Es farol de la calle, oscuridad de la casa.
Por :Mauricio Fernández Díaz
Ciudad Victoria.- Después de una de las peores crisis a causa de la pandemia, la Agencia Nacional de Aduanas de México se asombró de la recaudación de 11 mil millones de pesos en una de las aduanas del país, lo que supuso un récord histórico para este punto de entrada y salida de mercancías. La hazaña ocurría en Altamira, Tamaulipas.
El gran puerto industrial aumentaba así 31 por ciento su captación de recursos comparado con el mismo periodo de 2021, cuando obtuvo 7 mil 662 millones de pesos. Por méritos, se colocaba entre las seis mejores aduanas del país de las 50 que integran el sistema nacional.
Pero en cuanto al movimiento de mercancías por mar, es el cuarto más importante de México.
El récord de los primeros tres meses ya lo superó. De acuerdo con Armando Martínez Manríquez, alcalde de Altamira, la Aduana ha captado alrededor de 31 mil millones de pesos a la fecha. Y todavía le restan tres meses al año.
Y siendo huésped de este municipio, que da alimento, habitación y quizás hasta esparcimiento a sus agentes y personal de seguridad, esta Aduana se lleva casi toda la recaudación y no deja mayor rastro de esa riqueza en Altamira.
Tiene razón el profesor Armando Martínez Manríquez: por elemental sentido de justicia, la Aduana debería compartir algo más con el municipio que le sirve de asiento, ubicación y estrategia.
Para dimensionar los ingresos que Altamira genera a la Aduana, pensemos que el Programa de Vacunación nacional de 2022 fue de 30 mil 314 millones de pesos. Es decir, con 10 meses de actividad puede costearse la inmunización de todos los bebés y menores de cinco años en México.
El alcalde Armando Martínez Manríquez ha propuesto que el Puerto Industrial de Altamira, sea por medio de las empresas, las agencias o la Aduana misma, aporte recursos para el desarrollo del municipio, ya que aquí se ubican y dependen de él para sus actividades diarias.
Hay colonias sin escuelas, algunas sin servicios; faltan parques y canchas deportivas para los niños y los jóvenes. Faltan apoyos a personas de escasos recursos.
¿Cómo es posible que a unos metros de las carencias se recauden 31 mil millones de pesos y no signifique nada para la gente? Es como si no existiera la Aduana para ellos.
Y de verdad, no existe actualmente para 16 mil personas de bajos recursos que reciben ayuda alimentaria del Sistema DIF Altamira, porque nadie los ayuda, ni sus parientes.
En esta lista hay 13 mil ancianos en pobreza alimentaria, viejitos y viejitas que tienen un cuarto donde vivir pero ya no se allegan recursos para adquirir alimentos, medicinas y artículos de primera necesidad.
Y estos adultos mayores no viven en los ejidos o en las zonas rurales; no. Habitan la zona centro, y sectores populosos como Miramar y la Tampico-Altamira.
El alcalde Armando Martínez podría dedicarse simplemente a mirar la relación entre las grandes compañías del Puerto de Altamira y el Gobierno Federal, por ser el primer contacto entre inversionistas y autoridades. Podría esperar, callado, a que de México le envíen un poco más un día de estos, ya que pertenecen al mismo partido. Pero no.
El profesor Martínez Manríquez actúa con sentido común al proponer una ayuda más solidaria de todo el aparato productivo del puerto con el municipio. Es por elemental justicia.