Columnas

El estilo de las fotografías

Por Oscar Díaz Salazar

A Cabeza de Vaca le gustaba, y le gusta, fotografiarse con autoridades gringas, no importa si se trata del intendente del distrIto escolar de La Joya o del jefe de la chota del Condado de Hidalgo. El Cabezuca es feliz posando con la bandera de las barras y las estrellas de fondo.

A Gerardo Peña, en el sexenio del gobierno panista, le gustaba firmar convenios, tomarse la fotografía mostrando el documento que registraba las cláusulas de la colaboración entre la oficina fulana con la institución zutana.

Al entonces presidente municipal de Victoria, Oscar Almaraz, le tomaron, y publicaron en redes sociales, muchas fotografías en los recorridos que hacía para supervisar los trabajos de mantenimiento de la ciudad. Excelentes fotografías tomadas muy tempranito, dando el banderazo a los camiones recolectores de basura, a las cuadrillas de barrido manual, a los jardineros y a todo el personal que laboraba en el municipio. Afirmo que tuvo una excelente estrategia de difusión, aunque supongo que tuvo sus negativos durante su gestión.

Similar a Oscar Almaraz, en cuanto a sus actividades, y también en cuanto a la efectividad de su comunicación, es el caso del presidente municipal de Tampico, Chucho Nader, a quien vemos (en sus redes sociales) supervisando obras y trabajos de mantenimiento, inaugurando construcciones, y dando nota de asuntos pequeños, grandes y medianos, como debe ser en un gobernante que trabaja para todos los segmentos de la sociedad, con todos y para todos los grupos sociales.

Al Geño le gustaba fotografiarse, y difundir las imágenes, realizando actividades de carácter deportivo, muy masculinas, en las que se veía muy machín, muy activo. Fotografías en motocicleta, pescando, cazando, cabalgando, jugando golf, etc. Desde su lanzamiento como aspirante a gobernador, con la fotografía acariciando un cachorro de león, el Geño construyó la imagen de Rambo, mezclado con Chanoc y de rebelde sin causa.

Hay una presidenta de la frontera que lleva dos años divulgando fotografías suyas, con su imagen de cuerpo completo. Los contenidos de sus redes sociales, nada tienen que ver con obras, con propuestas, con proyectos, con exhortos a sus gobernados o con avisos a la comunidad que preside. Omito su nombre porque suele ofenderse cuando alguien escribe sobre su egocentrismo, su falta de resultados y del pésimo gobierno que encabeza.

Al gobernador Américo Villarreal le gustan las ceremonias cívicas. Más que el patriotismo o el civismo, le agrada la parafernalia, el protocolo oficial, el sentirse admirado, el afirmarse como poderoso, como cabeza del gobierno. La foto con los símbolos patrios de fondo, con el escudo de Tamaulipas, rodeado de militares y policías, acompañado de colaboradores bien acicalados. Le agradan las multitudes, pero de gente de bien, ordenada, controlada, institucional. En ese afán de ensayar y disfrutar su poder, ha llegado al abuso de convocar a los actores políticos de todo el Estado para que lo acompañen a ceremonias de poca trascendencia, actos en los que más que concederle importancia al asunto que los reúne, se busca demostrar quién manda, quien tiene el poder de mandar llamar a los servidores públicos, de todos los niveles y órdenes de gobierno.

Luego de siete meses de gobierno, era de esperarse que se tomarán fotografías de inauguraciones, inicios de obras, entrega de recursos, visitas de supervisión de obras, ceremonias, festejos, etc., pero para eso, -les diré una verdad de Perogrullo-, era necesario que hubiera inauguraciones, «banderazo de obras», entrega de recursos, etc.

Las fotos de las ceremonias cívicas de honores a la bandera, -muy utilizadas por Cabeza de Vaca cuando fue presidente- y las imágenes con el orgullo de su nepotismo, Ameriquito tercero y doña Vitamina, son las predilectas del gobernador.

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