Columnas

La carta de los dirigentes empresariales de Reynosa

Por Oscar Díaz Salazar

Que los representantes de varios organismos empresariales y/o de la sociedad civil de Reynosa hayan escrito y difundido una carta «publica» dirigida al presidente, al secretario de Gobernación y al gobernador de Tamaulipas, no debe sorprender, ni molestar y mucho menos ofender o interpretar como un ataque político al mandatario tamaulipeco.

Recurrir a la comunicación epistolar (carta) es el recurso de quienes tienen negado el diálogo, la interlocución personal, la comunicación verbal y cara a cara. Si el doctor Américo Villarreal Anaya ha cerrado la vía de comunicación directa, si no viene a Reynosa, si no establece el trato personal con los «representantes» de los organismos de la sociedad civil organizada, no debe sorprenderse si le hacen saber sus inquietudes con una carta, con un «medio» frío, impersonal, preciso, y sin los matices que te ofrecen las voces, las expresiones corporales y el lenguaje no verbal.

La carta de las dirigentes de los organismos de la iniciativa privada contiene una exigencia a los destinatarios, para que garanticen la seguridad de los tamaulipecos, agregando algunos puntos que, a juicio de los firmantes, es necesario considerar para lograr el propósito que los motiva y ocupa.

A la mayoría de los que suscriben la carta, no se les puede señalar de panistas, filovaquistas, o contrarios al gobierno estatal o federal. Su trayectoria política, empresarial y profesional, los libera de sospechas de estar al servicio de Acción Nacional o de Francisco N.

Si la comunicación existiera entre estos dirigentes empresariales y el gobierno del Estado, el reclamo pudiera ser el mismo, más éste se hubiera planteado en un ambiente de cordialidad y discreción y en un tono más conciliatorio. Pero si no existe la interlocución, es lógico que los mensajes sean escritos y carentes de empatía, como en este ocasión ocurrió

Si el doctor Américo Villarreal se empeña en gobernar solo para Victoria, desde Victoria y con los victorenses y para los victorenses, los provincianos de los 42 municipios, no tienen (tenemos) por qué ser tolerantes y comprensivos con ese trato disparejo.

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