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Américo debe acabar con el enemigo número 1 de Tamaulipas, CDV Por:Mauricio Fernández Díaz

Américo es el candidato a modo para la continuidad del PAN

Ciudad Victoria.- Si este es el momento de las definiciones, de terminar con las ambigüedades, como dice el Presidente, demos un paso adelante en el proceso que acaba de favorecer a Américo Villarreal como candidato de Morena en Tamaulipas.

En la campaña de 2022, el rival de Morena no será César Verástegui, ni Cucho Nader ni Ismael García Cabeza de Vaca; la lucha política no está ahí. El rival se llama Francisco García Cabeza de Vaca.

En Francisco deben recaer todas las críticas, los señalamientos, las pullas. De los problemas de desempleo, servicios deficientes y baja inversión pública, Francisco es el único culpable.

Ya en 2018, hinchado de soberbia, había aumentado los impuestos estatales y enseñaba su mala gestión en materia de salud y educación. También gastaba hasta mil millones de pesos más al año en sueldos de secretarios, subsecretarios, directores y personal de gobierno. Había, entonces, temas para cuestionarlo, incluso para denunciarlo judicialmente, como hizo posteriormente la administración federal. Fue el año de las elecciones concurrentes con la presidencial, las legislativas y las del Senado. Entonces, Francisco envió a Ismael, su hermano, a competir con Américo Villarreal por la senaduría.

Sin embargo, en campaña, el doctor Villarreal tendió un manto de silencio sobre el gobernador. Prácticamente nunca lo mencionó, y esta no es una opinión. Como prueba de lo anterior están los numerosos videos en Internet de sus discursos y entrevistas, de sus recorridos y mítines. La militancia se cansó de esperar un mensaje contundente, incisivo, 4T; Américo caminó flojamente e invitó a todo mundo a sumarse al movimiento, al cambio verdadero: a eso redujo su compromiso personal. Y ganó, en efecto; se imponía a Ismael por una diferencia escasa pero suficiente. En apariencia, él era el vencedor; en la realidad, ganaba por el efecto López Obrador, por el arrastre del tabasqueño, quien aparecía también en la boleta y eso le aseguró los votos en Tamaulipas, como muchos colaboradores suyos reconocieron.

Esta vez, Américo no tendrá ese magnífico acompañamiento para atraer el respaldo de la gente. Se terminaron los subterfugios: ahora sí tendrá que hablar de Cabeza de Vaca, de sus problemas con la justicia, de sus malos resultados.

El Presidente López Obrador ha pedido a los actores políticos que se definan, que expresen su postura pública: si están con el pasado o con la Cuarta Transformación. Extrapolando este dilema, hay que someter a los candidatos locales a una prueba parecida, a un cuestionamiento en los siguientes términos: ¿están con Cabeza de Vaca y la corrupción o están con Morena y el proceso transformador?

Por su personalidad, sus antecedentes y sus relaciones, Américo Villarreal representa la continuidad del proyecto cabecista, el plan ‘B’ del mandatario para obtener impunidad después de terminar la administración. De todos los aspirantes de Morena es el de menor perfil de izquierda; quizás empata en eso con Maki Ortiz, justamente la candidata conservadora. Este fiasco es otra de las repercusiones del método de encuestas: se premia la popularidad sobre la cualidad. ¿En dónde quedó el requisito de la trayectoria en la lucha social, de promover la democracia y la protección a los desfavorecidos? Nadie hay más ajeno a esta vocación que el doctor Villarreal; nadie hay menos morenista, como sinónimo de combate al poder económico y la corrupción, que Américo. Puede afirmarse que Morena ya tiene candidato pero la Cuarta Transformación, aún no.

Para bien, Movimiento de Regeneración Nacional aumentó la temperatura política en temas como pobreza, corrupción y desigualdad. Los gobiernos neoliberales cometieron estos crímenes en perjuicio de la sociedad y encubrieron su culpa. Gracias a López Obrador, ningún mexicano perdona ya un caso más de este tipo; ahora se calienta y lo repudia. Pero el doctor Villarreal se diferencia de todos: es tibio. Por esa razón, el más feliz de enfrentar a un candidato de esa traza es Acción Nacional.

Si como candidato es una opción inadecuada, como gobernador es aún peor, si cabe imaginar. A propósito de esto, ya habíamos publicado una opinión en este espacio: “¿Qué se necesita para conducir, guiar y engrandecer un estado? En una entidad como Tamaulipas, se requieren más bien cualidades de carácter, de personalidad, para llevarlo hacia adelante. Es un territorio complejo marcado por la violencia, la inseguridad y el crimen. Nos atrevemos a decir que un gobernador de Tamaulipas emplea un 10 por ciento de conocimientos y un 90 por ciento de temperamento personal. Por ese motivo, estimados lectores, nos ha ido tan mal en los últimos años; por eso aún lamentamos las debilidades de Eugenio Hernández, la acrimonia de Egidio Torre y ahora, para colmo, los delirios de grandeza y persecución de Cabeza de Vaca”.

Aquel comentario, entregado el 14 de noviembre, lo concluimos así: “En suma, ¿qué necesita Tamaulipas? Pues nada menos que eso: un político apasionado y comprometido, de ideas claras y directas, y Américo Villarreal Anaya no lo es”.

Este es el momento de la unidad, sí, pero no alrededor de Américo sino del proyecto de la Cuarta Transformación, el de la bandera contra la corrupción, las mafias del poder y la desigualdad. Morena debe encabezar este proyecto, no el doctor Villarreal; los líderes locales como Armando Zertuche, Adrián Oseguera y el propio dirigente nacional, Mario Delgado, deben asumir el mando de esta campaña. El candidato debe ir detrás de ellos. Es la única manera de asegurar un verdadero proyecto de izquierda.

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