Por:Mauricio Fernández Díaz
Tamaulipas no debe bajar la intensidad contra el PAN
Ciudad Victoria.- El comienzo de la 65 Legislatura del Congreso de Tamaulipas ha sido un golpe de realismo frente a los ensueños de la elección del 6 de junio. Acción Nacional ha llegado despierto y atrevido a la Asamblea, mientras que Morena ha entrado dormido y medio desubicado. Para algunos, el partido conservador ha jugado sucio y sin respeto por las reglas del juego; no es el primero ni el último que actúa así: como su proyecto se cae, debe valerse de todo para salvarse, de todo excepto delinquir. Pero Movimiento de Regeneración Nacional ha pecado de cierta soberbia porque los resultados electorales le dieron la primera mayoría, y se ha relajado. En consecuencia, el PAN ha mostrado más idea que la izquierda para fortalecerse en el nuevo Congreso.
Nada más llegar a la sede del Poder Legislativo, los panistas se adueñaron de la atención: presentaban a Leticia Sánchez Guillermo y a Lidia Martínez López como nuevas integrantes de su grupo parlamentario: ambas renunciaban a Morena. Los morenistas, en cambio, se adaptaron incómodamente a la situación; no tenían nada qué decir. Solo expresaron algunos mensajes ya conocidos y ordinarios. Con la izquierda despistada, los albiazules se movieron astutamente y persistieron en la confrontación. Leticia Sánchez, en entrevista con la prensa, atacó a Mario López, alcalde de Matamoros y figura de la 4T. Más tarde, en un comunicado, insinuó que su ex partido estaba acabado. “Me voy porque desgraciadamente ese proyecto está corrompido, me voy porque me botaron y porque todo lo que se llegó a construir en el pasado se está yendo a la basura”.
A las 12:00 horas, la alianza Morena-PT contaba con 20 diputados locales en la 65 Legislatura. Una hora después, bajó a 18. Los bienaventurados estaban en el PAN, quienes comenzaron con 12 representantes y salieron con 14.
Esto demuestra que la lucha política, muy notoria en campaña por sus discursos y posturas, no termina el día de la elección. De hecho, apenas comienza cuando se toman los cargos, adquiere sentido hasta que se ejercen las funciones. La diputación del PAN ha ajustado sus decisiones a esta visión y, por las buenas o por las malas, ha sabido arrebatar dos curules a Morena. A los integrantes de la Cuarta Transformación les ha quedado claro que necesitan intensificar su estrategia, emplear la agresividad (como sinónimo de ventaja rápida) para tener a los panistas a raya o debilitarlos.
Correrá mucha tinta sobre las razones de las exdiputadas morenistas Leticia Sánchez Guillermo y Lidia Martínez López de pasarse a Acción Nacional. Se le pondrá precio a dicho motivo. Tal discusión desviará a mucha gente del tema de fondo que yace en estos acontecimientos: la lucha del poder, el juego de estrategias, la carrera por las mayorías. Nótese que en cada una de estas actividades solo prevalece un competidor, que solo hay un lugar para el más fuerte, y que a la meta avanza uno y solo uno. “Vive y deja morir”.
Pero el día aún tenía reservada una sorpresa más al ambiente político del estado: las dos diputaciones plurinominales que impugnaron el PAN y el PT quedaban también en manos de los conservadores. El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación resolvió que el partido albiazul estaba subrepresentado. Con esa sentencia, la posición plurinominal que le habían asignado al PRI (Alejandro Guevara Cobos) se la daban ahora a Acción Nacional. En veinticuatro horas, el grupo parlamentario del PAN pasó de 12 a 15 miembros.
En los números finales, la izquierda ya no tiene la mayoría simple: la alianza Morena-PT termina con 18 diputados locales, los mismos que ahora integran PAN, PRI y MC. Si bien no forman una coalición, estos últimos están distanciados del morenismo
Decretar por anticipado la debacle de Morena sería un error grave de parte de observadores y de los mismos partidos. Ha cambiado la configuración de la 65 Legislatura, pero el partido del Presidente López Obrador aún maneja la estructura de poder más fuerte del país, y su influencia nacional es mayor que la de los otros. Lo que ha pasado en Tamaulipas es consecuencia de acomodos naturales que se dan en política, aunque algunos de estos sean deshonestos o indignantes. Nadie lo sabe, pero se verifican aquí, allá y en China.
La verdadera preocupación, más bien, la despierta el grupo que dirige Morena en Tamaulipas. O sabían que las diputadas se irían al PAN y no hicieron nada, o ignoraban esos planes pero cuentan con una agenda para controlar a los panistas. En el bando conservador todos, desde el gobernador a los diputados, están alineados en retener algunas facultades y mandos, pero en Morena parece que cada líder sigue su camino. Unos andan activos en el proceso de selección del candidato a gobernador; otros, en la administración del Congreso Local, y unos más en los gobiernos municipales. Eso deben hacer, desde luego, pero deben llegar unidos, cada uno desde su lugar, en la confrontación con el PAN, confrontación política, de ideas, abierto, incluso judicial, llegado el caso, para desplazarlo de una vez como primera fuerza política en el estado.
Pero, si mantienen una actitud pasiva, una pose confiada por el hechizo de las encuestas o el halago de los lambiscones, podría pasar otro “30 de septiembre” en la elección de gobernador de 2022.