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¿Ya hizo su plan de pandemia larga?

Enrique Quintana/Coordenadas

El gobierno mexicano lanzó el primer confinamiento derivado de la pandemia a partir del 23 de marzo pasado y hasta el 19 de abril.

Los primeros cálculos señalaban la posibilidad de que con una ‘cuarentena’ breve y leve (pues nunca implicó sanciones) se pudieran romper las cadenas de contagios y empezar a bajar el ritmo de crecimiento de la enfermedad.

Para el 16 de abril era claro que ese lapso era insuficiente y por lo tanto el confinamiento se extendió hasta el 30 de mayo.

El cierre de negocios por dos meses, que hundió a la economía no sirvió de mucho porque para los últimos días de mayo la pandemia seguía en una clara fase de crecimiento.

Sin embargo, la presión política fue demasiada y el gobierno tomó la decisión de introducir un sistema de semáforos estatales que resultó controversial y polémico. Tampoco ha resultado.

Los confinamientos exitosos son aquellos que marcan un antes y un después.

Entre los casos muy conocidos están España e Italia.

En España, el nivel más alto de los contagios se presentó el 25 de marzo con 9 mil 630 casos y luego hubo una baja consistente al punto de que el 8 de junio solo hubo 167. Por cierto, hoy existe un rebrote.

En Italia, el máximo llegó el 21 de marzo con 6 mil 557 y el 12 de junio tenían 163.

El costo económico fue ‘productivo’ porque permitió un control de los contagios.

En México, el problema es que nunca tuvimos un confinamiento pleno y no se rompió la cadena de contagios.

Si bien hay indicios de que el registro de casos diarios va a la baja, los escenarios de algunos de los modelos epidemiológicos indican que esa tendencia podría durar un par de meses y luego revertirse.

No se requieren matemáticas complejas para entenderlo. Los procesos de apertura generan un volumen creciente de contactos sociales. Y en una cultura en la que no hay una propensión al cumplimiento estricto de los protocolos sanitarios, se reestablecen las cadenas de contagios.

Si no hay mecanismos para su identificación oportuna y seguimiento de contactos, hay el riesgo de una reactivación de la epidemia.

Bien pudiera no ser así y la sociedad mexicana podría darnos la sorpresa de que es capaz de cumplir las normas. Pero, es la menor de las probabilidades.

Realistamente, es más probable la posibilidad de la reactivación y probablemente de nuevos confinamientos.

Eso, evidentemente, tiene consecuencias en la economía.

Ya pasó una vez, que hicimos un cálculo muy optimista, que consideraba que la pandemia podría controlarse en apenas unos meses. No ocurrió.

Ahora, hay quien imagina que para septiembre u octubre las cosas ya van a estar muy cerca de la normalidad. Pero, lo más probable es que no sea así.

Espero que en el gobierno estén contemplando la posibilidad de que la pandemia se extienda por todo el año y varios meses de 2021.

Pero, lo hagan o no, si usted tiene una empresa de cualquier tamaño, más vale que vaya considerando este escenario.

El modelo del Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud, de la Universidad de Washington (IHME), considera que el volumen de contagios diarios pueda bajar, como lo ha hecho desde hace algunos días, y que esta baja se extienda hasta mediados de septiembre, para luego volver a subir y llegar a un nuevo pico de la segunda oleada hacia mediados de noviembre, todavía con una interrogante de cómo y cuándo bajaría.

Si le parece difícil de creerlo, recuerde que, en marzo, pocos hubieran imaginado que al 10 de agosto habríamos de tener 53 mil fallecidos reconocidos oficialmente y 5 mil 558 nuevos contagios en el día.

Así que, si no lo ha hecho, piense en su estrategia para una pandemia prolongada.

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