Ciudad Victoria.- 11 meses le restan a Francisco García Cabeza de Vaca para dejar el cargo de gobernador y reintegrarse al orden común lo mejor que pueda. El sueño que abrazó desde 2007 se acaba ya. Sin esforzarse, por cierto, pasará a la historia como el primer mandatario que logró la alternancia en Tamaulipas. En realidad, ese fue un mérito ciudadano, el ejercicio de elegir en libertad. A él hay que valorarlo de otro modo, a través de sus obras y sus resultados. Sin duda, ese momento ha llegado ya.
Como todos los políticos, o casi todos, García Cabeza de Vaca muestra dos personalidades distintas cuando se refiere a políticas públicas o a obligaciones del gobernante. Por un lado, es un defensor del interés ciudadano si se trata de la intervención federal. Por el otro, es un defensor de la autoridad si se trata de la atribución estatal. Nunca se mide a sí mismo con la vara que usa con la Federación.
Nos aproximamos a ver de cerca cuáles fueron sus principales acciones en los primerísimos meses de gobierno, entre octubre y diciembre de 2016.
El gobernador de la alternancia desechó la idea de organizar foros ciudadanos para elaborar el Plan Estatal de Desarrollo 2016-2022. Le pareció innecesario debatir las propuestas de la sociedad o darles tribuna. Confiaba en su propia visión para mejorar aspectos como la seguridad, la educación y el desarrollo económico. ¿Lo obligaba la ley a realizar foros consultivos? No; la obligación consiste en presentar el Plan Estatal de Desarrollo, y García Cabeza de Vaca llegó con uno bajo el brazo. Montó, en cambio, seis jornadas sobre el tema en las principales regiones, pero eran de carácter informativo, no de consulta. Después colocó buzones en los 43 municipios para que, quien lo deseara, remitiera ahí sus ideas sobre el nuevo gobierno. Nunca se supo si en esas cajas se hallaba alguna propuesta genial que cambiara la historia de Tamaulipas, o simplemente nadie les prestó atención.
Por lo tanto, el primer gobernador panista no sobresalió precisamente como un servidor público que escuchara primero y decidiera después, que tomara en cuenta la opinión de la gente sobre los grandes temas de la entidad, que es el hogar común.
La segunda decisión de carácter unipersonal –y casi dictatorial, según muchos– fue la reforma al Código Penal de Tamaulipas que promovió en marzo de 2017. Aquí, de plano, olvidó el sentido de las palabras libertad y democracia. García Cabeza de Vaca pidió castigar como delitos las opiniones, serias o chistosas, que se publicaran en redes sociales contra funcionarios e instituciones estatales; contra él y su gabinete, en pocas palabras.
El delito de ultraje, reforzado por García Cabeza de Vaca con nuevos conceptos, rezaba de la siguiente manera: (artículo 207 quáter) “Al que sin autorización utilice o copie o modifique información contenida en sistemas o equipos de informática o redes sociales, protegida por algún mecanismo de seguridad que modifique, dañe o desprestigie a alguna persona o institución privada, se le impondrá una sanción de dos a cinco años de prisión”. La multa resultante sería de 26 mil 800 pesos o 300 días el valor diario de la Unidad de Medida y Actualización.
Dicho en lenguaje sencillo: García Cabeza de Vaca quería perseguir a quienes hacían un meme, o simplemente lo compartían, por el hecho de criticar a su gobierno. Misma suerte se corría con otros formatos digitales como videos, fotos, animaciones, etc. La prensa nacional, por este motivo, la bautizó “Ley anti redes de Cabeza de Vaca”.
No cumplía ni seis meses en el cargo y ya quería controlar la libertad de expresión. Hoy, resulta chocante el lamento del Partido Acción Nacional (PED), si no falso, cuando acusa al presidente López Obrador de atentar contra la libertad de expresión por sus opiniones sobre algunos informadores en las conferencias matutinas.
La “Ley anti redes” estaría vigente hoy en Tamaulipas si no fuera por la reacción contundente de la sociedad ante el esperpento jurídico. Se había llegado a criminalizar la transmisión en vivo de imágenes con presencia de soldados o policías, así fuera por accidente o casualidad. El gobernador decidió cancelar el nuevo código aunque ya había sido aprobado por el Congreso Local y publicado en el Periódico Oficial del Estado.
Así despegaba el gobierno de la alternancia, sordo al diálogo ciudadano y con ideas fascistas en materia de libertades. Estos fueron los hechos; ahora conozcamos la intención de sus políticas públicas según el Plan Estatal de Desarrollo: “… promover la paz en la entidad, de ampliar los beneficios sociales, de caminar hacia el desarrollo y progreso de nuestro estado y de trabajar por garantizar a las personas mejores condiciones de vida, así como avanzar decididamente en la promoción, respeto y defensa de los derechos humanos”. ¿Por qué, si hablaba de defender los derechos, impulsaba castigos violatorios que no existían en ninguna entidad?
El mensaje del gobernador publicado el 31 de marzo de 2017 en el Periódico Oficial para presentar el PED era un diagnóstico pesimista de las condiciones en que recibía el estado. Por eso mismo hablaba de crear un gobierno a la altura de la gente y de la grandeza de Tamaulipas, gobierno que él se encargaría de construir. Palabras bonitas, ciertamente, pero fuera de la realidad, huérfanas de realizaciones palpables y concretas.
Más adelante rescataremos otras decisiones cabecistas que causaron controversia y malestar en la población, y que, a pesar de ello, se aplicaron.
García Cabeza de Vaca es uno de los gobernantes más críticos del Presidente López Obrador por su falta de apoyo a las empresas. Ha olvidado entonces que él aumentó los impuestos estatales, y que rechazó las súplicas de no hacerlo. De eso hablaremos muy pronto.
«Primera parte de varias».