El Presidente se dice ‘pacifista’ y el narco se apodera del país
Primero fue un gobernador de un estado y luego un obispo de la Iglesia Católica en una capital estatal: el narcotráfico ya se metió a las elecciones y está tomando el control político en entidades y municipios de la República. Si ya controlaban territorios enteros del país -30% del territorio mexicano según el Comando del Norte de EU-, en donde imponen su ley de fuego y violencia con asesinatos y masacres entre ellos, pero también contra civiles inocentes, ahora los narcos y sus cárteles se aprestan a controlar gobiernos estatales y municipales, a través de arreglos, financiamientos y apoyos electorales a los candidatos que ganaron en las recientes elecciones locales del 6 de junio.
Mientras el Presidente de la República se declara “pacifista, porque tengo una razón de fondo” y reivindica su política de “abrazos, no balazos” a pesar de las burlas y cuestionamientos que provoca la fallida estrategia, la violencia y los tentáculos del crimen organizado se amplían y se sofistican ante la apatía del gobierno federal, lo mismo para sitiar a comunidades y municipios enteros en Michoacán, donde los pobladores tiene que volver a tomar las armas y revivir las autodefensas, que con arreglos políticos y financieros de los cárteles con los candidatos que ganaron elecciones y gobernarán en Michoacán y Guerrero.
La denuncia la hizo ayer el obispo de la Diócesis de Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel Mendoza, quien, sin mencionar nombres, dijo tener información de que “el día de hoy un narcotraficante solicitó la presencia de un presidente municipal electo. Ya van a hacer la transa. Me duele que en Chilpancingo también se inyectó una fuerte cantidad que nos va a costar caro la inseguridad aquí en Chilpancingo, es lo que les puedo decir”, dijo el prelado católico ayer durante una homilía en la Catedral de la capital guerrerense, para pedir el regreso del ingeniero Alberto Castañón, desaparecido el pasado 18 de junio. La alcaldía de Chilpancingo la ganó en las votaciones del 6 de junio la morenista Norma Otilia Martínez.
“Hay mucha corrupción, hay muchas triquiñuelas y se protegen a ciertos grupos y ciertos intereses. Yo en lo particular no soy muy grato al gobierno, porque yo he declarado, he denunciado estas cosas. Yo como obispo se los digo con mucha responsabilidad, y me da mucha tristeza: creo que vienen tiempos en los que vamos a ser gobernados, no por los políticos, sino por los narcos, porque ya se han hecho muchos arreglos”, aseguró Rangel.
Los dichos y afirmaciones del obispo guerrerense no distan mucho de lo que sostiene en Michoacán el gobernador Silvano Aureoles, cuyas afirmaciones de que el narcotráfico apoyó y financió el triunfo de Morena en su estado, han sido desestimadas por el presidente López Obrador. A los casos de Guerrero y Michoacán se suman las denuncias del candidato priista en Sinaloa, Mario López Valdez, quien también ha declarado e interpuesto una denuncia formal sobre la participación del narcotráfico en los comicios estatales del 6 de junio.
El presidente López Obrador tendrá sus “razones de fondo” para no combatir a los narcos y a los cárteles —las cuales por cierto no explica claramente— y para preferir navegar con la bandera de “pacifista”; pero el crimen organizado no entiende de razones y mucho menos de abrazos. Y mientras más dure la ausencia y la inacción del gobierno y de su Guardia Nacional, hoy convertidos en las “edecanes uniformada” más caras que pagamos los mexicanos porque están en todo el territorio nacional pero sólo como imagen de fachada y con órdenes expresas de no actuar, confrontar ni perseguir al crimen organizado, los narcos seguirán apoderándose ya no sólo de territorios, sino de gobiernos en los estados y municipios… Se baten los dados. Capicúa. Repetimos el tiro.