Con Urbanidad
Por: Vicente Hernández
“El hambre es una maldición que acecha cada día y el estómago es un abismo sin fondo, un agujero tan grande como el mundo.”
«Paul Auster»
“Vivimos tiempos difíciles” dicen los que viven fácil, pero en su mayoría la gente vive engañando su pobreza con pizas, cerveza, futbol el fin de semana o quincena, aunque el lunes o el 16 despierten a la realidad, y hagan cuentas para ajustar o estirar el resto del salario y recurran a la clásica frase de consolación tan frecuente entre nosotros los mexicanos “No te fijes vieja, Dios proveerá”
Y confiados en la ayuda divina (esa que en la mayoría de las veces nunca llega) trascurre otra semana o quincena de frijoles, chile y tortilla, hasta que llega el bendito día de la paga para volver al mismo circulo vicioso. Lo anterior desde luego no aplica a todos los mexicanos, ni a los dos estratos sociales, porque en México nada más existen: los pobres y los ricos, ya que la clase media según la óptica de nuestro presidente no existe, ahora solo existe una clase “aspiracionista” que quiere llegar a ser integrante de la clase alta, o sea la de los conservadores, los derechistas, los empresarios, los reaccionarios, en fin la clase “Fifí”, así es que si sois pobre, estas en el lado correcto porque es el pueblo sabio, el pueblo bueno, y es un privilegio ha el pertenecer.
Estoy de acuerdo en que el gobierno fortalezca sus redes de protección social para amortiguar en parte el duro embate, no de los comerciantes justos, sino más bien de los hambreadores, ya que los recientes aumentos en los precios de gran parte de la canasta básica han alcanzado alturas estratosféricas, golpeando acremente la economía de las clases más desprotegidas.
Vivimos en un país estoico ante estos embates, sin que alguna dependencia gubernamental frene o regule los precios de los artículos de primera necesidad, ejemplos: el kilo de carne entre 150 a 250 pesos, la tortilla 27 pesos el kilo, el huevo entre 80 a 90 pesos la tapa, frijol 28 pesos de 900 gramos, aceite de 40 a 50 pesos de 850 mililitros y para la estocada final el garrafón de agua a 25 pesos.
Quiero detenerme en este último criminal aumento a lo más vital para el ser humano que es el agua, para tratar de entender como un grupo de dueños de purificadoras de agua en Altamira se amafiaron en una llamada “Federación de Purificadoras y Distribuidoras de Agua Potable en la zona sur de Tamaulipas” con la perversa finalidad de homologar el precio del botellón de agua purificada en la zona sur del estado, que de 16 pesos que costaba en camión repartidor y 9 pesos en expendio se incrementó en menos de tres meses a 25 y 18 pesos respectivamente.
Y aunque a finales del mes pasado un grupo de empresarios se reunieron con el presidente Andrés Manuel López Obrador con la finalidad de firmar un nuevo pacto para frenar la inflación en alimentos, esto no garantiza que los precios de alimentos de primera necesidad bajaran en las tiendas de autoservicio, o en la tiendas de barrio, porque este acuerdo con el sector empresarial es que los 24 productos que conforman la canasta básica tengan un precio fijo, y que no aumenten al menos en lo que queda de este año, pero “cuales son estos productos” ya que el Secretario de Hacienda Rogelio Ramírez de la O, presume que la los precios de la canasta básica estarán al alcance de las familias de medianos y bajos ingresos.
Y en casi todas las entrevistas se refiere al precio del Atún, del papel de baño, y de otros artículos que no son de consumo diario en las casas de nosotros los mexicanos, habla como si nuestra dieta estuviera compuesta únicamente de un guiso de Atún aderezado con papel de baño, ¿Y las tortillas, la papa, los tomates, los huevos, la carne? Cuando anunciara que estos productos realmente bajaron de precio, porque para una familia tipo, compuesta de papá, mamá, y dos hijos, un kilo de carne les alcanzaría para una sola comida, y si el jefe de casa gana el sueldo mínimo según la región, la carne la verían solo una vez por semana.
Como excusa o pretexto arguyen, que los efectos en el alza de los precios de los alimentos, así como de los energéticos no es un problema exclusivo de México, sino son un efecto de las disputas geopolíticas en Europa y Asia a la que se le suma la pandemia por Covid-19, la austeridad franciscana y hasta por el estreñimiento de los monos araña en África, o la escases de camellos en Arabia Saudita, al fin que excusas sobran, mientras tanto cada día algunos productos aumentan de precio sin que ninguna autoridad multe o detenga a los hambreadores, y encarecedores comerciante, y al pueblo solo le queda la ya muy de moda frase «¡Oh!, Y ahora, ¿quién podrá defenderme?» pero yo pienso que ni el “Chapulín Colorado” podría si este viviera, porque seria acusado de revoltoso, de intentar frenar la 4T, y seria secuestrado y desaparecido, o sometido a prisión preventiva oficiosa, y condenado a pasar varios años encarcelado a pan y agua por andar de redentor de los hambrientos.-en fin