilidad de revivir la declaración de emergencia sanitaria mundial debido al resurgimiento de la mpox, conocida anteriormente como viruela del mono. El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha confirmado que el Comité de Emergencia, su principal órgano asesor en materia de brotes epidémicos, se reunirá con urgencia para evaluar la situación y tomar una decisión informada.
Este brote, que previamente había sido clasificado como emergencia sanitaria internacional entre 2022 y 2023, ha visto un alarmante incremento de casos en África, con más de cincuenta confirmados y varios sospechosos en países colindantes con la República Democrática del Congo (RDC), el epicentro de la infección. Por primera vez, se han reportado casos en Burundi, Kenia, Ruanda y Uganda, además de nuevos casos en provincias de la RDC que anteriormente habían permanecido indemnes.
La situación es preocupante, ya que en 2022 se registraron numerosos casos fuera del continente africano, afectando a naciones como Estados Unidos y varios países de Latinoamérica. A pesar de esto, la OMS ha decidido no imponer restricciones de viaje hacia los países africanos afectados, aunque ha subrayado que el riesgo actual es alto en la RDC y moderado en las regiones adyacentes.
La organización ha identificado distintas variantes del virus mpox. La variante 1, endémica en el Congo desde hace años, y la variante 2, causante del brote global en 2022. El brote actual se atribuye a una subvariante de la primera, denominada 1b, que provoca una enfermedad más grave que su predecesora y ha sido detectada en Camerún, Costa de Marfil, Liberia, Nigeria y Sudáfrica.
La OMS se enfrenta al desafío de contener la propagación mientras se esfuerza por mantener el equilibrio entre la precaución sanitaria y la normalidad de la vida cotidiana. La decisión del Comité de Emergencia será crucial para determinar las acciones internacionales a seguir y podría marcar un precedente significativo en la gestión de enfermedades infecciosas en un mundo cada vez más interconectado. La comunidad internacional permanece atenta a las conclusiones de la OMS, esperando que las medidas adoptadas sean efectivas y proporcionales al riesgo que representa esta amenaza emergente para la salud global.
