Por: Mauricio Fernández Díaz
Ciudad Victoria.-El diagnóstico de la CENEVAL sobre Tamaulipas es frío y doloroso: la pobreza de sus habitantes ha aumentado. Hoy, la gente con menos recursos vive peor.
Como todo mundo sabe, de la pobreza brotan más desgracias, la más cruel de las cuales es la mala salud. Estar enfermo y pobre es, posiblemente, el más triste destino que hay en la vida.
El gobierno de Francisco García Cabeza de Vaca no tuvo prácticamente ningún impacto en el combate a la pobreza si no es que la agravó, ya que pasó de 34.5 a 34.9 por ciento de la población. Esto lo sostiene el estudio Evaluación de la Pobreza 2018-2020, de la CENEVAL.
En el periodo de referencia, la población del estado con carencias de acceso a la salud aumentó de 12 a 19.6 por ciento. Es decir, casi una quinta parte de los tamaulipecos vive sin un seguro médico o sin servicios de seguridad social.
No son afirmaciones de la oposición o de líderes políticos con intereses personales. Son las conclusiones del Centro Nacional de Evaluación, y son serias.
El territorio le favorece, pues, a un candidato con perfil en ciencias médicas, a un estadista versado en temas de la salud, y el único con esas características es Américo Villarreal Anaya.
El victorense tiene una excelente formación profesional, como lo indican sus dos especialidades: cardiología y medicina interna. Ha alternado el servicio público con la consulta privada desde 1989. Pudiendo encerrarse en su mundo y no ver más allá, se interesa en el tema de la salud pública de la entidad. Realmente domina la cuestión.
“La primera causa de muerte en el estado son los padecimientos cardiovasculares, y dentro de éstos, la situación de la cardiopatía isquémica”, ha relatado en una entrevista que dio a conocer en la campaña de 2018. “Nos teníamos que preparar para recibir la carga de enfermedad que ya tiene nuestra población, y estar pendientes de la demanda de atención”.
En su palmarés figura la de haber cursado la especialidad en el Instituto Nacional de Cardiología. Muchos egresados de este centro hacen carreras altamente cotizadas en la medicina privada y jamás se involucran en el servicio público; están en su derecho y su actividad es legítima. Pero Villarreal Anaya ha dedicado gran parte de su tiempo a la medicina pública y ha dejado huella de esta labor.
Al recordar sus inicios como servidor público, en una época sin internet, de menos carreteras y muchas necesidades, destaca las largas entrevistas que sostenían con las personas.
“Eran jornadas prolongadas, audiencias públicas, visitas al Altiplano, mucho contacto con la gente”. Américo es uno de los galenos que han pasado por la dirección del Hospital General de Ciudad Victoria. La diferencia consiste en que los anteriores cumplieron con eficiencia pero no transformaron los servicios de salud ni cambiaron la vida de los victorenses.
Si los pobres no tienen dinero para aspirinas, menos para costear estudios clínicos de alta especialidad. En 1990, Villarreal Anaya gestiona la adquisición del primer tomógrafo axial computarizado para personas de escasos recursos económicos. Es más, no lo tenían, en ese momento, ni los centros médicos privados de la capital.
En los hospitales privados, claro, los enfermos del corazón hallan el tratamiento adecuado para recuperarse. Pero ahí no pueden entrar personas de escasos recursos, no por motivos de discriminación sino económicos, de costos.
Para atenderlos, Villarreal Anaya crea la primera Unidad de Cuidados Intensivos Coronarios en la capital del estado. Servicios de este tipo logran corregir la desigualdad social en materia de salud pública, acortan la brecha entre los tienen acceso a la medicina y los que no. Poco a poco, en resumen, hace efectivo el derecho a la salud.
Se requería un gran salto para probar su compromiso con los menos favorecidos: operaciones sin costo. Esto lo consigue mediante el programa “De corazón a corazón”, en el cual se practican cirugías de válvulas, coronarias o corrección a personas de bajos recursos. El programa se mantiene de 1989 a 1992.
En 1997 sube a la dirección del Hospital General y abre la primer sala de hemodinamia de la región centro. Es un área con equipos tecnológicos para evaluar la estructura y funcionamiento del corazón, lo que permite establecer el diagnóstico de enfermedades cardiovasculares, junto con el tratamiento adecuado.
La medicina y la política son profesiones que afectan para bien o para mal la vida de los habitantes. Sin embargo, no se les impone los mismos códigos éticos ni las mismas sanciones para influir en su ejercicio. Esta es una de las observaciones más interesantes de la entrevista de 2018 con el doctor Villarreal.
“Ojalá muchas de nuestras profesiones estuvieran así de vigiladas y acotadas, sobre todo en el servicio público”, sostiene Américo Villarreal. “Intervienen la Comisión de Arbitraje Médico, la Comisión de Derechos Humanos, los Comités de Ética de los hospitales y hasta el Ministerio Público”.
Estas son las excelentes credenciales que presenta Américo Villarreal Anaya como candidato a gobernador, en un momento de crisis en materia de acceso a la salud para muchos tamaulipecos, para los menos favorecidos, como indicó el CENEVAL. Les llega, literalmente, en el momento adecuado.
Pero Tamaulipas es complejo, diverso, de un perfil diferente a Coahuila y Nuevo León, aunque los tres sean una misma región económica. Hay características especiales que se requieren para gobernar el estado y se hallan en otros candidatos. En cualquier caso, los ciudadanos podrán elegir la opción que les convenga.