La declinación de Mario Delgado
José Ángel Solorio Martínez
El proyecto de Mario Delgado –y de su socio Ricardo Monreal– para apropiarse del CEN de MORENA, hizo agua; se fue a pique. Otra vez, fue el reto al Presidente. Ya hace una semana, en público y de la gente, AMLO, les había recriminado el soslayo de la agenda legislativa presidencial.
En abierto desafío –Delgado y Monreal– repitieron el desdén por el Ejecutivo federal de mayor legitimidad en el México moderno. En lugar de aniquilar los casi 300 fideicomisos –lastre del viejo régimen, del cual viven los residuos del pasado parasitando del dinero del pueblo– que conservadoramente tienen en una insultante nómina a casi cinco mil burócratas que operan como intermediarios para hacer llegar fondos del gobierno de la república a gente necesitada y no necesitada: niños con cáncer, beneficios a estudiantes, apoyos a discapacitados, soportes a huérfanos, fondos para científicos, becas para creadores y muchos etcéteras.
–Hay como doscientos fideicomisos. ¡Y apenas, van a cancelar cinco! Y piensan que me voy a quedar tranquilo. ¡Toma tu chupón!–dijo el Presidente, Andrés Manuel López Obrador en la mañanera del 29 de julio, en franca alusión al líder de mayoría del Congreso, Mario Delgado.
Dos sofocones en menos de quince días son muchos, viniendo del Presidente de la república.
Y peor: cuando militan en el mismo partido.
Y mucho más pior –es peor, que peor–: cuando el madrazo viene de quien te hizo diputado.
Y superlativamente peor: cuando aspiras a la dirigencia nacional del partido al que insistes reiteradamente en traicionar.
La primera reprimenda pública, le acarreó un alud de críticas de los morenistas en las redes sociales; esta segunda, es de esperarse otra avalancha de censuras.
¿Qué está en el fondo, de las resistencias de Delgado y Monreal para desmantelar esa red de ineficiencia y corrupción que está imbricada en los fideicomisos?
Se dice en corrillos del Congreso de la Unión y de MORENA: la negociación que Delgado y socios, han tejido con los gobernadores priistas y panistas –aplazar la aniquilación de esas empresas paraestatales del saqueo– a cambio del apoyo y de soportes de otro tipo para torcer la encuesta –por eso la insistencia de que sea abierta a los ciudadanos– con el objetivo de apropiarse del partido de López Obrador.
Dice la sabia calle: piensa mal y acertarás.
Si tenía alguna posibilidad el diputado Mario, de convertirse en dirigente nacional del lopezobradorismo organizado, la perdió con la segunda bofetada presidencial al hilo.
¿Quién le creerá ahora a Delgado?
¿Quién le tendrá confianza, luego que mostró contumazmente su deslealtad y su desprecio por la lucha del Presidente para concretar la IV T?
El panorama empieza a trasparentarse en MORENA.
Los candidatos de embozado perfil neoliberal, cada día exhiben sus verdaderas inclinaciones.
Delgado, de ser sensato, declinaría a seguir en la carrera por el CEN morenista. El balazo que acaba de darse en el pié, lo sacó de la carrera.
Alejandro Rojas, –con su frágil estrategia de judicializar el proceso interno y de sus insistentes videos– de llegar a la final, muy probablemente obtendría la medalla de bronce.
Lo que nadie esperaba: Yeidckol, hasta podría aspirar a una decorosa medalla de plata.
Con una paciencia franciscana, la Izquierda mexicana tiene todo para regresar a la conducción de uno de los partidos más influyentes de América Latina.
La derechización de Delgado y aliados, fue un golpe de luz en los ojos de la militancia; de quienes creen que la IV T, debe de ser apuntalada e impulsada por fuerzas auténticamente progresistas.