La fosa más grande, ¿y la policía metropolitana?
Columna de Miguel Zárate Hernández.
Foto: Especial
En Jalisco o perdimos toda capacidad de asombro o la crisis del COVID-19 nos ha quitado de la vista la gravedad de los asuntos en materia de seguridad pública que azotan al estado. Cualquiera de los casos me parece preocupante, porque no podemos permanecer insensibles ante la aparición constante, y casi interminable, de restos humanos sin identificar en fosas clandestinas dispersas por distintos puntos de la región, ni podemos enfrascarnos únicamente en la epidemia, cuando el problema de la seguridad es una crisis de años y que empeora día con día.
Hace un año, en medio de debates y mucha polémica, se firmó el convenio de creación de la Policía Metropolitana, con la cual el Área Metropolitana de Guadalajara (AMG) contaría con una corporación de 7,500 efectivos para la prevención de los delitos de alto impacto en la ciudad. Hoy en día esta policía existe sólo en aquel papel, si usted pregunta, nadie la ha visto operar o siquiera patrullar en nuestras calles. Por si lo anterior no fuera ya motivo de extrañamiento, de esos más de 7 mil policías, hoy son sólo 50 y no hay claridad respecto a los recursos que se la han destinado a la corporación.
Los últimos hechos en materia de seguridad en la AMG son una radiografía de la crisis que se vive a nivel estatal: el terrible asesinato de Giovanni López a manos de policías de Ixtlahuacán de los Membrillos y lo ocurrido en las manifestaciones de aquella semana, la muerte del policía estatal, Christian Omar Águila, caído en servicio en Oblatos y la noticia de que Jalisco abandera a nivel nacional en el problema de las fosas clandestinas, en las que tan sólo en este mes se han recuperado 146 cuerpos sin identificar; lo inédito: una fosa a unos metros de una comisaría municipal.
En medio de todo este caos hay una hebra que nos lleva a la causa del conflicto: la falta de coordinación metropolitana; Tlajomulco, uno de los municipios con mayor índice de fosas clandestinas es también un municipio donde las viviendas abandonadas se cuentan por miles se vuelve en el lugar perfecto para consumar actos criminales. O qué decir de la muerte de Christian Águila, donde la falta de coordinación jugó un papel importante cuando la ambulancia visitó erróneamente dos municipios antes de llegar a prestarle auxilio.
Los ciudadanos queremos una ciudad segura. La llegada de Ricardo Sánchez Berumen a la Coordinación de Seguridad es una oportunidad para que exijamos explicaciones y resultados a quienes tienen la encomienda de cuidarnos. Por mi parte, el día de ayer presenté en conjunto con mis compañeros regidores metropolitanos del PAN una agenda prioritaria que llevaremos al nuevo coordinador, donde en primer lugar le pediremos un informe acerca de los avances de la policía metropolitana.