ReynosaZona Norte Tamaulipas

Luchan contra la Pandemia desde las calles

Redaccion.

Reynosa, Tamps.- Robaeck llegó a Reynosa proveniente de su natal Camerún en África y cruzó el Mundo en busca de alcanzar el denominado “sueño americano”, los azares de su destino lo trajeron a esta frontera, en donde lejos de lograr su propósito se encontró a una comunidad en medio de la batalla por la Cuarentena por Covid 19.

Más aun, se encontró sin opciones de refugio, pues los albergues para migrantes que antes laboraban con puertas abiertas, se cerraron con la Cuarentena y solo le quedó como única alternativa abrirse paso desde las calles de la ciudad.

En un idioma inglés que habla a la perfección, Robaeck detalla al reportero que vino solo de Camerún y en Reynosa conoció a otros provenientes de África de países como: Ghana, Mozambique y Sudan, buscando como él mejor suerte en ésta parte del mundo.

-Es difícil, muy difícil ganarse la vida- explica- mientras observa con especial atención que el semáforo del crucero de las calles Bravo y Zaragoza se ponga en rojo para literalmente saltar hacia los carros con su botella de agua con jabón y limpiar vidrios a los carros como lo hace cada mañana a cambio de monedas.

Refiere, que desde hace semanas se instaló en este transitado crucero, en donde lo mismo limpia vidrios que los autos, al menos durante los pocos segundos en que esperan la luz verde del semáforo.

Robaeck admite tener temor de vivir en las calles de la ciudad, pero refiere que no hay donde más pasar, teme contagiarse por Coronavirus, asegurando, que algunos conocidos suyos se han enfermado y no los ha vuelto a ver.

En ocasiones acude a la casa de una mujer que por el rumbo de la colonia Chapultepec elabora comida que proporciona gratuitamente a migrantes, pero a veces no alcanza el tiempo y no come, por lo que en las calles busca ganarse el sustento.

Antes de zambullirse a las calles de Reynosa nuevamente, solo pide a los ciudadanos respeto y ayuden a los migrantes, advierte, que no son delincuentes y no faltan al respeto a nadie, se despide y regresa a su lucha diaria por el sustento que le brinde la diferencia entre comer o pasar el día sin alimento.

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