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Violencia de género: la otra pandemia

Felicia Marie Knaul y Margarita Vega / reforma.

En México, como en el resto del mundo, la violencia de género era una pandemia antes del COVID y aumentó como resultado de ello. Y en el futuro, cuando el COVID sea parte de la historia, la violencia de género seguirá como pandemia a menos que haya cambios dramáticos en las normas, costumbres y políticas de protección y seguridad para las mujeres.

El prolongado confinamiento impuesto para evitar la multiplicación de los contagios ha tenido consecuencias desastrosas para miles de familias, elevando también los niveles de incertidumbre, estrés y violencia en su interior. Uno de los varios daños colaterales es un documentado y preocupante aumento en la violencia contra mujeres, niñas y niños durante la pandemia.

En un análisis elaborado junto con otros colegas a partir de las cifras de siete países detectamos que la violencia doméstica creció cerca de 8 por ciento durante la pandemia, lo que nos permite concluir que se trata de un fenómeno global. Y eso es solo un piso, que solo toma en cuenta los casos oficialmente documentados y reportados, mientras que hay un mar de mujeres y especialmente niñas y niños cuyas voces se quedan silenciadas por el aislamiento y el miedo.

Hombres y mujeres han visto disminuir sus ingresos de forma dramática desde inicios de 2020, elevando los niveles de ansiedad de las familias; el cierre de los centros escolares y laborales ha obligado a los integrantes a convivir de forma intensiva, muchas veces en espacios pequeños y hacinados; mientras que las mujeres han multiplicado el tiempo de por sí excesivo que dedicaban al cuidado de la casa y sobre todo de los niños para apoyar la educación a distancia, lo que ha dificultado su incorporación laboral, elevando su dependencia económica hacia sus parejas, uno de los detonadores de la violencia doméstica. Tan solo en el último trimestre de 2020 se perdieron 1.3 millones de empleos femeninos en comparación con el mismo periodo de 2019, según datos del Inegi.

Lo que no es global es la respuesta a la violencia contra las mujeres y las niñas. Mientras que el gobernador de Puerto Rico la declaró como una emergencia estatal, lo que lo obliga a tomar medidas para combatirla, en México desafortunadamente el Presidente Andrés Manuel López Obrador confiesa abiertamente desconocer a qué se refieren las feministas que condenan el pacto patriarcal, o responde con un «ya chole» cuando es cuestionado por periodistas sobre la candidatura de un político cercano que ha sido acusado reiteradamente de agresión sexual.

Cuando se desconoce, o se quiere desconocer, la dimensión de un problema, difícilmente se buscará solucionarlo. Se requieren políticas focalizadas en las poblaciones más afectadas, el diseño e implementación de presupuestos orientados a la igualdad entre hombres y mujeres, salarios de emergencia que doten de independencia económica a las miles de mujeres afectadas por la crisis detonada por el COVID-19, así como programas que las empoderen como en su momento lo hacía el desaparecido programa Prospera.

Es necesario que en México los sectores público, privado y la sociedad civil -a nivel nacional, estatal y municipal- trabajemos en conjunto para reconocer la dimensión de este fenómeno que entre enero y junio del 2020, apenas los primeros meses de la pandemia, dejó mil 844 mujeres muertas, diez cada día.

A diferencia del año pasado, este 8 de marzo no veremos las calles llenas de mujeres haciendo sonar su voz, pues no es seguro estar en las calles, como tampoco lo es para decenas de millones de mexicanas, niñas y niños estar en sus casas. El costo de no actuar para revertir esta pandemia es enorme: todos y todas pagaríamos en vidas perdidas y economías debilitadas. Para evitarlo, se requiere de verdaderos líderes que garanticen el cambio que muchos anhelamos.

 Felicia Marie Knaul es Directora del Instituto de Estudios Avanzados para Las Américas de la Universidad de Miami, Presidenta Tómatelo A Pecho A.C., y co-Presidenta de la Comisión Lancet sobre Violencia de Género y Maltrato de Jóvenes.

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