Por:Mauricio Fernández Díaz
Ciudad Victoria.- A pesar de la corrupción y el desvío de recursos, como indican las últimas acciones judiciales, el gobierno de Francisco García Cabeza de Vaca se las ingenió para superar al de su antecesor, Egidio Torre Cantú, en materia de seguridad. Muchos afirman que se trata de cifras maquilladas, pero en general bajó el clima de zozobra en la entidad. Y más vale que siga así o se logre una paz plena en tiempos de Américo VIillarreal Anaya.
Para los que vivimos aquí y compartimos un hogar con nuestros seres queridos, este es un tema de primer orden. Hace unos años lo atormentaba a uno la espera de un hermano, un padre o una esposa que hubiera salido de viaje, ya que circular por Tamaulipas era más peligroso que atravesar el infierno. La delincuencia se enseñoreaba en las ciudades y caminos; de nada sirvieron los 12 mil millones de pesos que gastó Egidio Torre Cantú en su sexenio para combatirla; todos los delitos aumentaron en su gobierno.
En 2010, Tamaulipas era 9º lugar en robo con violencia en carretera; en 2012, el 7º lugar en homicidio doloso, y en 2013, primer lugar en secuestro. Todavía en 2014 se ubicó en 11º lugar en extorsión, de acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. En la elección de 2016, los electores castigaron la ineptitud del PRI para manejar esta crisis.
Con Francisco García Cabeza de Vaca como gobernador, de 2020 a 2021, Tamaulipas se ubicó en el lugar 30 en secuestros; en el 27 en robo de vehículo y en el 19 en homicidio doloso. En general, el estado ocupó el lugar número 27 en incidencia delictiva y se le consideró entre los estados más seguros del país, después de ser de los más peligrosos.
Cabeza de Vaca estropeó este récord con uno de los gobiernos más señalados de corrupción y autoritarismo que cabe imaginar, al grado de acomodar las leyes estatales, con ayuda de un Congreso Local marioneta, para que sigan manteniendo sus guardias y vehículos, para que le aprueben todas sus cuentas y para que elijan a un panista como presidente del Poder Judicial (David Cerda). El despotismo del reynosense borró de la memoria todo lo logrado en seguridad.
A final de cuentas, hoy las carreteras son más seguras que hace siete u ocho años, y algunos empresarios tamaulipecos, que huyeron de la inseguridad en el sexenio de Egidio Torre, regresaron. No vivimos en Suiza, pues todavía se cometen delitos, pero le espera un reto al gobernador Américo Villarreal en materia de seguridad.
Sin proponérselo, el doctor Villarreal provocó desconcierto en la sociedad por una aparente vacilación al momento de nombrar a su secretario de Seguridad. En la conferencia del lunes 26 de septiembre, mencionó a Óscar Alberto Aparicio Avendaño, y su equipo de prensa hasta difundió una semblanza de la persona. Pero después de tomar el cargo, el 1 de octubre, dio ese nombramiento al general Sergio Hernando Chávez García, sorprendiendo a todos. Desecharon de tajo a Aparicio Avendaño sin dar una explicación.
El perfil de Óscar Alberto Aparicio Avendaño era excelente, con dos maestrías y dos doctorados en temas relacionados con la seguridad y la administración pública. Su juventud también jugaba a su favor. Desdichadamente, no llegó.
Ahora, el secretario de Seguridad Pública se llama Sergio Hernando Chávez García, y es un general brigadier Diplomado de Estado Mayor. Su única referencia en el servicio público fue como Subsecretario de Seguridad Pública del Estado de México, 2018 a 2022, en la administración de Alfredo del Mazo. Nunca llegó a titular.
En los cuatro años de servicio del general Chávez García como subsecretario, el Estado de México tuvo sus peores desempeños en materia de seguridad, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción en Seguridad Pública, del Inegi. De 2020 a 2021, cuando Sergio Hernando Chávez ejecutaba la estrategia anticrimen, la incidencia delictiva creció 15 por ciento. De un año a otro, pasó de 39 mil 539 delitos por cada 100 mil habitantes a 45 mil 501.
Con el general brigadier, el Estado de México ocupó el primer lugar nacional en tasa de prevalencia delictiva de 2021, con el robo con violencia como principal delito. Y va volando a repetir el liderato en 2022.
En percepción de seguridad, el Edomex es el segundo lugar con mayor percepción de inseguridad, superado solo por Zacatecas. En el Estado de México, el 90 por ciento de la población se siente inseguro.
La llegada de 500 elementos del Ejército a Tamaulipas, desde que Américo Villarreal asumió la gubernatura, es una señal de apoyo de parte de Gobierno Federal para erradicar la inseguridad. Su presencia debe reflejarse en actividades económicas y laborales normalizadas; no tiene por qué repetirse la experiencia del Estado de México en nuestra localidad ya que, después de todo, allá es del PRI y acá es de Morena.
Pero la violencia es como una bestia que pasa largo tiempo dormida y en cualquier momento despierta. No queremos esa clase de sorpresas ahora que se respira cierta tranquilidad, pero queda mucho por hacer. El nuevo gobierno estatal no debe perder de vista que estamos en Tamaulipas, condenada geográficamente a atraer a grupos delictivos, y que la violencia puede estallar intempestivamente, pese a las mejores previsiones.
Puede que la inseguridad se mantenga fría en este instante, pero siempre será la papa caliente de los gobiernos estatales.