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A Américo Villarreal le quedaría grande el cargo de gobernador Por: Mauricio Fernández Díaz

Ciudad Victoria.- Los tamaulipecos se acercan al momento de decidir, entre las diferentes opciones, quién deberá buscar la gubernatura como candidato de Morena. Es el partido que domina las preferencias, con un margen de dos a uno, y se encamina a ganar la elección de 2022. Esto convierte la designación del partido en una operación delicada.

Movimiento de Regeneración Nacional utilizará el método de entrevistas de campo o encuestas para saber quién es el mejor posicionado. Por lo menos, hay 4 aspirantes que aparecerán en esos cuestionarios. Ganará quien resulte más conocido o más identificable entre la gente. Por desgracia, ser famoso no siempre se relaciona con la virtud o el talento. Si se elige impulsivamente puede llegar la persona menos apta para el cargo.

En general, los aspirantes de Morena tienen buena preparación profesional y muchas veces, también, administrativa. Pudiera creerse que basta con eso para gobernar pero sería engañarse. ¿Qué se necesita para conducir, guiar y engrandecer un estado? En una entidad como Tamaulipas, se requieren más bien cualidades de carácter, de personalidad, para llevarlo hacia adelante. Es un territorio complejo marcado por la violencia, la inseguridad y el crimen. Nos atrevemos a decir que un gobernador de Tamaulipas emplea un 10 por ciento de conocimientos y un 90 por ciento de temperamento personal. Por ese motivo, estimados lectores, nos ha ido tan mal en los últimos años; por eso aún lamentamos las debilidades de Eugenio Hernández, la acrimonia de Egidio Torre y ahora, para colmo, los delirios de grandeza y persecución de Cabeza de Vaca.

Para el 2022, los tamaulipecos no pueden arriesgar más su futuro con algún psicótico, introvertido o voluble de los que abundan por ahí.

Cuando llegue la encuesta a sus manos, y lea los nombres de los aspirantes a la candidatura, pregúntese seriamente “¿Esta es la persona que se necesita para gobernar Tamaulipas?” “¿Tiene lo suficiente para hacerlo o acaso le falta algo?”. Contestar esto último, si algo le falta, seguramente ayudará a tomar mejor la decisión que solo ver las buenas cualidades.

Si aplicamos este método hallaremos algunas consideraciones interesantes, por ejemplo, en el senador Américo Villarreal Anaya.

No queremos pasar por psicólogos ni terapeutas con este ejercicio de opinión, ni cometer deliberadamente una injusticia. Pero podemos apoyarnos en la observación y en el sentir general, que es el sentido común (para hacer honor a nuestro portal). Al final, todos nos formamos una imagen de las figuras públicas con base en sus palabras, su apariencia y su historia personal. Este conocimiento resultante nunca falla.

La historia muestra que la política es una de las actividades más apasionadas, enérgicas y atrayentes que la humanidad haya creado. Nada más hay que ver las personalidades de Winston Churchill, el general Lázaro Cárdenas o Salvador Allende para convencerse. Eran estadistas con las riendas bien sujetas en las manos, de corazón ardiente y hechos para los retos. Pero el doctor de Ciudad Victoria no refleja nada de eso; es un político sosegado, pasivo, cómodo. Más templado que arrollador, se describe a sí mismo como hombre de familia y médico comprometido con la salud. Son, en efecto, virtudes para el hogar y la sociedad. ¿Es el perfil adecuado para manejar un estado como Tamaulipas, donde se cometen extorsiones, homicidios y desapariciones de personas? ¿Ganará la “guerra del agua” con Nuevo León sin exigir ni encarar al provocador? ¿Combatirá la corrupción con vigor o esperará, paciente, a que desaparezca sola?

Américo Villarreal ha sido un estupendo senador, por lo demás, un legislador competente en la Comisión de Salud, que él preside. Ha encontrado su medio y luce ahí sus facultades. Pero la gubernatura de Tamaulipas le queda sobrada con esas únicas prendas. Se precisa más carácter para el puesto.

Hay en él un rasgo que no es exactamente negativo ni positivo; podría decirse que sería mejor carecerlo: su expresión indirecta, de muchos rodeos y generalizaciones. Habla y escribe como esas personas que temen comprometerse demasiado, como las que no quieren atarse a sus palabras. En temas políticos, se inclina más por alabar exageradamente a Andrés Manuel López Obrador que en presentar su propio ideario.

En su cuenta de Facebook encontramos ejemplos de ese estilo largo y aburrido que lo caracteriza:

“Hoy celebramos la vida de quien alimentado (sic) por la honestidad y el sueño de un #México digno para vivir, acepta día con día el enorme reto de abrir los caminos que nos lleven a consolidar la gran nación que merecemos ser (sobre el cumpleaños del Presidente López Obrador)”.

“Hoy pude constatar personalmente en compañía de compañeras y compañeros senadores el avance que lleva el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles una obra de gran magnitud y beneficio para nuestro país”.

“Es un orgullo escuchar a nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador llevar su lucha en contra de la desigualdad social a un espacio internacional de tal magnitud como lo es la Organización de las Naciones Unidas, de una manera puntual plantea un nuevo modelo donde nadie se quede atrás y todos tengamos acceso a una vida digna”.

En suma, ¿qué necesita Tamaulipas? Pues nada menos que eso: un político apasionado y comprometido, de ideas claras y directas, y Américo Villarreal Anaya no lo es.

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