Política

Doris Cantú Robles

Por Oscar Díaz Salazar

A propósito del inicio de las campañas de la elección extraordinaria para senador de la República, escribí una columna en la que expresé mi sentir (negativo) con los dirigentes de Movimiento Ciudadano (MC) por no registrar candidato para el cargo en cuestión.

En mi texto, hablé de las ausencias que triunfan, y que ese podría ser el caso de la no participación de MC, pero escribí que hasta en tanto no me ofrecieran explicaciones convincentes, seguiría pensando que fue una irresponsabilidad de los dirigentes emeceistas el no presentarse a la elección extraordinaria que tendremos los tamaulipecos a mediados de febrero.

El líder estatal de MC, Juan Carlos Zertuche, tuvo la atención de llamarme para compartir información sobre el contexto en el que se resolvió que era preferible subirse a la barda y no entrar a la elección. Ofreció compartir más detalles en un desayuno que aún no se lleva a cabo.

La dirigente del partido naranja naranja en Reynosa, Doris Cantú, me invitó a platicar, con café y pay de manzana (Pa no decir pan) de por medio. Aunque no me convencieron para nada sus argumentos, agradezco la gentileza de buscarme para conversar.

La corrección política de ambos dirigentes, Doris Cantú y Juan Carlos Zertuche, les impidió decirme que prefirieron quedarse sin candidato, a acatar la instrucción del CEN, de salir nuevamente con “El Pirrurris” Diez Gutierrez.

De la charla con Doris Cantú, me quedo con una impresión que sintetiza una frase que hace tiempo me dijo mi amigo Roberto Carlos Rodríguez Romero, refiriéndose a su suegro: “Alejandro Saenz no es político, es un inconforme”.

Esa idea me quedó de la Doris Cantú con la que conversé esta semana. Que obviamente puede cambiar, mi percepción, cuando la conozca mejor, o la persona, a medida que transcurra el tiempo y se enriquezca su visión y su personalidad en el desempeño de esa tarea que se ha fijado de buscar la presidencia municipal de Reynosa.

Cito a mi amigo Roberto, y al aplicarlo en Doris Cantú, lo hago con el mismo respeto que lo hacía mi amigo con su suegro, reconociendo el valor y la importancia de los inconformes, de los que nos recuerdan lo que hacemos mal y nos exhortan (a los ciudadanos) y denuncian (a las autoridades) a cumplir con la ley y con las reglas mínimas de convivencia.

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