Secretario de Turismo de Tamaulipas fortalece proyectos de Egidio Torre en Tula
Oscar Diaz Salazar9 de julio de 2017 ·
Continuidad a los proyectos, porque no hay propios.
Por Oscar Díaz Salazar
En el tema del turismo, también encontramos el sello distintivo de cada presidente, en los proyectos que florecen en cada sexenio.
Desde el desarrollo de Acapulco, por Miguel Alemán Valdez, tenemos que durante seis años los esfuerzos, proyectos, planes, inversiones, programas y el accionar del gobierno federal, se encausan al objetivo de «crear» un destino turístico, uno solo, uno en especial.
La inversiones son multimillonarias y los negocios fabulosos. Lo primero es asegurar la posesión de la tierra, por interpósitas personas que con antelación, a que se difunda el proyecto, adquieren grandes superficies que experimentarán el crecimiento de su plusvalía en forma exponencial, una vez que se abra el chorro del dinero público que paga las obras de infraestructura.
Los negocios son de escándalo, las fortunas se multiplican entre los desarrolladores y promotores del destino.
Los presidentes han querido tener su propio negocio turístico y dejar huella de su gestión presidencial con un proyecto concebido, desarrollado, planeado y construido durante su mandato.
Les decía que Miguel Alemán inventó Acapulco. Luis Echeverria dejó como obra emblemática de su sexenio en materia de turismo a Cancún. López Portillo realizó el primer intento por desarrollar Loreto. En la gestión de De la Madrid se impulsa a las Bahías de Huatulco. Ernesto Zedillo practicaba el buceo en las playas del Caribe e impulsó el desarrollo de las Barrancas del Cobre.
Ese mismo proceso de concentrar los esfuerzos para desarrollar un destino, lo llevan a cabo los gobernadores, quienes también intentan obtener grandes ganancias como particulares, a partir de sus acciones y desiciones como servidores públicos.
El caso emblemático, por tratarse de un proyecto doblemente fallido, es el de la playa del poblado La Pesca, en el municipio de Soto La Marina, en donde se han aplicado cantidades multimillonarias en su desarrollo, sin obtener resultados positivos.
La visión pueblerina de Eugenio Hernández y Américo Villarreal, los llevó a pretender hacer de la playa de los victorenses (la mas cercana a la capital de Tamaulipas) un destino de alcance y calidad mundial… Cuando no tiene importancia ni siquiera a nivel estatal.
En ese mismo esquema de invertir dinero público, para obtener ganancias privadas con plusvalias, obra pública y acaparamiento de las mejores tierras y/o edificaciones, tenemos el caso del desarrollo turístico de Tula, Tamaulipas.
El ex gobernador Egidio Torre y sus más cercanos cómplices y colaboradores, adquirieron a precios bajísimos las propiedades de un pueblo semi fantasma. Un municipio que vivía de las remesas que envían los paisanos jornaleros, en los Estados Unidos.
Dinero público a raudales, se destinó al remozamiento de la cabecera municipal de Tula, Tamaulipas. Un pueblo declarado mágico como parte de esa estrategia de inventarlo como destino turístico.
Sucede también, que hay gobernantes a los que no les interesa el tema del turismo, no le saben, no le entienden, no lo conocen, ni tienen colaboradores que lo comprendan. Esos optan por esconder su ignorancia y adornarla como política responsable de continuidad de los proyectos heredados.
Eso de no tener proyecto propio, ni idea de lo que se debe y puede hacer, le sucede a la señora que cobra como Subsecretaria de Turismo en el gobierno de Tamaulipas.
La dama que conoce del mercadeo de abarrotes, y que funge como Subsecretaria en proceso de ascender a Secretaría de Turismo, ha optado por seguir fortaleciendo el negocio de Egidio Torre llamado «Tula, pueblo mágico».
La inercia es la política que están siguiendo en la Secretaría de Turismo del gobierno de Tamaulipas, y esto no necesariamente es malo, no lo es por definición, pero tampoco es bueno apriori.
La continuidad de las políticas, los proyectos y programas de gobierno, es bueno en la abstracción, en la teoría, pero es sumamente malo si se trata de continuar con el pésimo trabajo que realizó el ex gobernador Egidio Torre Cantú y el atajo de sinvergüenzas que lo acompañaron.
Es el caso de continuar con el proyecto de desarrollo turístico de Tula, un proyecto en el que se siguen beneficiando los nuevos dueños de las mejores propiedades, restauradas con recursos del gobierno, y muy poco benefician al pueblo tulteco.