La guerra por la torta de la barda
TAMPICO, TAMAULIPAS.- Es una zona de ‘guerra’ los 365 días del año, las 24 horas del día, está convertida la zona frente al puerto de Tampico, todos presumen vender la auténtica torta de la barda.
‘¡guerita! ¡paseleeee don! ¡aquí las mejores tortas de la barda de Tampico!
La calle Héroe de Nacozari vive y revive todos los días una lucha férrea entre los principales e históricos torteros del sur de Tamaulipas: René, Lalo, la Brava, tienen diferentes nombres, pero es la misma torta de la barda.
Mirada de aguila, a bordo de calle, a cincuenta, 30, 20 15 metros de distancia, los vendedores de las tortas de la barda se pelean codo a codo , hombro a hombro a cada uno de los potenciales consumidores.
¡Aquí sin son las originales tortas de la barda! ¡Llevele, pasele.
Miré nomas como se la vamos a preparar!- dicen los empleados de cada uno de los negocios, hasta ‘aturdir’ o ‘confundir’ al consumidor.
¿Y quien tiene la razón? Los viejos herederos de la ‘receta tradicional? ¿Las aprendices que dieron paso a su propia ‘creación’?
¿PORQUE ‘ENAMORA’ A TODOS LOS PALADARES?
En los hechos, una torta de la barda es la suma de once ingredientes culinarios que se acomodan en un pan francés desde hace más de 70 años y que reflejan la riqueza multicultural de Tampico.
Es el resultado de las aportaciones realizadas a la gastronomía por huastecos, españoles, franceses, italianos, alemanes, ingleses, libaneses, entre muchos otros.
De acuerdo con los relatos de los descendientes de la primera generación. los cronistas e historiadores del sur de Tamaulipas aportan datos acerca de su invención, pero ninguno se atreve a decir un nombre del autor de este platillo o una fecha de su nacimiento.
La torta de la barda es de todos y es de nadie: es de todos los Tampiqueños.
¿ZONA DE GUERRA?
En la zona del muelle de Tampico hay cuatro negocios en funcionamiento, entre los más antiguos suman poco más de 70 años desde que iniciaron operaciones y màs de dos décadas, los más recientes.
COMO SE CREA UN PLATILLO TAN FAMOSO
Una torta que nació de la necesidad de “alimentar” a los alijadores del Puerto de Tampico durante el primer tercio del siglo antepasado y que hoy no distingue clase social ni fronteras, dice Leopoldo Bracamontes, propietario de Tortas “Pancho” , nieto de Don de Francisco Bracamomentes, uno de los primeros vendedores de tortas de sardina (antecesor de la torta de la barda).
Un ‘manjar’ como lo califican los habitantes de Tampico, Madero y Altamira que fue “inventado” por la creatividad de los primeros torteros en Tamaulipas desde el interior del recinto portuario, frente a la zona de muelles , acompañado por el ruidoso sonido de motores de las embarcaciones y el trinar y aleteo de las aves marinas, recuerda Josè Arturo Bracamontes, tercera generación de vendedores de tortas en la zona del muelle (nieto de Francisco Bracamontes)
SU HISTORIA … LAS TORTAS ALIJADORES DE DON FRANCISCO BRACAMONTES.
A finales de los años 20’s y principios de los 30′ s comenzaron a vender las tortas de sardina, que después serían llamadas Alijadores.
Leopoldo, tortero en tercera generación explica que estas primeras fueron vendidas entre 1932 y 1933 por Don Francisco Bracamontes, recién llegado del Estado de Michoacán.
“Ora veras, fue entre 1932 y 1933 , cuando comenzaron a venderse las torta de sardina, que después serían llamadas “Alijadores”. Es lo que nos contaba nuestro abuelo”. dice.
Las tortas “Alijadores” , se elaboraban con Sardina, tomate, cebolla, chile, lechuga, frijoles y nada más.
DESDE LOS AÑOS 50’s
Los primeros datos acerca de su transición de ‘Alijadores’ a la ‘barda’, se remontan a los 40s.
“Fue entre 1947, 1948 cuando comenzaron a agregarse mas ingredientes a la que se llamaba la Torta” Alijadores “, comenzaron a salir los embutidos el jamón, el queso amarillo, el queso de puerco, el mismo cliente, fue sugiriendo,” oyes Pancho, ponle esto o lo otro, pero nunca le quitó la Sardina, dice Leopoldo.
El nombre de ” La Barda” cobra auge, para nombrar a los negocios de tortas que se localizaban en la calle Héroe de Nacozari, en el bardeado de Ferrocarriles de México.
Por José Luis Rodriguez Castro / La Razón