El éxito rotundo de Louis Pasteur
Antes de su arribo, al mediodía del 2 de junio a Pouilly-le-Fort, Pasteur sabe ya que sus temores eran infundados: su experimento es un triunfo; un oportuno telegrama le hizo llegar a París la buena noticia antes de su salida. Al llegar a la granja, Pasteur es recibido con aclamaciones de júbilo e intensos aplausos.
Louis Pasteur.
El Colegio Nacional estrenará en línea el ciclo Pasteur: el juicio de la historia. Conmemoración del centenario del fallecimiento de Pasteur, que iniciará con la conferencia Los juicios contra Pasteur. La disimetría molecular (1995). La sesión, realizada originalmente en 1995, que contará en esta ocasión con los comentarios en vivo de Adolfo Martínez Palomo, se transmitirá hoy lunes 13 de julio a las 18:00 horas. El mismo día, día estará disponible en descarga gratuita el libro En defensa de Pasteur, escrito por el colegiado y publicado por esta institución en 2017.
El texto surgió como respuesta a las críticas que en los últimos años han buscado devaluar la vida y obra del científico francés Louis Pasteur. Se trata de un ensayo en el que Adolfo Martínez Palomo hace un breve recuento biográfico de Pasteur y analiza los argumentos que se han esgrimido en su contra seguidos de su refutación.
Compartimos una parte del libro, disponible para descarga gratuita el 13 de julio, en libroscolnal.com, escrito por el médico investigador, que corresponde al capítulo III de este texto trilingüe, en el que se rebaten una a una las interpretaciones históricas distorsionadas que trataron de menguar la solidez científica de uno de los grandes benefactores de la humanidad.
Fragmento de En defensa de Pasteur, capítulo III, editado por El Colegio Nacional.
Es una de las pruebas públicas más célebres que haya experimentado la ciencia a lo largo de la historia. La fecha: el 2 de junio de 1881. El lugar: la granja de Pouilly-le-Fort, en Melun, cerca de París. Después de varios años de intensas investigaciones sobre el ántrax, enfermedad infecciosa que afecta al ganado bovino, caballar y ovino, y ocasionalmente también al hombre, Louis Pasteur —ya cerca de la cumbre de la fama como científico— acepta hacer una demostración de la eficacia de su nueva vacuna contra el ántrax ante periodistas, ganaderos, agricultores, políticos y público en general. La noche anterior, recuerda su esposa Marie, el científico es presa de intensa inquietud por la posibilidad de que su vacuna no sea tan eficaz como él espera. No es para menos: se trata de la primera vez que se juzga la eficacia de una vacuna producida experimentalmente para prevenir una enfermedad infecciosa.
El diseño es impecable: 25 carneros vacunados los días 5 y 17 de mayo con una cepa atenuada del microorganismo productor del ántrax están marcados con un orificio en una oreja. Estos y otros 25 carneros no vacunados recibieron el 31 de mayo, en condiciones idénticas, una inyección de una cepa altamente virulenta de la bacteria. Un tercer grupo de 10 carneros constituye el grupo testigo no vacunado y no inoculado con ántrax. El resultado esperado: el 2 de junio todos los carneros vacunados deberán haber sobrevivido a la inyección de la bacteria del ántrax, mientras que todos los animales no vacunados deben haber muerto o, al menos, deben presentar signos de infección avanzada. Los animales testigo, que no han sido vacunados ni inoculados con el ántrax deben, por supuesto, estar sanos.
Antes de su arribo, al mediodía del 2 de junio a Pouilly-le-Fort, Pasteur sabe ya que sus temores eran infundados: su experimento es un triunfo; un oportuno telegrama le hizo llegar a París la buena noticia antes de su salida. Al llegar a la granja, Pasteur es recibido con aclamaciones de júbilo e intensos aplausos: los carneros vacunados están vivos, la mayoría de los no vacunados que habían sido inoculadas con ántrax han muerto o están agonizando; los animales testigo no presentan alteración.
El éxito fue rotundo. En el transcurso de un año decenas de miles de carneros fueron vacunados con el procedimiento de Pasteur y la mortalidad, que en promedio era de 9 por ciento disminuyó a menos de 0.6 por ciento. Así coronaban Pasteur y sus colaboradores varios años de intenso trabajo sobre el ántrax, que los había llevado a descubrir la bacteria responsable de la infección, a determinar las medidas preventivas que deberían tomarse con los animales muertos para impedir la propagación de la enfermedad en el ganado sano y, finalmente, al desarrollo de una vacuna. Pasteur y sus colegas Chamberland y Roux recibieron por ello la Legión de Honor.
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