Seguridad

En Zacatecas casi nadie se siente a salvo

Los datos de la última encuesta del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) sobre la percepción de los ciudadanos ante la inseguridad de las ciudades donde viven revela que hay rincones en México donde casi nadie se siente a salvo. 

Zacatecas cuenta con dos ciudades, Fresnillo y la capital —que lleva el nombre del Estado—, en la lista de las tres más peligrosas según la visión de sus residentes. En esta tierra, más del 97% de la población considera sentirse en riesgo. 

De cerca le sigue Ciudad Obregón (Sonora), Cuautitlán Izcalli (en el Estado de México, a media hora de la capital del país), Irapuato (Guanajuato) y la tercera urbe más grande de México, Guadalajara (Jalisco). El mensaje de los vecinos es que pese a las estrategias federales de seguridad, centradas en más presencia militar en muchas zonas, sus casas han dejado de ser un lugar seguro.

Las imágenes que envía cada semana Zacatecas al país respondían por sí solas la encuesta: hombres colgados de puentes, decenas de ejecutados en las calles, universitarios secuestrados y asesinados cuando salían de un bar, pueblos enteros sin policías, cadáveres frente a la sede de Gobierno estatal, escenas de guerra en la sierra con coches quemados, artillería pesada y más muertos. 

Las cifras del Inegi destacan solo estas dos ciudades, de las cuales una de ellas repite como la más insegura para sus ciudadanos, Fresnillo.

En la lista de «ciudades de interés» que ofrece el organismo no aparecen, no obstante, algunas que se han convertido en los últimos años en un auténtico horror de la narcoviolencia, como las de Tierra Caliente, en Michoacán. 

No destacan la opinión de los vecinos de Aguililla, el municipio que es la cuna del líder del cártel Jalisco Nueva Generación, Nemesio Oseguera, alias El Mencho, y decenas de pueblos que como este han sido tomados durante meses por el crimen organizado. 

Tampoco aparece Zamora, la ciudad que se convirtió este año en la más violenta del mundo, con 196,63 homicidios por cada 100 mil habitantes, una tasa que haría temblar a las urbes más violentas de Centroamérica.

Sí incluye a Guadalajara, capital de Jalisco, también el bastión del cartel que lleva el nombre del Estado y que ha sembrado el terror por todo el país. La ciudad es una de las más importantes de México, conocida desde hace años como cuna del Silicon Valley mexicano y sede de la feria del libro en español más importante del mundo —la Feria Internacional del Libro de Guadalajara—, además de ser el núcleo urbano principal para los Estados del centro y noroeste del país.

Desde que la batalla intestina de los cárteles en la zona reventara la imagen de ciudad próspera hace años, con miles de desaparecidos —es la entidad que lidera también ese macabro ránking—, morgues desbordadas y cadáveres sin identificar amontonados en fosas clandestinas a las afueras, su población se debate entre la percepción de una ciudad que empuja por ser próspera, pero que carga con el pesado lastre de la violencia. 

Más de un 87% de los vecinos reconoce que más allá de los libros y las start-ups, ahí no es fácil vivir.

Aunque no se encuentran en los primeros puestos de percepción de inseguridad, el mensaje que envían los vecinos de Cancún o de Oaxaca (capital del Estado que lleva su nombre) choca con la imagen de destinos turísticos más deseados. En la ciudad caribeña de playas cristalinas, un 80% de sus habitantes no se siente seguro. Y en la capital colonial, colorida y de alto nivel gastronómico y cultural, siete de cada 10 vecinos consideran que es riesgoso vivir ahí.

Las cifras generales de percepción de inseguridad, cerca de un 66% de los mexicanos, no han variado apenas desde los datos del último año. Así como los datos de homicidios que registra México tampoco han aumentado considerablemente, un apunte que destaca orgulloso el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador en cada informe de seguridad. Pero México ha alcanzado unas cotas de violencia tan altas que se han mantenido desde hace más de tres años, con casi 100 homicidios diarios, que la única buena noticia posible es que bajen.

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