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Tamaulipas; a medio camino entre la continuidad y la alternancia

Por: Mauricio Fernández Díaz

Ciudad Victoria.- Ninguna elección es igual a otra, repiten sin pausa los políticos. El humor social es muy cambiante, y de un año a otro unos suben y otros bajan, pero es innegable que hay tendencias resistentes al tiempo y que, en cierta forma, se han confirmado en 2021.

El año pasado, los ciudadanos, en la mayoría de los estados, votaron por un cambio de partido; la alternancia política fue el sello de aquellos comicios en los cuales el PRI se llevó el peor de los fracasos: perdió siete entidades que ya gobernaba. El partido con más triunfos fue Morena, con 10 de 15.

Por nuestra vecindad nos interesan particularmente dos estados, Nuevo León y San Luis Potosí. En el primero gobernaba un independiente, pero la votación favoreció a Movimiento Ciudadano. En el segundo también cambiaron de opción, y pasaron del PRI al Partido Verde.

La alternancia tocó a las puertas de Tamaulipas en 2021. Como región noreste, solo Coahuila se ha mantenido priista desde hace 18 años, y así continua en la actualidad.

Estos datos no pueden ser premonitorios para la elección de 2022 en Tamaulipas por los motivos antes expuestos; ya no vivimos en 2021 ni estamos en Nuevo León o San Luis Potosí. Lo que merece nuestra atención es la cultura política del elector mexicano, que parece ser cada vez más consciente del poder de su voto: si no me satisfizo, lo cambio.

Se puede decir que Francisco García Cabeza de Vaca gozó de esta nueva mentalidad, ya que los tamaulipecos cortaron 70 años de gobiernos priistas en Tamaulipas y lograron la alternancia por primera vez en 2016, cuando se volcaron al PAN. En campaña, el eslogan de Cabeza de Vaca decía justamente eso: “Vientos de cambio”.

Con pocas excepciones, la alternancia se le obsequia amplios poderes al partido ganador: suelen darle la gubernatura y la mayoría del Poder Legislativo, lo que prácticamente significa influir también en el Poder Judicial. Se da un auténtico cambio de régimen, del que no escapan ni los institutos “autónomos” como la universidad, la Unidad de Transparencia y la Comisión Estatal de Derechos Humanos; todo lo penetra el partido ganador, y a todos los del régimen pasado los echa a la calle.

De verdad que llamar a todo esto un pequeño reino no es exagerado, pues el gobernador dispone absolutamente de todos los puestos, desde el mejor pagado hasta el más modesto, y puede daŕselos a quien desee sin que nadie se lo impida. Amigos, novias, primos, amantes, recomendados, gente sin experiencia o inepta, pueden sentarse cómodamente a ganar 150 mil pesos mensuales, más vales de gasolina, si el gobernador lo decide.

Los mandatarios que utilizan sabiamente este poder invitan a gente preparada a la administración pública y alcanzan los mejores resultados. Eso puede favorecer a su partido cuando llegue el momento de elegir al nuevo gobierno. No lo garantiza pero sí mejora sus posibilidades.

En cambio, podemos afirmar que una pésima administración, que hunde a su estado en el endeudamiento, la pobreza y la inseguridad, pierde las elecciones siguientes. Por alguna de las tres razones mencionadas la alternancia ya es recurrente en Nuevo León, por ejemplo, que pasó del PAN al PRI, del PRI al independiente, y del independiente al Verde en el lapso de 18 años.

La excepción a la regla es Coahuila, donde hay un peso político considerable en el magisterio que se la ha jugado siempre con el PRI desde Humberto Moreira, aunque entregue el estado a los zetas y quiebre financieramente al estado.

Pero Coahuila está muy lejos de Tamaulipas comparado con Nuevo León y San Luis Potosí, con los que tiene colindancia, entidades donde la cultura de la alternancia, la de ejercer el poder de decisión con base en los resultados, es una realidad.

Es una lástima que un candidato realmente carismático y popular como el ingeniero César Verástegui Ostos tenga que cargar con la sombra de Francisco e Ismael García Cabeza de Vaca, el gobernador y su hermano, dos personas insoportables en lo público y lo privado y, encima de todo, dos políticos clasificados entre los peores en la actualidad. Los asuntos públicos, como los familiares, son así: no se eligen, se nace y se batallan con ellos.

Es una cuesta arriba para la alianza PAN-PRI-PRD querer alcanzar la gubernatura con semejantes lastres, pero no es imposible. El “Truko” muestra por delante todo lo que trae y todo lo que es, y ha gustado mucho a la gente. Enfrente tiene un adversario difícil, el doctor Américo Villarreal Anaya, y un empoderado Morena que arrasó en las elecciones estatales de 2021.

Si las elecciones de 2021 fueran el referente de este año habría la seguridad de una alternancia política en Tamaulipas. Pero demasiadas circunstancias entran en juego, y hasta los mismos números de las primeras encuestas han cambiado mucho. Dar por ganador a uno de los dos candidatos principales sería temerario.

Sí podemos concluir, en cambio, de quien será la responsabilidad de un cambio de partido en caso de que el electorado lo prefiera: de Francisco García Cabeza de Vaca y su nefasta gestión.

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