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El triunfo o derrota de JR, recaerá en gobernador y alcaldes. Solo, está perdido

Por: Mauricio Fernández Díaz

Pone Morena a prueba a sus alcaldes en elección de Senador

Ciudad Victoria.- A pesar de su aprobación, validada por encuestadoras externas, los alcaldes de Morena en Tamaulipas han sido subestimados por su partido y los han dejado fuera de las grandes decisiones políticas, sobre todo de las electorales, como en el proceso para designar al candidato a senador. Tanto Mario López, la “Borrega” como Adrián Oseguera figuran entre los mejores alcaldes del país, pero su dirigencia no parece premiar ese esfuerzo. Eso sí, les van a exigir que apoyen al desabrido Juan Ramón Gómez Leal, el JR, cuñado del exgobernador panista, a ganar el escaño.

Resulta insólito que militantes y figuras de la 4T, que tanto tiempo han luchado contra el sistema político podrido del PAN y del PRI, ahora tengan que apoyar a un advenedizo quien, a pesar de declararse de “izquierda”, no deja de estar ligado con su hermana y con su padre, es decir, con la esposa y el suegro de Francisco García Cabeza de Vaca, viejo enemigo de Morena, del presidente López Obrador, de Santiago Nieto y, desde luego, del doctor Américo Villarreal.

Es uno más de los absurdos de este parido político, cuya única fortaleza es el tabasqueño, hombre muy querido y apoyado por millones de mexicanos. Si no fuera por él, Morena se hubiera deshecho como el hielo bajo el sol, autoconsumido por las ambiciones de sus miembros.

Se puede sostener, incluso, que los alcaldes morenistas, como figuras sociales de este movimiento, marchan por un lado, y la dirigencia partidista, por el otro, quizás debido a la falsa creencia de que los seguidores lo hacen por amor a los colores, cuando todo indica que se debe a los beneficios de los programas.

El único responsable de este desorden solo puede ser Mario Delgado, el dirigente nacional, cuyo trabajo se reduce a manipular los procesos internos y a designar a candidatos controvertidos y aún ajenos a la 4T, sin recurrir a las bases. Y con esto tenemos tres fuerzas tirando a tres lados distintos: las figuras políticas, la dirigencia estatal y la dirigencia nacional.

Pero de estos tres liderazgos, los que dan la cara, oyen quejas, atienden a la gente y resuelven sus problema, de sol a sol y lunes a domingo, son los alcaldes.

Por eso, tampoco resulta extraño que los de Matamoros, Ciudad Madero y Altamira aparezcan entre los mejores del país, pues han emprendido planes adaptados a las necesidades reales de sus habitantes y no a proyectos de especulación o a gastos fantasmas para negocio de pocos.

Morena podrá tener candidatos mediocres (de bajo mérito), como el Jotaerre, pero en los municipios destaca por el liderazgo de sus alcaldes. La encuesta de Mitofsky, publicada en diciembre, respalda lo anterior: en la lista de los 150 presidentes municipales, Armando Martínez Manríquez, de Altamira, es el quinto lugar nacional, con 57.1 de aprobación; Adrián Oseguera, de Ciudad Madero, se ubica en la novena posición, con 56.3 por ciento, y en el lugar 18 está Mario López, la “Borrega”, con 55.4 de aprobación. Se trata de la opinión directa de los ciudadanos, que es el verdadero juez de los políticos, y no de funcionarios paleros que elogian a sus directivos por mantenerse en el puesto.

Si se calificara también el trabajo del dirigente nacional de Morena, sobre todo entre la militancia y los aspirantes que compiten en sus procesos internos, ningún punto favorable recibiría, por decirlo amablemente. En la última elección interna, de hecho, el precandidato Ricardo Mejía llamó a Mario Delgado “corrupto y traidor a la democracia”. Incluso, lo acusó de lucrar con servicios de consultoría impuestos a los candidatos del partido. Lo retó, por ejemplo, a transparentar ese gasto ejercido desde el Comité Ejecutivo Nacional, pero Delgado lo ignoró.

Tales son los desfiguros que deben soportar los militantes y seguidores del movimiento, gente ajena a negocios y acuerdos cupulares, pero que creen en la lucha contra la corrupción y en el cambio de sistema a favor de los pobres. Eso lo pueden ver, en parte, en las acciones de los alcaldes morenistas, pero nunca en las de Mario Delgado.

Y así, aunque alzan el estandarte de la Cuarta Transformación y se plantan en la primera línea del trabajo político, que es casi decir en la primer línea de fuego, siempre sometidos al escrutinio público, los presidentes municipales de Morena siguen en un plano secundario dentro de su partido.

Pero se equivocan quienes quieren hacer creer que los alcaldes están “a prueba “ para ayudar al cuñado de Cabeza de Vaca en los comicios extraordinarios del 19 de junio. Los ediles ya tienen su propio compromiso y su propia deuda con los militantes y los ciudadanos, y a ellos les responderán o les deberán pagar.

En cambio, Mario Delgado y Yuriria Iturbe, la nueva líder estatal del Morena, no tienen muy felices a las bases y aún despiertan mucha desconfianza en los tamaulipecos. Ellos son, en realidad, quienes están a prueba.

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